Dos días después de ganar las elecciones generales, el Gobierno de España de Pedro Sánchez envió a Bruselas la actualización del Programa de Estabilidad con una serie de medidas con las que justificar que nuestro país está haciendo los deberes en materia de estabilidad y cumplimiento de objetivos presupuestarios. En ese documento el Ejecutivo anuncia que nos subirán (y mucho) los impuestos a las empresas y ciudadanos españoles. Obviamente, de todo eso se le olvidó hablar en campaña electoral.

Como este 2019 España va a quedarse muy lejos de cumplir el objetivo de déficit público pactado con Bruselas (1,3% del PIB) y, por otro lado, hay que pagar el bestial incremento de gasto público de los “viernes sociales” que tanto ayudó a Sánchez a ganar las elecciones, el Gobierno de España le ha “prometido” a Bruselas que a partir de 2020 va a empezar a recaudar 9.440 millones de euros más al año a través de nuevos incrementos fiscales y sobre cotizaciones sociales que a continuación detallo:

  • Impuestos al diésel, 31%
  • Gravamen de transacciones financieras, 0,2%
  • “Tasa Google”, 3%
  • Tipo mínimo impuesto de sociedades, 15%
  • SOCIMIS, 15%
  • Base Máxima de la Seguridad Social, 7%
  • Base Mínima de la Seguridad Social, 22,3%
  • Tipo máximo IRPF, 4%

Es muy triste que el Gobierno de España siga tirando de subidas fiscales que tanto limitan a medio plazo la creación de riqueza, el empleo y las inversiones productivas. Con tasas de crecimiento económico por encima del 2%, con una ampliación muy sustancial de las bases fiscales y de la recaudación vinculada al ciclo económico, y con los estabilizadores automáticos positivos en modo “viento en popa a toda vela” tocaba justamente hacer lo contrario: bajar impuestos, contener el gasto público, amortizar deuda pública y dejar de arrojar números rojos a final de año.

Ese ejercicio de saneamiento financiero, además nos ayudaría muchísimo a afrontar algunos riesgos futuros, tangibles y muy probables que tiene nuestra economía. Como diría mi madre, “si no aprovechas adecuadamente las vacas gordas lo pasarás mal cuando vengan las vacas flacas”. Esas vacas flacas, esas amenazas sobre la estabilidad económica europea, las dibujan cada día los grandes oráculos de la economía mundial y este Gobierno nos va a dejar en muy mala situación para afrontarlas.

Estos días me hubiera gustado ver un Gobierno que mirara más a las próximas generaciones que a las próximas elecciones. Un Gobierno que entendiera que estamos en el punto de inflexión de la curva de Laffer, que le pusiera límites a las continuas exigencias intervencionistas y de incrementos fiscales que plantea Podemos, que preparara a la economía española ante las inminentes subidas de tipos de interés del BCE que dañaran el equilibrio de una economía tan endeudada como la nuestra, que se pusiera en el peor de los escenarios ante las subidas del precio del petróleo o ante los efectos del enfriamiento de la economía mundial, el impacto de la guerra comercial China-Estados Unidos, el Brexit o la grave inestabilidad política catalana.

El PSOE siempre lo quiere arreglar todo subiendo impuestos. La historia económica reciente nos dice que ese no es el camino y que la economía no se les da muy bien a los socialistas.