La presidenta de Extremadura, María Guardiola (PP)
Capote para Feijóo
"¿Qué mejor antídoto contra el Gobierno central que un adelanto electoral en una comunidad donde el PP gobierna? Guardiola no es Sánchez, ni Extremadura Moncloa, pero Feijóo la eleva a ejemplo"
En el ruedo de la política española, donde los toros son de encargo y los diestros a menudo tropiezan con su propia capa, la popular María Guardiola ha plantado cara al bicho con un movimiento que, a primera vista, parece un quite maestro: adelantar las elecciones en Extremadura al 21 de diciembre, ante el bloqueo presupuestario. Es un gesto de responsabilidad, dice ella; de dignidad, aplaude su partido.
Ese mismo lunes, mientras Carles Puigdemont declaraba desde Perpiñán la ruptura con el PSOE, firmaba el decreto: un golpe de efecto que desplazó el foco de Junts y reforzó la agenda del PP. Pero, ay, el capote que agita ahora Guardiola es para despistar al toro, pues se encuentra en el tercio de varas, pinchada por la pinza de la izquierda y la ultraderecha. Guardiola, esa presidenta que en campaña juró y perjuró que jamás pactaría con Vox, acabó en 2023 firmando su investidura con los votos de Abascal; y han sido precisamente los de Vox quienes ahora le han roto el pacto, presentando enmienda a la totalidad y dejando al PP sin oxígeno.
A priori su decisión es un buen ejemplo de una dirigente política que prefiere las urnas al inmovilismo, que opta por la transparencia de un voto que juzgue. Y ahí entra el capote para Feijóo. El líder del PP no ha tardado en subirse al ruedo virtual. "El gobernante que respeta a su pueblo cumple su palabra y un principio básico: frente al bloqueo, elecciones", tuitea con la prontitud de un banderillero. Palabras que se proyectan de espejo en la política nacional. ¿Qué mejor antídoto contra el Gobierno central que un adelanto electoral en una comunidad donde el PP gobierna? Guardiola no es Sánchez, ni Extremadura Moncloa, pero Feijóo la eleva a ejemplo. Es el capote perfecto: distrae de las grietas internas de los populares (el desgaste enorme en Valencia por la DANA, la crisis de los cribados en Andalucía, o el desgate en Castilla y León por los devastadores incendios), sin olvidar el cuestionamiento que sufre el propio líder nacional, también en las encuestas, a quien le falta autoridad para, por ejemplo, echar a Carlos Mazón.
Este adelanto es el primero en la historia autonómica de Extremadura, un territorio que reduce brechas con las regiones ricas, gracias sobre todo a los fondos europeos, y presume de políticas que "dan resultados", como dice Guardiola. Obviamente, ella convoca porque piensa que le va a ir mejor. El PSOE está debilitado por el escándalo del hermano del presidente del Gobierno. La justicia ha enviado al banquillo a David Sánchez por presunta prevaricación y tráfico de influencias en su contratación en la Diputación de Badajoz, junto a nada menos que al propio Miguel Ángel Gallardo, secretario general de los socialistas extremeños, imputado en la causa, quien intentó blindarse como aforado incorporándose como diputado en la Asamblea hace unos meses.
Guardiola, pues, ha toreado con temple el fracaso presupuestario. Su apuesta ahora es alcanzar la mayoría absoluta gracias a un nuevo retroceso socialista en la región, lo que haría irrelevante el probable ascenso de Vox. Ese es un escenario que, si se instala en el electorado, desmovilizaría a la izquierda. Y, de paso, brindaría un oportuno capote a Feijóo. Dicen que en Extremadura el campo es duro, pero produce los mejores lidiadores.