El principal baluarte frente a la extrema derecha siempre ha sido, en Europa y en España, la derecha tradicional. Sin embargo, este muro se ha agrietado cuando no ha caído por las embestidas de la extrema derecha que se ha impuesto en Italia, Austria, Hungría y Holanda, mientras en otros países como Polonia sigue ostentando grandes cotas de poder, en Francia está en condiciones de ganar las presidenciales o Portugal dónde son los árbitros de la situación.
Este crecimiento electoral ha provocado que la derecha haya comprado sus presupuestos ideológicos presa del pánico. En Europa se recuerda todavía la férrea voluntad de Angela Merkel, que llegó a cesar a un líder regional por pactar con los ultras, e incluso a Nicolas Sarkozy, lejos de los posicionamientos de Macron más abierto al pacto. El muro o está agrietado o no existe porque nadie sabe cuál es la diferencia entre derecha y derecha extrema en materia de inmigración o derechos sociales.
Y España no es diferente. Alberto Núñez Feijóo así lo deja de manifiesto. Va a Europa día sí y otro también quejándose de Pedro Sánchez, porque Sánchez es el enemigo a batir, porque es el único partido de izquierdas que resiste al tsunami. Y para ello no se repara en nada. Jueces, fiscales y medios de comunicación retratan la democracia española como refugio de terroristas – el 20 de octubre ETA dejó de existir, pero para la derecha está vivita y coleando- o como un estado chavista y bananero, dejando a las instituciones siempre a uña de caballo, pero culpando, como no, a esa izquierda que gobierna y no les deja gobernar. Les traiciona el subconsciente porque piensan que en España solo pueden gobernar ellos, y ellos, y solo ellos, son los patriotas.
Las propuestas del PP no son tan distintas a las de Vox. Recuerden cuando el portavoz del PP reclamó que la armada impidiera la llegada de pateras a Canarias. Miguel Tellado no dijo que se debería hacer si una fragata interceptaba una patera, pero si no la dejaba pasar solo quedaba la posibilidad de hundirla. No lo dijo, pero la imagen quedó ahí. Como queda la beligerante actitud con los menores que llegan a Canarias. ¿Qué debemos hacer con ellos?
Los populares se han puesto al frente de la manifestación para que Vox no les supere. Tan entusiastas que se han puesto estupendos dando cobijo a una conferencia ultra en el Senado en contra de aborto, con lenguaje que recuerda a otros tiempos. También los populares se han convertido en artífices de la demolición de la memoria histórica, poniendo de manifiesto la existencia de tics franquistas con el aguilucho rojigualdo en la derecha y los ultras, negando el derecho al reconocimiento a los miles de asesinados que continúan en fosas comunes.
Justo es reconocer que a Feijóo le ha salido un forúnculo con nombre y apellidos: Xavier García Albiol. Albiol es poco sospechoso de ser de izquierdas, de tener un discurso radical que deja a Vox en el ostracismo y que muchos consideran xenófobo. Sin embargo, Albiol estuvo a la altura cuando se inauguró un monumento al alcalde republicano de Badalona, Frederic Xifré Masferrer, porque hay que dar “la oportunidad de reflexionar sobre la importancia de la democracia y de la convivencia pacífica”. Supo el alcalde de Badalona estar a la altura porque se puede ser de derechas y no añorar el pasado de la dictadura fascista de este país.
No es solo un problema de la derecha española. También la catalana se afana en comprar el discurso xenófobo y racista de Aliança Catalana. Junts sabe de su crecimiento porque Aliança se ha convertido en referente del nacionalismo más irredento y hace bandera de "primer els catalans", negando a los inmigrantes cualquier derecho, excepto el de trabajar gratis para empresarios molt catalans, of course.
Aliança Catalana se quedó a 8.000 votos en Barcelona para sacar tres escaños. Sus votantes provienen de todo el mundo independentista -también de la CUP y ERC- pero, sobre todo, de Junts. De los defraudados por el procés y por los que compran que cuando eres inmigrante y llegas a Cataluña lo tienes todo pagado.
Además, Aliança Catalana, a diferencia de Vox, es un partido patriota que compra el discurso de la extrema derecha europea sin tapujos ni complejos, y ciertamente no tiene reminiscencias franquistas. En conclusión, Junts, la derecha catalana de toda la vida que se aprovechó de la inmigración, ahora compra el discurso xenófobo y extremo para evitar perder comba.
Lo veremos, sin ningún género de duda, en el congreso que se está celebrando este fin de semana. Dicen que ellos no están en ningún bloque español, pero mienten. La Ley de Amnistía les impide entregarse con armas y bagajes a la derecha española, pero ojo a lo que dijo Abascal: que apoyará una moción de censura de Feijóo aunque la vote Junts. Empieza la derecha y la extrema derecha a hacer camino al andar, y Junts farà pinya no lo duden. Es el camino de la derecha europea, española y catalana, comprar el discurso de la extrema derecha para no dejarse los dientes en el bordillo. Compran todo, hasta lo peor.