Ya tenemos un nuevo objetivo por parte de los políticos, los pisos turísticos.

El alcalde Jaume Collboni es uno de los que han entrado a polemizar con este tema y ha anunciado a bombo y platillo que va a prohibir en Barcelona los pisos turísticos. Y la pregunta es inevitable, ¿por qué?

Cuando piensas en Barcelona, la imagen que te viene es la de una ciudad bonita, con una singularidad propia, tiene mar y montaña, una arquitectura modernista excepcional, un clima excelente, una buena comunicación y, por ello, es un destino ideal para los turistas.

No hace falta ser un experto en economía para saber que el sector turístico es un motor económico en nuestro país y tiene singular importancia en Barcelona.

Uno piensa que los políticos deberían tener como objetivo mejorar la economía y potenciar su ciudad, pero parece que no es así y constantemente nos encontramos con normativas que no tiene mucho sentido o más bien con anuncios sobre normativas que no se entienden. Me explico: últimamente, los juristas y los ciudadanos en general debemos diferenciar entre lo que se anuncia y lo que se aprueba. Es decir, la nueva moda es ir haciendo anuncios de lo que posteriormente se aprobará o no, pero antes de iniciar los trámites ya han lanzado la bomba. Parece una competición entre los partidos políticos sin tener en cuenta cómo puede afectar en realidad a la ciudadanía.

Así ha sucedido con los pisos turísticos; el señor Collboni sabe perfectamente que en noviembre del 2023 la Generalitat aprobó un decreto sobre los pisos turísticos con una nueva regulación y que conlleva que todos nuevamente deban solicitar la licencia. Se establece un periodo de cinco años para pedirla, y aquellos que no quieran renovarla o que sepan que por las circunstancias de la zona donde está ubicada (con los nuevos requisitos que han impuesto) no se la van a conceder pueden pedir una prórroga que hará que tengan la licencia durante nueve años desde que se aprobó, en noviembre de 2023.

Por tanto, si un piso turístico situado en Barcelona ciudad renueva su licencia o pide la prórroga tendrá licencia para actuar durante nueve años más.

Hay problemas más graves en Barcelona y en España en general que los pisos turísticos y todos relacionados con la vivienda, me refiero a las okupaciones, inquiokupaciones y la escasez de vivienda en general y nuevamente todos estos problemas se han generado o, como mínimo, incrementado por culpa de las leyes actuales.

Se está dando una protección a los okupas que clama al cielo, los procedimientos judiciales se suspenden hasta el 31 de diciembre de 2024 cuando hay una persona vulnerable y el propietario automáticamente pasa a realizar la función del Estado y les facilita una vivienda. No estaría de más que en vez de buscar cómo suprimir pisos turísticos buscasen la forma de recuperar la vivienda social, de poder garantizar una vivienda a las personas que no pueden tener acceso y de esta forma mejorar el mercado inmobiliario, porque los propietarios no tendrán pánico a que se les instale una persona que no pueden echar si impaga la renta.

Esto no significa que no haya normativa para los pisos turísticos, que no se puedan regular y que las comunidades de propietarios no puedan prohibir dicha actividad en los inmuebles que la integran; todo lo contrario, se debe establecer una normativa acorde con la realidad y sobre todo ágil, si hay un piso turístico que genera problemas se debe poder adoptar medidas de inmediato y no entrar en el limbo de la burocracia o de los juzgados.

El sentido común es el más común de los sentidos, o eso me dijeron cuando era pequeña, pero parece que ha desaparecido. El de los pisos turísticos es un turista diferente, no tiene por qué ser de botellón y problemático, sino que pueden ser familias con niños pequeños que prefieren alquilar un piso a estar en un hotel. Debe darse una normativa correcta a este tipo de alquiler, regularla, pero no prohibirla y sobre todo que se respete tanto las normas de convivencia del inmueble donde esté situado como la legalidad. Pero esto creo que es obvio y no haría falta tenerlo que decir.

Es cierto que, en Barcelona, dado el problema que hubo con la normativa anterior (su nulidad y el vacío hasta la nueva ordenanza), se tuvieron que conceder licencias a pisos turísticos que a lo mejor no debieran serlo, pero es un error de bulto que cometieron y no se soluciona prohibiéndolos todos.

Quizás, como reflexión, lo que deberían plantearse es que no se puede legislar a golpe de populismo, que se dejen de anuncios y que los expertos les asesoren y se redacten las leyes como debe hacerse y de acuerdo a las necesidades reales. Lo dicho, falta el sentido común y con él se resolverían muchos problemas.