La gobernabilidad de Barcelona atraviesa un momento de incertidumbre, el alcalde Collboni gobierna la ciudad con solo 10 concejales sobre los 41 que constituyen el pleno municipal.  El acuerdo de mínimos suscrito con los cinco concejales de ERC para pactar los presupuestos del 2024 no garantiza la estabilidad institucional ni una gobernanza sólida y suficiente para abordar los retos que se plantean a la ciudad al inicio de esta legislatura instalada en la segunda década del siglo XXI.

A corto plazo se abren diversas posibilidades para el gobierno de la ciudad. Una de ellas sería la constitución de un “tripartit” con la incorporación de ERC y los comunes colauitas que permitiera configurar un gobierno que se autocalificaría de “izquierdas” .La principal dificultad radicaría en satisfacer las exigencias y condiciones impuestas por la exalcaldesa Colau que es sin duda un elemento perturbador hasta que se le garantice una salida a su incierto futuro profesional , sobre todo después de no haber sido incluida en el Consejo de Ministros del actual Gobierno de Coalición Progresista.

Por otra parte, la posibilidad de la incorporación del Junts de Trias al gobierno de la ciudad choca con la permanente vigilancia y férreo control que ejerce sobre el grupo municipal el fugitivo de Waterloo. Personaje poco dispuesto a cualquier tipo de colaboración que no garantice su regreso a España mediante una amnistía que le devuelva su protagonismo político en la vida política catalana y que le permita volver a recuperar la Presidencia de la Generalitat frente a su “fraternal” enemigo Junqueras.

La gobernabilidad de Barcelona puede estar también condicionada con el devenir del Govern de la Generalitat y con las dudas del president Aragonés García en convocar elecciones autonómicas antes del 2025. Escenario municipal complejo y preñado de incertidumbre que no contribuye a la necesaria estabilidad.

La Barcelona metropolitana necesita garantizar la gobernanza y la estabilidad institucional para poder abordar los retos que se le plantean a una metrópolis que compite en el mundo global de las ciudades. No basta con los recientes acuerdos con ERC para consensuar los presupuestos del 2024, la ciudad necesita liderazgo, imaginación y capacidad de gestión para hacer frente a unos retos inaplazables en donde la Barcelona metropolitana se juega su rol protagónico en el escenario competitivo de las ciudades.

La Barcelona emprendedora debe ser un instrumento de creación de riqueza, atracción de talento y generación de conocimiento. Una ciudad capaz de generar nuevos polos de actividad económica (industrias creativas, diseño, edición digital, publicidad…), que generen una ocupación de calidad y potencien una sociedad civil fuerte y cohesionado. Barcelona necesitara finalizar la construcción de las Infraestructuras que garanticen su competitividad en ese mundo global (nudo ferroviario de la Sagrera, conexión norte de la AV, ejecución del plan de rodalies y del corredor MED).  Asegurando la conectividad con el resto del mundo a través de la ampliación y modernización del aeropuerto del Prat.

La Barcelona cosmopolita, una de las principales causas del fracaso del “procés” secesionista al haber olvidado que la Barcelona Metrópolis es una ciudad abierta al mundo, ciudad global, inclusiva y tolerante. Una ciudad que siempre se ha negado a “mirarse el ombligo” y a practicar la exclusividad identitaria.

La Barcelona digital es ya la cuarta ciudad más innovadora de Europa, la tercera preferida para crear startups que ocupan más de 60.000 puestos de trabajo en el sector de las TIC. La continuidad del MWC es una confirmación del éxito de la Barcelona, capital de la innovación digital, así como de la colaboración público-privada. Barcelona no solo debe ser una ciudad digital, sino que debe ser capaz de generar talento, atraerlo y retenerlo.

Barcelona no debe renunciar al uso de la Inteligencia Artificial (IA) como tecnología e instrumento de gestión para transformar la ciudad favoreciendo la digitalización del entorno urbano y la mejora de la seguridad ciudadana. Dos son los principales escenarios para el uso y la aplicación de la IA en nuestra ciudad: la movilidad sostenible (gestión y regulación inteligente del tráfico), y la gestión medio ambiental (no solo en lo relativo al tratamiento y manejo de residuos urbanos sino también en el procesamiento de datos e información sobre uso y gasto de agua y energía). Todo ello al servicio de los ciudadanos/as, apostando por la mejora de los servicios públicos y con el objetivo de combatir las desigualdades.

El uso de la IA deberá estar sometido a una rigurosa regulación. El 60 % de los ciudadanos europeos dicen estar a favor del uso de la IA, pero al mismo tiempo el 88% apuesta por una regulación de su uso para evitar que afecten a las libertades y derechos de los ciudadanos/as. La IA debe tener una base ética respaldada por una regulación estatal, así lo ha planteada ya la UE, que anteponga el interés común al beneficio económico.

La Barcelona de hoy necesita estabilidad en su gobernanza, consenso institucional y liderazgo con capacidad probada para gestionar una metrópolis que debe ser cada vez más “inteligente y sostenible”. Una ciudad gobernada desde la inteligencia humana que no renuncia a utilizar la IA.