La empresa barcelonesa Werfen, de material hospitalario, rebasará este año el redondo hito de los 2.000 millones de facturación. Además de su crecimiento vegetativo, incorpora las magnitudes de la estadounidense Immucor, que adquirió en marzo a golpe de talonario por 2.000 millones. El trasiego es el de más bulto suscrito nunca por Werfen. Lo ha financiado casi por entero con créditos bancarios.
Los herméticos hermanos José María y Francisco Rubiralta Vilaseca, oriundos de Manresa, fundaron Werfen y la transformadora de chatarra Celsa en la década de los sesenta del siglo pasado.
En 2006 partieron peras. El primero no veía con buenos ojos el sofocante endeudamiento que Celsa estaba contrayendo y decidió cortar por lo sano.
Francisco, a quien se consideraba el más listo de la pareja, retuvo la siderurgia. José María se quedó el negocio sanitario, cuya dirección ya venía desempeñando.
La larga trayectoria de unión fraterna quedó frustrada. Se saldó con la escisión del conglomerado, que en aquella época ocupaba el primer puesto entre las entidades catalanas de capital familiar, por delante de los lavabos Roca y los supermercados Caprabo.
El volumen de activos de Celsa doblaba de largo los de Werfen. Así que Francisco accedió a compensar a José María mediante la entrega de 100 millones contantes y sonantes.
La vida da más vueltas que un tiovivo. Tres lustros después, Werfen es uno de los mayores gigantes mercantiles de la región, arroja beneficios a carretadas y ha erigido en unos auténticos potentados a sus dueños Jorge, José Luis, Xavier y Marc Rubiralta Giralt, hijos de José María.
En cambio, sus primos hermanos Francesc, Carola, Ana e Ignasi Rubiralta Rubió, vástagos de Francisco, han perdido el control de Celsa, debido al asfixiante océano de deudas en que estaba inmersa.
Tras largos pleitos con sus acreedores, el juzgado mercantil otorgó a éstos la batuta de mando en septiembre último. Y el coloso del acero se esfumó de las manos de la estirpe Rubió para siempre.
Por el contrario, la rama Giralt se ha dedicado a impulsar Werfen por el ancho mundo, no sin exprimirla como un limón. Dos son las vías escogidas para succionar los fondos. Una, la distribución de dividendos. Y otra, la compra por parte de la compañía, de gruesos paquetes de sus propias acciones que obraban en poder de los socios.
Entre pitos y flautas, los cuatro propietarios se han embolsado la bagatela de 1.530 millones desde 2012.
Tan caudalosa salida de recursos no ha impedido que el grupo, con sede en la plaza Europa de Hospitalet de Llobregat, mantenga un robusto patrimonio, cifrado en casi 1.700 millones.
WERFEN EN CIFRAS (en millones de €)
Año | Giro | Beneficio |
2022 | 1.840 | 250 |
2021 | 1.853 | 362 |
2020 | 1.670 | 260 |
2019 | 1.470 | 298 |
2018 | 1.360 | 108 |
2017 | 1.340 | 157 |
Sus dimensiones son enormes. Abarca sesenta filiales, emplea a casi 6.000 colaboradores y dispone de siete plantas de producción e investigación, de ellas cuatro sitas en Estados Unidos, dos en Barcelona y una en Alemania. El consorcio alcanzó el postrer ejercicio un flujo de caja de 380 millones y un beneficio neto de 250.
Werfen es líder mundial en la especialidad de la coagulación sanguínea, con un tercio del mercado. Asimismo luce el segundo puesto en dispositivos para cuidados intensivos y autoinmunidad.
Los tiempos cambian a velocidad vertiginosa. Cuando José María y Francisco separaron sus pertenencias, Celsa era la joya de la corona del patrimonio de la dinastía. Hoy ha caído en poder de los prestamistas. Mientras tanto, Werfen va como un trueno y amasa excedentes a destajo.