Todo proceso electoral genera una etapa de cambio de personas, entrar, salir, renovar, es la normalidad. Sirve este proceso tanto para las personas que son elegidas como para los gestores que dan apoyo a los diferentes equipos de gobierno.

En la actualidad se están configurando los equipos de gobierno tanto en el nivel de las Administraciones locales como de las autonómicas. Creo que sería pertinente poder diferenciar el papel que corresponde a los electos del que puede corresponder a los gestores. Puede parecer una obviedad o una absurdidad, pero muchas personas son elegidas para representar a sus ciudadanos, y en muchas ocasiones desconocen el funcionamiento práctico de la Administración que deberán representar.

Explicar los procedimientos, los trámites a seguir para lograr que pasen cosas como arreglar una calle, modificar un reglamento… son esenciales para evitar la frustración de la mala gestión o la gestión a medias. Escuchar grandes promesas, que posteriormente se pierden en las tramitaciones burocráticas, genera en la ciudanía mucha desconfianza. La receta, si se me permite, podría ser el eslogan: “Prométase poco y hágase más”.

Pero junto al papel del representante público, existe el de los técnicos, los gestores. Deberían ser personas con una trayectoria profesional contrastada en el ámbito asignado. Hay que priorizar sus conocimientos y tener presente que su función primordial es dar apoyo técnico a los electos, sin subordinar sus criterios a las coyunturas políticas.

Puede parecer una perogrullada, pero sabemos que, en la actualidad, en el conjunto de las Administraciones públicas españolas, se está jubilando toda una generación de funcionarios que ayudaron a configurar gran parte de los servicios públicos de nuestro país. Las crisis de contención de gasto que vivimos y parcialmente aún tenemos, han dificultado y dificultan el relevo natural de muchas plazas de servidores públicos. Combinar las necesarias convocatorias públicas de ofertas de empleo con buscar gestores públicos adecuados no es incompatible. La Administración debe revalorizarse, buscando buenos profesionales, y también digámoslo claro, con sueldos competitivos. Las Administraciones no son parkings de colocación, son plataformas de creación de servicios en la mayoría de los casos esenciales en nuestra vida cotidiana. Sepamos diferenciar los necesarios gestores, y en este ámbito la llamada meritocracia no debería restar, sino todo lo contrario, busquemos a los mejores y sepamos diferenciar de los cargos de confianza política. Clarificar los procesos y las funciones puede evitar disfunciones.