Ha llegado el 23J. Muchas son las claves por dilucidar. ¿Podrá el PP gobernar sin Vox? ¿El PSOE resistirá? ¿Sumar y Vox podrán imponer su impronta? ¿En caso de derrota, como la digerirá el Partido Socialista? Podría enumerar un sinfín de interrogantes más. Uno especial: ¿cómo incidirán las generales en la política vasca? Y el esencial de este artículo: ¿y en Cataluña?

En los últimos días, tanto el independentismo como Vox han puesto a Cataluña de epicentro. Unos, haciendo gala de mano dura contra los catalanes, sean independentistas o no, por el hecho de ser catalanes. Otros, intentando espolear a sus huestes ante la llegada de un gobierno PP-Vox que ven como garantía de represión, pero también como ascua para reanimar la hoguera de un independentismo lastrado por la depresión de sus votantes. El PP de Feijóo trata de erigirse en una tercera vía para superar el conflicto catalán, aunque nada se sabe de su propuesta, y el PSOE saca pecho por lo realizado en estos años.

Al margen de las estrategias de unos y otros, las encuestas arrojan una gran sorpresa. El PP puede ser el segundo partido de Cataluña con ocho diputados disputándose ese honor con ERC y Junts, nada más y nada menos. Los populares dicen que son la solución y que ahora es el momento, y un segmento de los catalanes da pábulo a esta propuesta. Recupera el PP un papel protagonista que perdió ya hace años. Que no esté Cayetana Álvarez de Toledo al frente de la lista de la Barcelona seguro que tiene algo que ver. Pero, no se olviden, doña Cayetana estará en el hemiciclo.

Vox no será testimonial. Tres diputados se auguran de la ultraderecha, todos por Barcelona. Junto a los ocho del PP, la derecha españolista se sitúa en los 11 diputados que sacó el PP de Mariano Rajoy en 2011, cuando este espacio político tuvo el mejor resultado desde la instauración de la democracia.

El PSC ganará en Cataluña y se convertirá en el primer baluarte de Pedro Sánchez. Las encuestas le otorgan 14 diputados, los mismos que consiguió en 2011. En esa fecha, fue la primera vez que el PSC perdía unas generales. Ha tardado 12 años en recuperarse. Los socialistas de Salvador Illa ganan, incluso algunos sondeos les otorgan 16 escaños, pero pierden un poco de fuelle porque su objetivo era doblar a los populares. Quedarse con 14, aunque les dan la victoria, son insuficientes.

Existe la posibilidad de alcanzar esta cifra en función de los resultados de Sumar. Seis diputados se le asignan a la formación de Yolanda Díaz, que no ha contado con Ada Colau en campaña. Lejos quedan de los 15 que consiguió Xavier Domènech en 2015. Esta previsión es optimista porque otros sondeos rebajan sus expectativas a cuatro, lo que da pábulo a las expectativas de los socialistas.

El mundo independentista es el gran derrotado. Solo 17 diputados, lo que es un magro resultado después de los 23 diputados obtenidos en 2019. Solo resiste Junts per Catalunya con ocho escaños. ERC se deja, nada más y nada menos, que cinco diputados y la CUP sudará la camiseta para tener representación, y hoy no la tiene garantizada. Y como guinda, seguiremos con la pugna entre ERC y Junts por el liderazgo del movimiento. ERC parece que quedará primera, pero será una victoria mínima. El gran interrogante es si Junts será capaz de dar el sorpaso. De momento, las encuestas indican que ERC ganará en votos, pero el cambio de liderazgo no es descartable. La primera incógnita a despejar es la repercusión de estos resultados en la vida cotidiana del Govern y del Parlament. No parece que la unidad independentista, tantas veces cacareada y agitada, pueda ser una realidad.

Los independentistas tras el 23J deberán reinventarse porque los dos primeros partidos catalanes serán constitucionalistas, lo que es sinónimo de fracaso estrepitoso. Si PP y Vox llegan a la Moncloa, el independentismo estará tentado a subirse al monte, lo que puede no implicar una reactivación del movimiento y dará argumentos a los partidarios de la mano dura. Pero también deberá reinventarse el constitucionalismo. El PSC, para recuperar fuerzas pensando en unas autonómicas que se situarán en otoño del 24 –descartemos la primavera, porque coinciden con las europeas y ERC no estará para experimentos—, el PP para presentar una cara amable y convertirse en la llave de un Govern de la Generalitat no independentista presidido por un Salvador Illa aliado de los comunes.

El 23J tiene una gran importancia en Cataluña. No solo por lo que suceda en Madrid, sino por las consecuencias para la política casera. Son las generales catalanas.