No he querido saber, pero he sabido, que la portavoz de EH Bildu en el Congreso se llama Mertxe Aizpurua. Bien, pues Aizpurua se quejó ayer amargamente de que algunos ciudadanos, muchos usuarios de las redes sociales, algunos borrachos en sanfermines, e incluso algún político –en concreto Ayuso, la presidenta madrileña- utilicen el lema “¡Que te vote Txapote!” para desacreditar a Sánchez y el PSOE (que ostentan el Gobierno de España, entre otras cosas, gracias al apoyo de EH Bildu). A la señora Aizpurúa le parece “indigno” con las víctimas del terrorismo ese uso del nombre de Txapote.
Como es notorio, este Txapote, ex jefe de ETA, es uno de esos asesinos redomados a los que Bildu quiere sacar de la cárcel cuanto antes, o aliviarles las penas todo lo posible. De hecho, 40 de ellos que ya han cumplido sus años de prisión, como reos de distintos asesinatos, figuraban en las listas de Bildu para los últimos comicios.
La misma Aizpurua es de esas personas a las que no tocarías ni con un palo. Ha sido editora del siniestro diario Egin hasta que Garzón decidió cerrarlo, y directora y fundadora de Gara, otro periódico que operaba como correa de transmisión de los pistoleros; además de ser autora de una hagiografía de uno de los jefes de la banda –y de esto no hace lustros, sino que se publicó en el año 2018- ha sido condenada a un año de cárcel por apologeta del terrorismo.
Así las cosas, no tiene nada de extraño que todas las asociaciones de víctimas, una vez salidas del profundo estupor e incredulidad que no han podido menos que causarles sus declaraciones, y después de leerlas dos y tres veces, a ver si es que se les escapaba algo que no entendían, hayan salido en tromba a acusarla de “puro cinismo y provocación”. Efectivamente, que el sacamantecas salga en defensa de sus víctimas es rizar el rizo del cinismo político hasta un extremo que se hace incomprensible.
¿Con qué se puede comparar semejante declaración de Aizpurua? Es como si Landrú (1869-1922), conocido como “el moderno Barba Azul” porque asesinó a 11 mujeres para quedarse con sus bienes, al declarar ante el tribunal que le iba a condenar a la guillotina hubiera pronunciado un discurso conmovidamente feminista. Es como si un cazador repartiera entre sus clientes propaganda vegetariana. Es como si pillan a un pirómano prendiendo fuego a un bosque y dice que es bombero. Hombre, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. A los socialistas, que se sienten muy ofendidos por ese lema –desde luego no es el más fino que se pueda concebir— el apoyo que les brinda ahora Bildu les sienta como el abrazo del oso, entre otras cosas porque reaviva de cara a las próximas elecciones uno de los asuntos que más daño les hace.
He estado cavilando y no se me ocurre una causa lógica para esas declaraciones. A no ser que… Quizá la señora Aizpurua considera que los etarras en la cárcel no sólo son sus héroes, sino que en el fondo también son víctimas, víctimas de unas circunstancias históricas, y víctimas del opresivo Estado español, que les tiene privados de la libertad. Por consiguiente, cuando toda esa gente cercana al PP o a Vox, anónima o no, pone a Txapote como sinónimo de lo más vil, no está insultando al presidente Sánchez, sino a él, al pobre Txapote. A la víctima.