Michio Kaku, es un físico futurólogo que dice que el hito siguiente en la historia de la Inteligencia Artificial (IA) es aplicar una ingeniería inversa al cerebro humano y que para el 2100 seremos capaces de manipular objetos con la mente y controlar los ordenadores a través de sensores cerebrales. Personalmente creo que antes.

El cerebro humano es nuestro control de mando y es biológicamente el órgano más desconocido por ser científica y tecnológicamente de lo más sofisticado por combinar física, química y una parte de entropía como ya decía mi admirado Eduard Punset “El alma está en el cerebro”.

Estos días participé en un debate en el Círculo Ecuestre sobre humanismo tecnológico basado en mi libro Antes muerta que analógica con dos grandes referentes en nuestro país sobre tecnología e innovación, Montse Guardia y Antoni Garrell, moderado por la comunicadora Montse Arias y con la participación de su presidente, Antonio Delgado.

Aunque teóricamente el título era humanismo tecnológico, el debate se centró en los aspectos relacionados con el impacto de la IA en nuestras vidas, el marco de regulación y las implicaciones de sus usos. Con diferentes argumentos, relacionamos todos los problemas derivados de su mal uso como la falta de privacidad, la desinformación, la violación de derechos de propiedad intelectual, la delegación del poder de decisión o el impacto en nuestra sociedad, económico y social.

Montse Guardia explicó como en Europa estos aspectos se están evaluando con participación de expertos en la tecnología y la innovación y agentes de la industria, recomendando revisar no solo la ley de la IA (IA Act), que pretende prevenirlos y controlarlos, sino que hacerlo conjuntamente con la Ley de Mercados Digitales (DMA, Digital Markets Act), la Ley de Servicios Digitales, la Ley de Ciberresilencia y la Ley de datos en el marco industrial aprobadas o que serán aprobadas próximamente mientras que Antoni Garrell explicó como en otros países como Corea, ya se estudia y debate sobre si las IAs deben tener sus propios derechos como la no desconexión sin su permiso, que aquí nos podrían parecer mejores que los de los humanos o propios del universo Blade Runner.

También hablamos de todas las aplicaciones que ya tenemos en nuestra vida diaria y los buenos resultados que se están obteniendo en salud por ejemplo con la capacidad de detectar tumores en radiografías de mama, melanomas en fotografías de piel o contar espermatozoides.

Al final de la sesión, el vicedecano del colegio de químicos nos dijo que hay que hablar más allá de la IA y que el debate sobre humanismo tecnológico debe ser de todas las tecnologías, conocimientos y su impacto. Las ventajas y aplicaciones de esa tecnología son innumerables, pero sin los avances en el resto de las tecnologías y conocimientos y su combinación como la conectividad, la computación, la química, la física o las propias biotecnologías, no tendríamos los resultados actuales. La confluencia de las tecnologías digitales con las físicas y biológicas comporta innovaciones increíbles porque hay conocimiento y tecnología más allá de la IA.

Las aplicaciones de la IA deben ayudarnos, pero no substituir la capacidad de pensamiento, de crear nuevos escenarios no previsibles y de discernir, pueden ayudar a diagnosticar, prevenir, diseñar o ejecutar, pero no debemos tomar decisiones solo basadas en datos y algoritmos porque la naturaleza no funciona así.

De hecho, la próxima revolución es justamente esa, hacer que estas IAs razonen más allá del lenguaje humano, el lenguaje de la naturaleza, que es la ciencia, la química, la física, la biología, etc. y que ya está permitiendo diseñar proteínas, materiales o moléculas para fines determinados o desarrollar nuevas energías, batería o materiales más sostenibles para minimizar y revertir el cambio climático.

El humanismo tecnológico nos invita a considerar la tecnología como una herramienta para promover el bienestar humano, la justicia social y el desarrollo sostenible. Nos desafía a utilizar la tecnología de manera responsable y consciente, utilizando la sabiduría, es decir el conocimiento con valores, teniendo en cuenta su impacto en nosotros mismos, en nuestras comunidades y en el mundo en general y por eso que hay que ir con cuidado porque no es IA todo lo que deduce.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.