“No es bueno para el independentismo que se pueda decir que se han destinado 1,4 millones de euros para un fiasco tan vergonzante como el de las oposiciones”, tuiteó el vicepresidente y portavoz de Junts, Josep Rius. Solo le faltó añadir que cómo pretendían dirigir un Estado independiente si no son capaces de organizar como se debe unas oposiciones de funcionarios.
Rius no llegó tan lejos porque Junts también tiene responsabilidades en lo sucedido como, por ejemplo, haber permitido tan alto nivel de funcionarios interinos en la Generalitat y porque para JxCat la independencia sigue siendo sagrada, al menos de boquilla. Las oposiciones del fiasco se debían celebrar el pasado sábado, con 13.581 aspirantes para cubrir 1.825 plazas. Se trataba, en su mayoría, de regularizar la situación de los interinos, pero todo derivó en un caos incomprensible.
Por primera vez, la Generalitat recurrió para organizar las oposiciones a una empresa externa, la francesa Cegos, que ganó el concurso a la italiana Selexi con el 100% de la puntuación. Cegos es una empresa con experiencia, aunque ya había organizado unas polémicas pruebas de selección de los bomberos autonómicos que terminaron con un 44% de excluidos y numerosas demandas judiciales.
Pero el quid de la cuestión es por qué se externaliza un servicio que debería afrontar la propia Generalitat. Las razones aducidas por el Govern son la alta cantidad de aspirantes, la falta de personal porque muchos de los que hubieran debido organizar las oposiciones desde el servicio público se presentaban a las pruebas y la gran experiencia de la empresa contratada. Pero, si se contrata a una empresa externa, lo mínimo que debe hacer la Administración es vigilar y controlar las pruebas.
A esta falta de supervisión se debe el cese de la directora de la Función Pública, Marta Martorell, que, sin embargo, no había intervenido ni en la selección de Cegos ni en la redacción y firma del contrato porque llevaba menos de tres meses en el cargo y la contratación se había hecho antes de su toma de posesión. De todas formas, Martorell, que fue descabalgada como alcaldesa de Tiana por ERC, mediante una moción de censura de PSC y Junts per Tiana, y recolocada en la Dirección General de la Función Pública, no parecía el perfil más idóneo para el cargo.
La oposición ha considerado el cese como una forma de ofrecer una “cabeza de turco” y ha pedido responsabilidades políticas de más alto nivel. Algunos partidos han reclamado la dimisión de la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà. Junts, el socio de ERC hasta octubre en el Govern, ha hablado de “tomadura de pelo”. El portavoz en el Parlament, Albert Batet, ha extendido las críticas a todo el Govern, criticando su “mala gestión” y la “insolvencia de sus consellers”, que “hace pasar vergüenza a todo el país”, porque, con las oposiciones, “ha superado todos los límites de la incompetencia”. El líder de la oposición, el socialista Salvador Illa, ha reprochado al Ejecutivo “el descontrol, la desorganización y la falta sistemática de dirección” y se ha preguntado “si un gobierno incapaz de convocar unas oposiciones es el que ha de gobernar”.
El fiasco ha sido tan colosal que la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, no tuvo más remedio que pedir perdón, algo que los gobiernos no suelen hacer, y calificar de “desastre” la gestión de las oposiciones. A modo de ejemplo, se celebraron a veces con más de siete horas de espera, con los móviles en las aulas, con visitas a los lavabos sin vigilancia, con falta de hojas de respuestas, con aulas masificadas, con problemas de identificación y falta de mobiliario, con facilidades para copiar, etcétera.
La mayoría de los 72 procesos distintos de estas oposiciones se tendrán que repetir y los servicios jurídicos de la Generalitat estudian si, además de la ridícula penalización de 75.000 euros a Cegos que prevé el contrato, de 1,5 millones, pueden demandar a la empresa para exigir más compensaciones por la chapuza. El miércoles, se habían registrado 2.619 incidencias en las pruebas e iban aumentando. La Generalitat ha asumido el error de la externalización y ahora la repetición de las oposiciones se hará con personal propio, como nunca debía de haberse dejado de hacer.