El pasado 25 de noviembre, la señora Laura Borrás indicó que le gustaba un tuit en el que Hèctor López Bofill escribió: "Recordem que el president Carles Puigdemont ja té immunitat, que pot tornar en qualsevol moment, cosa que provocarà un cataclisme polític a Espanya facin el que facin les seves institucions. Serà ell el que trïi aquell moment i ho farà quan més aporti a la consecució de la independència".

Entiendo que con ese "Me gusta" de la lideresa por antonomasia del independentismo más radical a este mensaje profundamente mesiánico, la presidenta suspendida está de acuerdo y aplaude el contenido del mismo.

Por lo tanto y en consecuencia, ¿nos está diciendo que el president de la Generalitat fugado podría haber venido en cualquier momento y no ha venido porque no ha querido? ¿Se nos está explicando que este líder independentista, cuál Dios ungido de la verdad rebelada, no está ya en Cataluña porque él, en su omnipresente saber y decidir, ha considerado que aún no era el momento? ¿La señora Borrás, a la que le gusta y comparte el contenido de este tuit, corrobora la tesis de que no tenemos aún entre nosotros al Mesías Puigdemont porque este cree que aún no toca y que vendrá cuando en su real saber y conocimiento lo considere oportuno? Sí es así, entonces y de manera inequívoca, esa adscripción al tuit corrobora y da credibilidad a la idea de que ese exilio que se ponen en boca algunos de los adscritos a esta fe es una auténtica pantomima y de que lo que tenemos ante nosotros, ahora ya reconocido por sus más fieles seguidores, es a un falso exiliado expresidente de la Generalitat. Un estratega que juega con el sentimiento y las emociones de sus adeptos que lloran su exilio mientras él no viene porque no le da la gana.

Estamos nuevamente ante un mensaje mesiánico del que no tiene una ideología política, sino una creencia religiosa, y Puigdemont, que abona con sus intervenciones en las redes estas tesis, como el Mesías, cuando llegue el momento adecuado anunciará su vuelta y lo hará cuando quiera, porque para eso es el hijo de Dios.

Podría venir hoy. Es más, podría haber venido al día siguiente de ser eurodiputado. Pero no lo hizo porque él, que es todopoderoso y omnisciente porque lo conoce todo, sabe que todavía no es el momento. Lo decidirá él y sus súbditos, fieles o parroquianos aceptan y esperan su decisión con devoción e ilusión: no os impacientéis, no tengáis nervios, no sufráis porque su llegada no implicará una crisis institucional. No, su vuelta, la del Mesías, provocará un cataclisme que llevará, por fin, a la independencia de Cataluña.

Queridos conciudadanos, sigamos cuidando nuestra paciencia, porque contra semejante creencia paranoica de los feligreses no hay razonamientos racionales ni explicaciones empíricas. No sirve de nada ni la experiencia, ni los razonamientos, ni la cruda realidad.

Hace ya tiempo que hemos comprobado que aquello que ha entrado en la cabeza de algunos de manera irracional no podemos pretender que salga de manera racional.