Ni los graves achaques de la izquierda ni los indicios tangibles de derechización en Europa podrían disimular la crisis estratégica del centro-derecha clásico. A fuerza de dedicarse a las políticas identitarias, la izquierda pierde su añeja identidad, un factor que contribuye a la derechización de los electorados pero no es menos cierto que en el centroderecha persisten la indefinición y la divisoria entre las élites y los votantes. Inevitablemente, una consecuencia es el debilitamiento del poder decisorio de Bruselas, como en los inicios de un cisma.
Según las encuestas presidenciales, en Francia Marine Le Pen y el poder dialéctico de Eric Zemmour suman más que Macron y Los Republicanos andan descabezados, carentes de contenido. Sin partido, Macron está intentando algo equiparable a una ensalada Waldorf, sin sabor alguno. La polaridad francesa pudiera turbar el rumbo ya algo incierto de la Unión Europea. ¿Reaparecería la Europa de Thatcher o De Gaulle? Lo desean los países de Visegrado.
En Alemania, la crisis de la CDU, ya con Angela Merkel semijubilada, tiene al gran partido democristiano sin saber qué hacer para recabar los votos del electorado juvenil o para detener el crecimiento de las nuevas derechas. En este panorama general, la decrepitud socialdemócrata no representa un auge liberal-conservador. Más allá de la derecha e izquierda clásicas, los nuevos populismos no innovan la política: más bien van quedando lastrados por lo menos creativo del “mainstream” de postguerra. Ese es el “fake” de Podemos, con Pablo Iglesias como exprofeta y Yolanda Díaz como la chica muy aplicada y capaz de una flexibilidad de gimnasta china.
En los Estados Unidos, la victoria de Biden está desnutriendo a la gran derecha y los republicanos parecen desorientados. Un caso que puede ser significativo es el de la congresista Liz Chenney, seguidora de una notable dinastía. Aunque trumpista no ha dudado a la hora de condenar las causas del asalto al Capitolio y que Trump no aceptase los resultados electorales. Sería la renovación desde dentro. En el caso del PP este tipo de problemas no van a darse mientras el concepto siga en manos de Teodoro García Egea.