El Gobierno de coalición de Pedro Sánchez se enfrenta en las próximas semanas a una de las decisiones más difíciles y polémicas de su mandato, la concesión de los indultos a los condenados por el juicio del procés. Y lo hará en contra del criterio de la Fiscalía, que ya se ha pronunciado, del Tribunal Supremo, que en breve comunicará su opinión, igualmente negativa, y sin que tampoco la Abogacía del Estado se haya posicionado a favor, aunque sí apreciando que el daño económico ya ha sido reparado, concretamente los 4,1 millones que les reclamaba el Tribunal de Cuentas. No sabemos qué tipo de indulto se les va a conceder, pero el PP ha anunciado una ofensiva jurídica en contra y ayer mismo afirmó que veía “casi imposible” renovar el CGPJ si el Gobierno aprueba esa medida de gracia, lo que en realidad es una nueva excusa para mantener bloqueado el Poder Judicial. En la política española, pues, la batalla está en marcha y el PSOE va a tener que calibrar muy bien el cómo y ser capaz de explicar el por qué de lo que decida.

Conceder el indulto sin que lo haya solicitado ninguno de los condenados y en contra del criterio de tribunal sentenciador es algo absolutamente excepcional. Lo que parece descartado es un perdón total, porque quien debería avalarlo es el Supremo, que va a oponerse, de manera que la medida de gracia del Gobierno, a propuesta del ministro de Justicia, va a quedar limitada a la pena de prisión, manteniéndose la condena por inhabilitación, es decir, por el delito de desobediencia. Finalmente, hay otras dos variables a tener en cuenta. Primero, que el indulto no va a ser exactamente el mismo para cada reo, pues cumplen penas diferentes, la mayoría, por ejemplo, no han sido condenados por malversación. Y, segundo, bien podría ser que el indulto estuviera condicionado a no volver a cometer hechos similares en un plazo determinado.

Con todos estos elementos encima de la mesa, y cuando muchos de los presos ya han cumplido una cuarta parte del tiempo en la cárcel, un indulto parcial no supone un cambio tan radical en relación a la situación de semilibertad de un tercer grado. El tiempo pasa deprisa, y aunque el Supremo les revocó el año pasado ese beneficio penitenciario con sólidas razones, la semilibertad les va a corresponder de forma inevitable este 2021, sin olvidar que instituciones penitenciarias de la Generalitat va a darles, como viene haciendo desde el primer día, el trato más favorable posible, aunque la pandemia también les ha perjudicado. Pero ahora están en la calle haciendo actividad política cada dos por tres, a la mínima excusa. Por tanto, el indulto parcial no supone un beneficio tan radical para ellos una vez que estén irrevocablemente en tercer grado y, en cambio, contribuye a desarmar el lloriqueo separatista, lo que les ha dado muchos votos. El victimismo es siempre su mejor cemento. Además, el indulto supone la negativa a darles la amnistía que sus partidos y entidades reclaman.

El presidente del Gobierno dijo ayer que los indultos se guiarán por el afán de “concordia” y “entendimiento” y no de “revancha”, con ganas de “mirar al futuro”, de “superar las fracturas del pasado”. Sinceramente, es lo mejor. Supone el gesto de generosidad del vencedor y desarbola la crítica al inmovilismo del Estado, porque evidentemente lo que no cabe es negociar ni la amnistía ni la autodeterminación. Es mejor que estén en la calle porque el Gobierno les ha indultado que en la calle igualmente en semilibertad y con un trato de favor de Justicia de la Generalitat. Es equivocado enfocarlo como una victoria del independentismo como hace la derecha, o como el pago de Sánchez por el apoyo de ERC, lo que sin duda también es cierto. Pero para la sociedad catalana el indulto, que será parcial y seguramente condicionado, es para todos una buena noticia. Corresponde al deseo de pasar página o, por lo menos, intentarlo. Habrán estado en la cárcel durante tiempo considerable y, pese a que han recibido un trato muy bueno, la privación de la libertad es una experiencia personal muy dura, tampoco lo despreciamos. Seguirán sin poder ocupar cargos públicos durante unos cuantos años y, moralmente, supone otra derrota para ellos. Y esa España que pintan siempre como represora y malvada les habrá indultado y librado de estar más tiempo en la cárcel. Que no lo hayan pedido nunca es porque también les hace daño el argumento.