La ratonera
Hoy voy a contar dos metáforas de la actualidad catalana que retratan la cosa política de forma realista. La primera es la ratonera en la que estamos: nos han dado un queso infectado que no nos deja respirar ni vivir. No desde el inicio de la pandemia, sino desde hace casi diez años que estamos instalados en día de la marmota que no tiene final.
La segunda metáfora pertinente es de este final de mayo: Cataluña sigue invernada tras casi diez años que llevamos congelados sin vida, mientras nos hacemos viejos con las horas muertas. Yo tengo vida, estoy bien acompañado y disfruto de una buena vida interior gracias a mis escritos y lecturas. Me faltan horas sin tener que salir de casa. Soy un afortunado. La pena que tengo es que, como catalán, me duelen España y Cataluña, que es una moneda con dos caras, y desde hace diez años con dos cruces imposibles.
Nadie tiene una bola de cristal para saber el futuro inmediato, a medio o largo plazo. Los separatistas están condenados a la prisión mental que tienen, y tendrán eternamente, porque su sueño es imposible. Han infravalorado la potencia de España porque padecen un complejo de superioridad que no es real. La realidad es ésta: la amarga sonrisa de luchar contra el mundo. Los adultos lo saben, pero no lo reconocen. Hay muchos adolescentes a los que se les ha pasado el arroz.
El problema no está en España ni en el mundo, sino en seno de la propia Cataluña, que está dividida en dos. Lo que dice Pere Aragonès i García sobre el derecho a la "autodeterminación" disgustaría a su abuelo, que fue uno de los fundadores en Cataluña de la Alianza Popular de Manuel Fraga Iribarne. Nadie es culpable de lo que hayan hecho sus antepasados...
Uno de los problemas de la coalición de gobierno es que los republicanos son más moderados que la banda del fugado a Waterloo y por supuesto que los antisistema de la CUP, porque ninguno de los tres soportan. Ayer martes la CUP invadió la sede social de ERC en la calle Calabria de Barcelona, en contra del nuevo presisident.