Ciudadanos era un zombi desde que Albert Rivera, que se consideraba a sí mismo como el nuevo líder mundial del centroderecha, se dejó los dientes en las elecciones de 2019. Galicia y Euskadi no ayudaron a revivir al muerto viviente, y tras las catalanas, el zombi naranja presentó su peor cara. Requiescat in pace, Ciudadanos. El invento ha durado 15 años. Fue una gran marca electoral, pero su presencia en el territorio ha sido manifiestamente mejorable. Ni siquiera donde Ciudadanos gobierna, existe. Es solo una marca, un logo. Y una marca y un logo no resisten un vendaval. Lo vimos con UPyD y si nos remontamos más atrás con UCD.
Ciudadanos, tras lo de Murcia, es ya solo una raspa, que durará mientras dure esta legislatura. A Arrimadas solo le queda gobernar el tránsito del sálvese quien pueda. Unos volverán a su casa y otros buscarán acomodo en otras formaciones, pero todos se irán. La diáspora empezará ya mismo y las elecciones de Madrid darán la puntilla a una formación que lo quiso ser todo y no será nada. El problema es que el centroderecha desaparecerá de la política española. Los de Ciudadanos solo podrán optar por la izquierda o por la derecha más casposa, esa a la que siempre han querido combatir.
Pablo Casado, empecinado en ser el líder del centroderecha, ha cedido sumiso y cabizbajo a los movimientos de Isabel Díaz Ayuso, léase Miguel Ángel Rodríguez, léase José María Aznar. El aznarismo ha puesto punto, y final, a las veleidades centroderechistas y ha formado bajo el liderazgo de Ayuso un partido de derechas sin complejos, que apuesta para gobernar con la extrema derecha, a la que copia, sin que se le caigan los pelos del sombrajo, en su discurso más xenófobo, racista y arcaico. Socialismo o libertad, el grito de guerra de Ayuso es todo un ejemplo de lo reaccionario que será el nuevo Partido Popular.
Casado, además de blanquear a la extrema derecha con su inanición, ha bendecido un remake del Tamayazo en Murcia. Todo vale para mantenerse en el poder. Las reglas democráticas son una entelequia. Lo que vale es el juego de vuelo raso. Murcia seguirá teniendo presidente del PP, pero más le valdría a Casado y a Teodoro García Egea empezar a remojar sus barbas porque en Murcia ganó Vox en las últimas generales.
El PSOE inició una tormenta sin tener todas las cartas en la mano. Quizás el movimiento de Ábalos, Santos Cerdán y Bolaños no estaba lo medido que tenía que estar. Fracasó en Murcia y no se estaba preparado para el efecto mariposa que estalló en Madrid. El PSOE no ha estado fino. Quizás porque algunos querían tener un triunfo interno de cara al congreso de octubre. No han escogido un buen camino. Querían blandir una gran victoria para asemejarse a Iván Redondo. No contaron que Iván Redondo solo hay uno. El resto son aspirantes o aprendices. Ahora, estoy convencido de que Redondo se estará devanando los sesos para dar la vuelta a una situación que ha explotado en la cara del presidente del Gobierno. No habrá posibilidad de acuerdos con el PP, Ciudadanos durará lo que durará, en Cataluña ERC se ha subido otra vez al monte empujada por Junts per Catalunya y Podemos está de los nervios. O sea, carajal.
La gran ganadora de esta semana es Isabel Díaz Ayuso, un títere de los que mueven los hilos en el nuevo PP. Es poca cosa. De lideresa no tiene nada, pero mueve bien los labios mientras su ventrílocuo particular lanza sus mensajes. El centroderecha español no existe. En Madrid le irá bien al PP. La incógnita es si también le irá bien en el resto de España a un Partido Popular “extremizado”. El riesgo de ganar Madrid es perder en España, porque los peperos que viven en la almendra de la M-30 no saben que España empieza en los Pirineos. Esto ya se verá, de momento requiescat in pacem, centroderecha.