Normalmente, llegado septiembre, siempre escribo con una cierta esperanza de un nuevo comienzo de año activo con renovadas energías y nuevos propósitos, pero en éste insólito y anormal período que sufrimos debo manifestar mi preocupación por la dramática situación de España con una nueva escalada en contagios de coronavirus y nuevas medidas de confinamiento por comunidades pues el presidente Sánchez necesita descanso y vacaciones y ha depositado en los territorios la responsabilidad sacudiéndosela él de encima. Con un inicio de curso escolar en que nadie sabe cómo, de qué manera y en cuáles condiciones nuestros niños irán a sus clases y a su formación, con una crisis económica que va a explotar inmediatamente encima de millones de españoles, sin saber cuándo y con qué exigencias Europa nos va a rescatar, sin datos del techo de gasto y una lejana perspectiva de aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Todo ello por no mencionar las nimiedades como la impunidad del movimiento ocupa, los ataques sin pudor alguno a la Monarquía, el escenario surrealista catalán, el inimaginable conjunto de delitos y corrupción de Podemos y sus líderes transformados ya en casta, comunista feminista pero casta al fin y al cabo, pues han tardado en enseñar la patita pero cuando lo han hecho ha resultado ser una gorda y peluda pezuña.
Pero si todo ello no fuera poco ahora en Cataluña y en el "Més que un Club Barcelona" ha estallado el caso Messi que tiene en ascuas al mundo del fútbol y hasta puede dar al traste con el procés lo cual han sido incapaces de hacer ni los políticos, ni los agentes sociales ni el poder económico.
No dudo del futbolista mejor del mundo y quizás de la historia Lionel Messi y celebro los innumerables momentos de gloria que está todavía ofreciendo al deporte mundial, ni voy a poner en cuestión las fortunas que ingresa el personaje por ficha, esponsors y marketing porque los hay a centenares y nadie chista mientras la mitad de la población sufre penurias para llegar a fin de mes. El Barcelona lo ha encumbrado, le ha dado la condición de ser supremo y lo ha mimado como oro en paño, y como es lógico, un joven elevado al Olimpo, que puede ser tímido pero no es tonto, se ha convertido en el gran jefe y hechicero de la tribu imponiendo jugadores y entrenadores, ordenando dentro del campo de juego y fuera de él, es decir, el gran gurú al que todos buscan en la jugada. En suma, el que condena o indulta.
Pero veamos, es un niño de la argentina profunda que ha crecido en Barcelona sin perder un ápice de su acento y costumbres, que no se ha integrado en absoluto en la comunidad catalana y que solo vive por el fútbol y el dinero que le otorgue un resto de vida de oro y brillantes. Ha estado los últimos diez años, en los que además ha tenido infinitas ofertas con condiciones económicas astronómicas, soportando amenazas de separación de España y salida de Europa, pitadas monumentales al Rey, a la bandera, griteríos de in-inda-indapandancia, insultos a los españoles, incendios en las calles y todo lo que cuelga y todos sabemos.
Un jugador que se vio obligado a imponer una cláusula en su ficha por la que quedaría libre si el Barça no jugara la liga española ni en Europa, a soportar los aplausos independentistas calladito y quieto al recibir la Creu de Sant Jordi, con un Barcelona en caída libre moral y financieramente, con una ciudad de Barcelona, no venida a menos, venida a cero, unos golpistas en la cárcel o fugados, una Cataluña sin el más mínimo futuro y siempre bajo la amenaza de la secesión de todo lo bueno y potente que tenemos.
Me pregunto, en esas condiciones qué haría yo, qué harían ustedes si les quedaran tres o cuatro años de vida útil para ganar dinero al máximo y, aprovechando la coyuntura del drama y con el presidente y la directiva del club a la greña, sin credibilidad ni autoridad, con un equipo de derribo y amortizado, al que para acabar de rematar le endosaron ocho goles y una humillación histórica.
Pues seguramente haríamos lo mismo que él pretende, abandonar el barco, coger a su familia, hatillo y alpargatas y poner dirección a Italia, Francia, Inglaterra, Emiratos Árabes o Estados Unidos.
Hace ya tiempo que llueve y no nos queremos enterar pues las esteladas y las enfermizas emociones así como el ejército de sátrapas inútiles que nos gobiernan parece que nos impiden la visión de lo que nos viene encima. El procés ha destruido todo lo que a su paso ha encontrado, ha hundido la economía, enterrado el futuro, destapado todas nuestras vergüenzas, pateado nuestro prestigio conduciéndonos a que una parte minoritaria haya convertido a todos los ciudadanos de Cataluña en seres despreciables ante la comunidad internacional, con predicadores de discurso hilarante rayano en la payasada.
Se ha producido en Cataluña un auténtico genocidio cultural en lo político y en lo social cuyos responsables estuvieron y están todavía en la Generalitat, controlan hoy día el Ayuntamiento de Barcelona, abducen a miles de personas de la Cataluña profunda que no ve más allá de TV3 y el cartel de entrada a su pueblo, a los que un par de veces al año los llevan de excursión a Barcelona, secuestran un gran club de fútbol para manejar toda la pasta posible y tener un estadio-mezquita-catedral donde publicar sus evangelios mientras los feligreses están embobados haciendo una ola al malabarista argentino del balón y sus muchachos.
Preparémonos pues para la orfandad ya que hemos dejado crecer demasiado al icono y con él se llevará la llave de la máquina de hacer dinero, la caja para fichajes estará vacía y el Barça cotizará a la baja con lo que la única esperanza es que todos los lazis estelados que cada minuto 17,14 cantan con alegría in-inda-indapandancia se rasquen el bolsillo como ciudadanos a punto de liberarse de la opresión española y con sus riquezas hagan una millonaria inyección al club de sus amores para regresar a la élite, teniendo muy en cuenta que los cracks del fútbol no cobran en perdices ni longanizas.
¿El diluvio ha venido y nadie sabe cómo ha sido, y ahora qué pretendemos, convertir a Messi en nuestro Noé particular?