“Yo soy un príncipe de Orange, libre e impávido, al Rey de España siempre he honrado”
Así acaba la primera estrofa del Wilhelmus, el himno de los Países Bajos, un himno que data de finales del siglo XVI lo que le hace el más antiguo del mundo. Se trata de una apología de Guillermo de Orange, el líder de la revolución neederlandesa contra los holandeses católicos y los españoles. Tan profundos son los lazos entre España y Flandes que los regalos de Navidad se los sigue llevando a los niños San Nicolás en un barco que zarpa desde Alicante y a los que no se portan bien sus padres les amenazan con que el Duque de Alba les secuestrará y se los llevará a España.
Pero la reticencia de Holanda a subvencionar el gasto español no viene de las rencillas de la guerra de los 80 años ni siquiera de la final del mundial de 2010 sino de la desconfianza que generan los sucesivos incumplimientos de España en sus planes de ajuste, acrecentados por la pésima gestión de la crisis actual por una administración tan mastodóntica como ineficiente.
Que un puñado de países pequeños bloqueen un acuerdo auspiciado por Alemania, Francia, Italia y España, que suman más del 50% de la población y el 80% del PIB de los 27 estados miembros, dice mucho de los complejos sistemas de decisión de la Unión Europea que no ha logrado una cesión de soberanía suficiente, ni es de esperar que la logre en un entorno donde el euroescepticismo crece. El primer ministro neerlandes no sólo ha defendido sus principios y los de sus ciudadanos, y su dinero, también ha defendido que Holanda siga dentro de la Unión porque la ultraderecha holandesa euroescéptica es una opción real. Rutte quiere una Europa de oportunidades y no de gasto. Y ahora que no están los británicos, el papel de contrapunto lo ha liderado Holanda, hay quien dice que como tapado de Alemania, seguido por un conjunto de países de tamaño pequeño, que lo han hecho muy bien en lo económico y saben que si ellos tuviesen problemas no tendrían la fuerza sistémica de Italia o España para arrastrar a la UE en su favor. Curiosamente todos los “frugales”, menos Holanda, están gobernados ahora por la socialdemocracia por lo que no es tanto una cuestión de ideas como de gestión.
Y España ha dado muestras más que sobradas de mala gestión. Mal comenzó 2020 aflorando un déficit del 2,8% del PIB en un año de relativa bonanza cuando el compromiso era del 1%, lo que nos sitúa en la posición 111 de los 189 que forman la clasificación. Peor siguió con las promesas de la “contrareforma” laboral en asociación con Bildu. Y el remate ha sido la ineficaz desescalada. No soy partidario de culpar a nadie por el desastre de víctimas, ni siquiera en las residencias, pero sí es manifiesta la incapacidad de despertar la economía anclándose en medidas de la edad media. El confinamiento no es, ni mucho menos, la solución ni el futuro.
La subvención puede servir muy puntualmente y probablemente ahora sea necesaria, pero las ayudas públicas hay que enfocarlas hacia el incentivo. No es lo mismo mantener a todo el mundo sin trabajar que generar trabajos no rentables pero necesarios. No hay que facilitar los ERTE que pueden hacer rentable no abrir sino compensar por las pérdidas de abrir a medio gas. No hay que permitir que quien reciba el IMV deje de buscar trabajo. Y todo esto dando ejemplo. El Gobierno holandés tiene 12 carteras, aquí 22. Su primer ministro va a trabajar en bicicleta sin escolta, aquí se va a los mítines en avión privado y a Zara con 8 escoltas. Tenemos un aparato administrativo tan hipertrofiado como ineficiente. Por haber hay hasta defensores del pueblo municipales, 32 en Cataluña. Exceso de cargos públicos en el gobierno central, en las autonomías, en las diputaciones, en los consejos comarcales, en las entidades supramunicipales, en los municipios…. Televisiones y radio públicas, dinero para asociaciones, grupos de interés y chiringuitos varios, …. ¿Cómo vamos a pedir dinero a otros cuando nos encanta despilfarrarlo?
Finalmente ha habido acuerdo, un acuerdo que es positivo porque demuestra que cuando hay voluntad política se llega a acuerdos y, sobre todo, porque es la primera vez que la Unión Europea se endeudará como tal. No se emitirán eurobonos ni se mutualizará la deuda, pero se ha dado un paso muy importante en esa dirección. A cambio del control de Europa de los países que reciben ayudas, lo cual no es mala noticia con el gobierno que tenemos, y un “cheque” (o sea menos aportación) para los cuatro países frugales más, oh sorpresa, Alemania. Aunque la aplicación de estas ayudas no será un camino de rosas el acuerdo es una buena noticia para España que podrá mitigar el impacto de la crisis pero, sobre todo, para la continuidad de la Unión Europea.