La mesa entre gobiernos que ERC exigió al PSOE a cambio de apoyar la investidura de Pedro Sánchez no le está saliendo del todo bien de cara al desarrollo de una estrategia pensada para hacerse con la hegemonía del independentismo. La idea parecía buena para sus intereses electorales en la línea de apostar por el pragmatismo sin renunciar a nada. Sin embargo, el gen convergente se está adueñando del juego táctico hasta el punto que la reunión de este miércoles servirá más a los intereses de JxCat que a los republicanos.

Lo que inicialmente tenía que ser un diálogo político entre gobiernos, es decir, entre miembros de ambos ejecutivos (ministros y consejeros), ha derivado en una delegación mixta por parte de la Generalitat con la inclusión de representantes de partidos bajo la tutela de Carles Puigdemont. Ahora sabemos que Quim Torra tanteó incluso la posibilidad de que también participasen la ANC y Òmnium Cultural para llevar la situación al límite, pero que esas entidades declinaron la invitación porque les generaba incoherencias. En caso contrario, el president se la habría metido doblada a ERC y hubiera puesto al Gobierno español ante un aprieto mayúsculo.

La delegación final del Govern es contradictoria con la machacona insistencia de los independentistas de que esa mesa tenía que ser entre gobiernos, como sinónimo de iguales. Su composición final es una maniobra de Torra y Carles Puigdemont para desplazar el protagonismo de los republicanos. No es menor el hecho de que participe Josep Rius, que fue el jefe de gabinete del expresident, persona de su máxima confianza, pero que ahora ni tan siquiera es diputado. También estará otra puigdemontista, Elsa Artadi, diputada y concejal de JxCat en el Ayuntamiento de Barcelona. En el lado de los diputados republicanos irán Josep M. Jové y Marta Vilalta, que formaron parte de la comisión que negoció con el PSOE el acuerdo para la investidura.

El papel de Pere Aragonès queda reducido al de mero acompañante de Torra en las reuniones, a las que solo asistirán cuando haya que ratificar algún acuerdo. Entre tanto, el mayor peso institucional ante los ministros del Gobierno español lo tendrán los consejeros Alfred Bosch y Jordi Puigneró.

Con una diferencia importante, mientras el primero no pretende ser candidato a la presidencia de la Generalitat, el segundo aparece en todas las quinielas de los posibles cabezas de cartel de JxCat. Puigneró bien podría ser el candidato efectivo de un candidatura liderada por Puigdemont como reclamo electoral.

La reunión de este miércoles no ofrecerá resultados. Solo una foto con 16 personas sentadas en una larga mesa. Se enunciarán temas y exigencias. Por parte del Govern, lo de siempre: autodeterminación y amnistía. No se convendrá nada más que volverse a reunir, ya sin la presencia de Torra ni Aragonès, sin Sánchez ni Iglesias. La auténtica incógnita es cómo el Gobierno español enfocará el encuentro para seguir ganando tiempo a fin de que ERC no encuentre ninguna dificultad insuperable para votarle los Presupuestos.

A eso se resume ahora mismo dicha mesa. A un trágala que Sánchez y el PSOE han tenido que aceptar, haciendo de la necesidad virtud maquillada bajo la idea del “reencuentro”. Y a una maniobra de última hora de Torra para hacerse con su control, cortando en seco el protagonismo de ERC con el fin de relanzar a JxCat de cara a las próximas autonómicas exhibiendo intransigencia negociadora con un nuevo candidato efectivo que acompañe a Puigdemont. La mesa, pues, reducida a un mero artefacto electoral.