Pensamiento

El presidente egoísta

8 enero, 2015 08:31

Ya ha llegado 2015 y todo aquello que nos hace a los catalanes más pequeños y más desafortunados todavía persiste. Nuestro presidente autonómico, el Sr. Mas, aquel político interesado que ha escogido ser sólo el presidente de unos pocos y no el de todos los catalanes, como es su obligación, sigue mareando la perdiz, en un camino que más bien parece el descenso de Dante a los infiernos que el resplandeciente camino de la libertad. Mire, Sr. Mas, si usted quiere tirarse de cabeza hacia el olvido y la ignominia, es libre de hacerlo, pero no tiene ningún derecho para arrastrar a los catalanes con usted. Los catalanes siempre hemos sido gente sensata, respetuosa y educada, y como tales hemos querido ser, durante bastantes siglos, la mejor parte de España... hasta que llegaron ustedes y su ideología secesionista rebosante de odio y de supremacismo. Los catalanes queremos ser libres, ¡claro que sí!, pero queremos ser libres de todos aquellos que, como usted, manipulan, censuran, adoctrinan y hacen falsa propaganda desde las instituciones y desde los medios de comunicación y asociaciones afines pagadas con el dinero de todos; queremos ser libres de aquellos que, como usted, quieren dividir y enfrentar a los catalanes; queremos ser libres de aquellos que, como usted, nos quieren separar de nuestro país, España, y de nuestras familias y amigos; queremos ser libres de aquellos para quienes una idea obsesiva está por encima de atender a las personas, sus necesidades y la economía; queremos ser libres de aquellos a quienes los ciudadanos no les importamos nada en absoluto si no es para esquilmarnos; en definitiva, queremos ser libres de gente como usted y de todos sus ganapanes, adláteres y marionetas que sólo buscan su interés personal y nunca el general.

El grandísimo y polifacético literato irlandés Oscar Wilde, en su cuento ‘El gigante egoísta’, nos explica como los niños jugaban en el florido y hermoso jardín de un gigante que se había ido hasta que un día éste vuelve, echa a los niños y levanta un muro que lo rodea, prohibiendo a los niños jugar en él

Nosotros, es decir, la parte mayoritaria de la sociedad catalana (como quedó patente en el ilegal butifarrèndum), no le queremos ni a usted, Sr. Mas, ni a todos aquellos que son como usted, por la misma razón que Lech Walęsa no quería a los políticos y a los colaboracionistas del execrable régimen comunista, dictatorial y falto de las libertades más básicas como la de la libre expresión y la de pensamiento; no en vano en la lectura de aceptación (llevada a cabo por su mujer por el miedo de Walęsa a no poder volver a Polonia) del Premio Nobel de la Paz que se le concedió en 1983 dejó patente el porqué: “Buscamos la libertad de convicciones -y es por eso que nunca hemos tratado de esclavizar la conciencia del hombre como tampoco trataremos de hacerlo jamás”. Mire, usted, en su viaje hacia la nada, en su camino sin retorno, mediante la escuela catalana (eufemismo del adoctrinamiento en las raíces de la inexistente “nación catalana”), la inmersión lingüística (eufemismo de la erradicación del español en la educación, la cultura y la sociedad catalanas), la manipulación mediática y la propaganda ‘goebbeliana’ (que sufrimos a todas horas de manera institucional), trata sin ambages de esclavizar las conciencias de los catalanes. Pero, contra todo pronóstico, la mayoría hemos resistido y no nos hemos dejado manipular, porque los catalanes somos gente sensata, responsable y entendedora.

El grandísimo y polifacético literato irlandés Oscar Wilde, en su cuento ‘El gigante egoísta’, nos explica como los niños jugaban en el florido y hermoso jardín de un gigante que se había ido hasta que un día éste vuelve, echa a los niños y levanta un muro que lo rodea, prohibiendo a los niños jugar en él. Llega el invierno y la nieve lo cubre todo. Pasan los meses y los niños no tienen donde jugar, pero el gigante sigue negándose a dejarles entrar. Llega la primavera y todos los campos se llenan de flores y de pajaritos que cantan gozosos. Todo florece excepto el jardín cerrado del gigante, donde el invierno se perpetúa y ningún pájaro canta. Nunca llega ni la primavera ni el verano, siempre es invierno. El mal tiempo termina dañando tanto la casa del gigante como el muro que rodea el jardín. De repente deja de granizar y el viento del norte se detiene y el jardín comienza a florecer y los pájaros se apresuran a cantar: por una rendija del muro los niños han entrado en el jardín y juegan alegres. El gigante entonces se da cuenta de que ha sido muy egoísta y derrumba el muro para que así los niños puedan jugar siempre que quieran. Cataluña es hoy en día, desgraciadamente, un jardín cerrado que el presidente egoísta Mas ha condenado al invierno eterno. Sin embargo, los catalanes esperamos pacientemente a que estos niños, alegorías del entendimiento, la sensatez, la tolerancia, el respeto, la concordia y la convivencia, se abran paso por la hendidura y puedan jugar de nuevo en su jardín, nuestro jardín, y ciertamente no tardarán mucho en hacerlo.

Wilde, injustamente condenado en la cárcel de Reading por el único hecho de ser homosexual, escribió en su conocida y triste balada una descripción que le va que ni pintada al presidente Mas:

“Yo solamente sabía qué obsesivo pensamiento
apresuraba sus pasos y porqué
él miraba hacia el día resplandeciente
con ojos tan melancólicos;
aquel hombre había matado lo que amaba”

Y es que usted, presidente egoísta, con su obsesión enfermiza, está matando lo que amamos todos, ¡nuestra tierra, Cataluña! ¡Márchese antes, por favor! Porque mientras que usted quiere matar Cataluña y nuestras libertades levantando muros y fronteras, Walęsa en 1989, desde la tribuna del Congreso de los Estados Unidos, le dijo al mundo entero lo opuesto a lo que predica usted, que aquellos que saltaban vallas y derribaban muros lo hacían porque la libertad es un derecho humano al que no se puede renunciar.