Pensamiento
Ardor patriótico
El ardor patriótico ha llegado. Las soflamas sustituyen el hasta ahora omnipresente diálogo de sordos entre Madrid y Barcelona. Artur Mas rodeado de la plana mayor del soberanismo ha culminado su fractura. Una fractura amparada por el pacto electoral CiU-ERC que el sábado se visualizó en el Palau de la Generalitat. Una buena masa de ciudadanos ansia una salida a esta situación pero los nacionalistas catalanes no están interesados en encontrarla. Les basta con agitar los ánimos que prometen la Arcadia feliz.
Artur Mas se ha dedicado a pervertir el lenguaje para dar un barniz de legalidad y democracia a lo que simplemente es un desafío al estado
Durante estos años, Artur Mas se ha dedicado a pervertir el lenguaje para dar un barniz de legalidad y democracia a lo que simplemente es un desafío al estado. Los nacionalistas se apropian en primer lugar de la soberanía. Ya no reside en el pueblo español sino en el pueblo catalán. Se podrá decir que es una barbaridad pero es su leitmotiv: no hay independencia si no hay soberanía.
El referéndum separatista se convierte en consulta. Dicen que no vinculante. Pero es que los referéndums en España tampoco son vinculantes. Se presenta una pregunta en la que los votantes del 'no', no pueden decir no a la independencia. Se viste todo de democracia, de derecho a decidir, cuando en realidad están hablando del derecho de autodeterminación. Se atenta contra la democracia, la legalidad y la Constitución de todos, pero es que el nacionalismo quiere salirse de la Constitución y de la legalidad españolas y apuesta por una democracia sólo catalana.
Hemos llegado a estos momentos por la irresponsabilidad de nuestros gobernantes que han convertido la política en un juego de órdagos en lugar de un juego de soluciones
Todo esto viene a cuento, para exponer las dificultades de encontrar una salida a la situación. El nacionalismo está enrocado y el gobierno de Rajoy también. Hemos llegado a estos momentos por la irresponsabilidad de nuestros gobernantes que han convertido la política en un juego de órdagos en lugar de un juego de soluciones. Además, los nacionalistas juegan también con un elemento de agitación y propaganda en forma de lo que llaman “sociedad civil” que no es otra cosa que la presión en la calle a los ciudadanos. Sobre todo, a los que no piensan como ellos. Se presiona y se obtiene el silencio. La calle es suya excepto por algunas honrosas excepciones. Hablan de que son la mayoría, pero son solamente los secesionistas. Hay otra mayoría que quiere un referéndum pactado y que apuesta por soluciones que no pasan, obligatoriamente, por la secesión.
El 9N el nacionalismo lo ha convertido ya en un nuevo acto electoral henchido de amor patrio. No se podrá celebrar la consulta pero se llevará la agitación a la calle. Sacarán las urnas aunque sepan que no tiene valor jurídico. Lo tendrá político. Será su antesala de la convocatoria de elecciones con lista conjunta. Mientras Rajoy y su gobierno solamente se oponen con la legalidad dejando la política para otra ocasión. Y la salida pasa por la política y por huir del adoctrinamiento de las masas. Hay otra Cataluña. Hay una Cataluña perpleja que no quiere seguir como hasta ahora pero tampoco quiere la secesión. Que no quiere más recortes y tampoco cree en promesas idílicas. Que no acepta la corrupción. Ni la de los que meten la mano en la caja aunque se llamen Pujol ni de la los que destruyen el estado del bienestar. Hay otra Cataluña que en este referéndum no tiene voz. Y que Madrid tampoco los representa.