Pensamiento
Decálogo para sobrevivir en una Cataluña independiente
1.- No rompa o tire su DNI español. Usted tiene la nacionalidad española y la podrá seguir manteniendo, a pesar de la independencia e incluso siendo un fanático independentista. Ello le conviene pues le permitirá gozar de muchos privilegios que la nueva "Estructura de Estado" catalana será incapaz de proporcionarle. Un Estado no se construye de la noche a la mañana y las carencias del nuevo Estado serán más que notorias. Cataluña tardará como mínimo unos 20 años en entrar en el espacio Schengen, por tanto, la circulación por Europa le será más sencilla con el DNI español. Se evitará muchas colas en consulados, y no es probable que todos los países del mundo pongan una embajada en Barcelona.
2.- Igualmente, no se desprenda de su pasaporte español. Ello le permitirá tener menos dificultades al llegar a la frontera en Fraga. Pues una vez cruzado el Ebro le considerarán compatriota y le registrarán y le tocarán menos que a los que meramente sean "catalanes" de nacionalidad. Por otro lado, las 48 "embajadas catalanas" actuales no cubren el espectro de países que posiblemente desearía visitar. Así, los más de 150 países restantes podrá visitaros sin reparos con el pasaporte español (a malas busque una funda que ponga "passaport català", y así tranquiliza su conciencia). También, si utiliza el pasaporte español, se ahorrará mucha saliva explicando qué es "Cataluña". Aunque no se lo crea, es muy cansino estar todo el día fuera de la Península dando detalles geográficos de dónde se halla “Catalonia”, que no tiene nada que ver con Messi, etc.
3.- No lance a la basura ni queme sus euros. La nueva moneda catalana (posiblemente denominada "peçeta"), sufrirá una devaluación tal que necesitará muchos kilos de ellas para compensar un euro. El euro podrá seguir utilizándolo en España y se evitará estudiar y calcular engorrosas tablas de cambio (lo más seguro es que se monte un suculento mercado negro de divisas para cambiar peçetes por euros). Las “peçetes” tarde o temprano o no valdrán nada o bien le servirán para venderlas a coleccionistas de monedas raras. Posiblemente, con el tiempo, Cataluña volverá a integrarse en España, y así evitará un nuevo cambio de monedas.
4.- No se le ocurra comprar deuda pública catalana, pues no hay materias primas ni oro que la respalde, más bien una deuda descomunal. Incluso si es independentista le saldrá más a cuenta comprar deuda pública española.
5.- No abandone el castellano, sea o no su lengua materna. Tarde o temprano tendrá que viajar por el resto de la Península, hacer negocios, rellenar papeleo, etc … Le conviene seguir siendo bilingüe y eliminar el acento catalán, pues con la independencia lo más seguro es que le miren mal si mantiene ese deje sospechoso que nos delata a los catalanes. Si consigue un acento castellano impoluto no tendrá que estar justificándose cada vez que vaya a España, diciendo que usted es catalán "pero de los buenos". También tendrá la ventaja de tener abierto un mercado de más de 400 millones de hispanohablantes. Incluso en países con el catalán como lengua propia y oficial (léase Andorra), le acabarán hablando en castellano si paga con tarjeta de crédito. ¡Ah! y en los hoteles catalanes, como los trabajadores aprenderán idiomas extranjeros, también le podrán atender en lengua castellana.
6.- Si es universitario no se le ocurra tirar su título por aquello de que se lo ha concedido "el Rey de España". En caso de quemarlo o destruirlo, le sería muy difícil que se lo homologaran en cualquier país europeo. Incluso si un día quiere ir a trabajar a España seguirá siendo válido ahí. El Espacio Europeo de Educación Superior le permitirá trabajar en cualquier Estado europeo con el título español actual. El título catalán, de momento, tendrá que pasar bastantes filtros y exámenes de homologación hasta que Cataluña no entre en Europa (eso si el veto del Estado español no lo impide in aeternum).
7.- No pierda su historial laboral y conserve sus nóminas. Es preferible que el cálculo de su jubilación se lo hagan desde la tesorería de la Seguridad social española, aunque sea usted más independentista que Macià. Si el Estado español y el catalán no llegan a un acuerdo, la Caja de la Seguridad social se la quedará el Estado español y, por tanto, su jubilación se volverá a calcular desde cero el año de la independencia. Rece para que sea muy joven y le dé tiempo de cotizar 35 años desde la independencia hasta su jubilación. En caso de duda, aunque su corazón sea independentista, le conviene mantener la nacionalidad española, al menos hasta que le garanticen que cobrará la jubilación.
8.- Busque un amigo o familiar que tenga su domicilio fuera de Cataluña y empadrónese allí. Así podrá pagar sus impuestos en España, que seguramente serán más baratos, y las multas le llegarán a otro país. Si mantiene las cuentas en un entidad española, lo más seguro es que no le embarguen las cuentas. Eso sí, no podrá votar en Cataluña, pero no creo que le importe, porque los partidos permitidos serán todos muy parecidos, vamos, independentistas. A malas puede mantener un doble empadronamiento, pues el Estado español y el catalán seguro que no cruzan los datos. En la medida que se acerque la independencia, pase sus fondos, ahorros y cuentas a una entidad española, para evitar un posible corralito.
9.- No tenga reparos para que sus hijos vayan de Erasmus a Sevilla o Madrid. Ni siquiera haga ascos si deciden casarse con una española. La mezcla de “razas” es buena y la endogamia suele acabar degenerando los linajes. Aunque usted sea más que independentista intente que sus hijos o nietos casados con una española mantengan la doble nacionalidad. La experiencia demuestra que es muy ventajoso tenerla, aunque se odie a una de ellas. Hágalo por sus descendientes queridos y facilíteles su futuro.
10.- Decida si quiere ser republicano o monárquico. No sé sabe por qué, pero se ha dado por supuesto que el Estado catalán independiente ha de ser una república. Pero si la independencia se fundamenta en los agravios de 1714, se debería buscar algún descendiente austracista. De hecho, las descendientes de Carlos Pío de Habsburgo-Lorena y Borbón (de la rama de los Austrias que vivió y falleció en Barcelona a mediados del siglo XX), Alejandra Blanca y María Inmaculada, viven en Cataluña. Parece lógico que el Principado de Cataluña (con mucha más tradición que la República catalana), siga siendo un Principado que reclame la legitimidad austracista. Si no, nos tocaría escoger como “President de la República” a Pujol, Mas o Junqueras. Y la verdad, está difícil la cosa.
Siga escrupulosamente este decálogo y la independencia se le hará más llevadera. Vamos, incluso ni la notará.