Pensamiento
A Europa no tenemos que explicarle Cataluña
En Europa no son tontos. No tenemos que explicarles lo que es Cataluña. Ya no hace falta correr 42 quilómetros para llegar a Atenas para explicar cómo se desarrolló la última batalla. Las noticias llegan antes. Hay de todo. Se han inventado, incluso, sistemas para transmitir en directo a través del teléfono móvil la conversación que mantienes con la persona que tienes delante. Por tanto, los europeos que lo desean ya saben qué es y qué pasa en Cataluña.
Por eso, desconfío de las grandes campañas que se ponen en marcha, en los últimos tiempos, para explicar Cataluña al mundo. Las hay de dos tipos: las que quieren presentarnos como el paraíso que atraerá a rusos y turistas de todo el mundo y las que quieren presentarnos como un país que quiere ser independiente del Estado del que forma parte ahora: España.
A los turistas les interesarán las primeras y a los estudiosos de los movimientos sociales y políticos, las segundas.
Europa necesita que vayamos a decirle qué podemos hacer por ella. Lo que Europa puede hacer por nosotros hace tiempo que lo sabe. Ella y nosotros
La experiencia enseña que por mucho que nos esforcemos costará hacer llegar a la gente de la calle de otros países ideas sobre Cataluña y España diferentes de cómo nos dibujan los clixés y los tópicos. En Alemania o el Reino Unido aún se publican informaciones especulando sobre la tradición de la siesta en España y muchos europeos aún creen que somos unos gandules y que nos dilapidamos en fiestas el dinero que nos envían los esforzados trabajadores del norte. Del mismo modo que aquí hay mucha gente que cree, a pies juntillas, que los nórdicos son gente seria y ajena a todo tipo de corrupción y holgazanería.
Quien quiere entender cómo va el mundo, cómo funciona la economía o la política en algún rincón del planeta tiene que trabajárselo. De nada sirven los dossiers incluidos en la prensa internacional o las grandes explicaciones de las marcas "Cataluña" o "España" en actos oficiales y visitas empresariales programadas.
El mundo descubrió que Barcelona era una ciudad competente cuando organizó los Juegos Olímpicos de 1992 de forma impecable. Pero unos Juegos Olímpicos no se organizan cada día y, por lo que parece, Madrid no lo hará nunca.
Por eso, cuando CiU propone a ERC que hagan una candidatura conjunta en las próximas elecciones europeas, para explicar en Bruselas que Cataluña quiere la independencia, se equivoca. Europa necesita que vayamos a decirle qué podemos hacer por ella. Lo que Europa puede hacer por nosotros hace tiempo que lo sabe. Ella y nosotros. Pero no quiere hacerlo. Se trata de tragarse la política de austeridad que nos ha enviado a la miseria en los últimos cinco años.
Eso sí que hay que explicarlo en Bruselas. Desde Cataluña y desde cualquier rincón de la Unión Europea.