Pensamiento
Vinagre catalán
El personaje se llama Detritus. Ustedes perdonen esta cita a mi subconsciente infantil de los libros de Astérix. El personaje, de rostro avinagrado, conseguía la sospecha, la desunión y la riña de sus semejantes por donde quiera que apareciese con sus artes, provocando desmoronamiento a su alrededor. El desastre.
Como el de Convergencia i Unió, un partido que dominando los resortes del poder y la comunicación en Cataluña, perdió 16 escaños nada más llegar el personaje, 12 después del terrible tripartit y, según la última encuesta de La Vanguardia, 14 más ahora en caso de celebrarse ahora (¡ay!) sus elecciones plebiscitarias. Y cayendo.
"Nos roban desde siempre", dice el catecismo de CiU. A día de hoy, sabemos que el botín está en Suiza en cuentas de padres y músicos de la patria
Bueno, puede ser una mala racha de dos legislaturas... Pero hay más. La población, los vecinos de escalera. Si antes la riña se reservaba para el asunto anual del ascensor o los buzones en la junta de propietarios hoy es diario con bandera sí, bandera no. De España o de Cataluña. O las dos. Con estelada o sin ella, ese afán canino de marcar el territorio parece que ha cundido más que los geranios tradicionales del balcón.
Y sigue la racha. La sospecha de que el país entero vive rodeado de ladrones. España primero, Europa después. "Nos roban desde siempre", dice el catecismo de CiU, haciéndose preguntar -a quien tiene capacidad crítica- qué puñetas hacía el partido de este señor, bien siendo connivente con ese supuesto saqueo durante 23 años de gobierno, bien siendo tan tonto y ciego como para ignorarlo durante tantos años de botín. Un botín que, a día de hoy, sabemos que está en Suiza en cuentas de padres y músicos de la patria.
El efecto final de la racha es inaudito: conseguir la brecha... ¡en el PP! sobre el modelo de financiación en el debate entre Alicia Sánchez-Camacho y María Dolores de Cospedal. El efecto del ácido acético del vinagre siempre es corrosivo.