Un puñado de mujeres migrantes hispanohablantes ha provocado la ira de los defensores del monolingüismo en catalán. Esas latinas es la obra de un grupo de teatro femenino y desacomplejado que confiesa no dedicarse a la actuación, pero está determinado a denunciar lo que viven y sienten como una discriminación por ser migrantes.
Esta semana las componentes de Teatro sin papeles se subieron a un escenario en Barcelona para mostrar a través de punzantes e irónicos diálogos su visión de la sociedad a la que llegaron en busca de una oportunidad. Esas mujeres no se han educado en una escuela catalana, ni ven TV3 desde que eran pequeñas, ni han oído y escuchado diariamente la misma cantinela de políticos e influyentes sobre los poderes mágicos de hablar, estudiar y vivir solo en catalán.
Ellas no tienen esa mochila y sus duras experiencias personales les permite ser críticas y plantear lo que ven y padecen crudamente. Y lo hicieron, se atrevieron a burlarse de la imposición lingüística para denunciar lo que a ellas y a otros muchos migrantes y nacionales se les niega cuando van a un CAP o a un hospital. Cuando el informe médico, las instrucciones para una colonoscopia o las pautas de una medicación te las dan en catalán y has de pedirlas en castellano. O cuando te diriges a la administración pública y los formularios disponibles están todos en catalán y los funcionarios no cambian de lengua a pesar de que tú te diriges a ellos en castellano.
¿Dijeron alguna mentira? No. En Cataluña has de justificar por qué pides cualquier información en español. Ya se sabe que cuando alguien piensa que no tienes derecho a algo suele pedirte explicaciones que acrediten que tu petición tiene algún sentido. Pues su atrevimiento, viniendo además de unas mujeres migrantes que “deberían estar agradecidas” de que esa Cataluña “solo en catalán” les dé trabajo (¿les suena?) ha sido una patada en la espinilla a los que sufren de intolerancia lingüística.
Una vez lanzada la primera llamada al orden, se han ido sumando tuiteros anónimos, pagafantas del nacionalismo, personajes de pseudoizquierdas y políticos nacionalistas encantados todos ellos de poder señalarlas e invitarlas a irse a “Madrit”, acusarlas de catalanofobia y de formar parte del ejército españolista que acabará con el catalán.
El Ayuntamiento de Barcelona, organizador del acto en el que se representó esta obra, ha pedido disculpas. Leyendo el mensaje de Collboni noto en falta una imagen que lo acompañe, una de él mismo de rodillas implorando perdón ante el cónclave de líderes supremos que trabajan por una Cataluña monolingüe. Consiguió el perdón de al menos uno: el consejero de Política Lingüística avanzó unos pasos, posó sus manos en la cabeza del alcalde y le perdonó al ver su sentido arrepentimiento por el error de confiar en estas mujeres desagradecidas.
En el año 2020 el payaso Tortell Poltrona en el pregón de Barcelona llamó inadaptados y con problemas mentales a aquellos que pensaran que el castellano era una lengua de Cataluña. Collboni pidió perdón también, aunque tardó 48 horas. En aquella ocasión señalaba que, a pesar de todo, respetaba la libertad de expresión del pregonero.
Pero eso es pasado, porque ahora el ayuntamiento ya no la respeta. La segunda teniente de alcalde, Maria Eugènia Gay, a la pregunta de los periodistas sobre si conocían el contenido antes de la representación, respondió que "este gag obviamente no estaba" durante la supervisión previa (¿censura?).
Ese fue el gran error del consistorio, dar por supuesto que, a unas mujeres empoderadas y migrantes con un grupo de teatro creado para denunciar discriminaciones de todo tipo, se les iba a ocurrir tocar el tema tabú. Pero es comprensible, porque el resto de los ciudadanos de Cataluña ya sabemos que “eso no se toca”. “Eso” lo hemos aprendido en la escuela, en TV3 y nos lo dicen a diario desde el Parlament de Cataluña aquellos que dicen representarnos, incluso aquellos progresistas tan sensibles al acoso a las mujeres e inmigrantes en general, que, o se han unido a la jauría o han estado bien calladitos desde el jueves.
Lo que sí parece es que ninguno ha advertido que en esas escenas también había una dedicada a lo que estas mujeres consideran “equivocada visión“ del Descubrimiento de América o Colonización. Pero, mira por dónde, nadie las ha acusado de hispanofobia o las ha invitado a volverse a su país por expresar su opinión sobre el tema. ¡Hay que ver cómo somos los que hablamos la lengua del imperio!