Tom Verlaine en la portada de uno de sus discos

Tom Verlaine en la portada de uno de sus discos

Músicas

Tom Verlaine

El guitarrista fundó uno de los grupos más interesantes y peculiares de la década, Television, que luego disolvió

1 noviembre, 2021 00:00

Nació con el nombre de Thomas Miller (Morristown, Nueva Jersey, 1949), pero cuando se apuntó al rock & roll adoptó el apellido Verlaine en honor del decadente poeta francés amigo de Rimbaud y reconociendo la influencia de Robert Zimmerman cuando pasó a llamarse Bob Dylan. Como Tom Verlaine, ya instalado en Nueva York, fundó uno de los grupos más interesantes y peculiares de la década, Television, que grabó dos discos seguidos extraordinarios, Marquee moon (1977) y Adventure (1978), y luego se disolvió (aunque hubo un reencuentro en 1992 con un álbum titulado, simplemente, Television, que no tuvo continuidad). Su carrera en solitario gozó de un comienzo muy prometedor con un disco a su nombre en 1979 y luego se fue difuminando en una serie de álbumes que pasaron desapercibidos hasta 2006, año en el que grabó el último hasta la fecha (que yo sepa). Aunque no podemos hablar de Verlaine como un one hit wonder, lo cierto es que, por lo menos para mí, ha pasado a la historia del pop por Marquee moon.

Television fue uno de los grupos que se dio a conocer en el célebre (y difunto) local del Bowery CBGB. Tuvo su público, pero encontró en la prensa y en ciertos críticos un aliento que no bastó para que la banda se hiciera famosa. Al principio formaba parte de ella un amigo íntimo de Verlaine, Richard Hell (que no se llamaba Hells, sino Meyers, quien luego formaría The Voidoids y se marcaría ese pedazo de himno generacional que sería Blank generation), pero el señor Infierno fue despedido antes de que Television grabara nada por su conducta desordenada y su intensa relación con las drogas y el alcohol, que lo convertían en un músico poco fiable, aunque no fuese un mal bajista. Lo sustituyó Richard Lloyd y Television grabó su primer y glorioso álbum en 1977, álbum marcado por una actitud musical back to basics (dos guitarras, bajo, batería y nada más) cuya principal seña de identidad era la manera de tocar su Telecaster que tenía el señor Verlaine y que convertía a ese instrumento, junto a su voz, aguda y quejosa, en la base de sus mejores temas, como Venus de Milo y, sobre todo, See no evil, donde un prodigioso solo de guitarra a cargo del líder del grupo te hacía pensar que Lou Reed estaba en lo cierto cuando dijo en una de sus canciones aquello de que la electricidad viene de otro planeta.

Hay algo mágico en ese disco grabado en estado de gracia que es Marquee moon, como lo hay en algunos temas del primer disco de Verlaine en solitario (el larguísimo solo final de la melancólica y grandiosa Last night es impresionante y pone los pelos como escarpias), pero la magia se fue perdiendo a lo largo de una carrera irregular marcada por una experimentación que a veces llevaba a alguna parte y a veces no. Sin duda, fue el guitarrista más original de la new wave neoyorquina, pese a haber llegado tarde a la guitarra, un instrumento que al principio despreciaba, habiéndose iniciado con el piano y, tras escuchar a Stan Getz, el saxofón. Solo descubrió las posibilidades del instrumento que le haría pasar a la historia después de escuchar a los Rolling Stones con suma atención.

La última vez que estuve en Nueva York me lo crucé por las calles de Manhattan. Dos veces. La segunda estuve a punto de abordarle para agradecerle lo feliz que me había hecho a los 21 años con Marquee moon, pero me contuve a tiempo. Había ganado peso (cosas de la edad), pero seguía luciendo el mismo aspecto desaliñado de su juventud y su mirada no parecía enfocar nada en concreto. Pensé que podría haber tenido una carrera como la de David Byrne, pero que tal vez no era eso lo que deseaba. ¿Qué podía saber yo al respecto si el único dato personal que tenía de él era que había sido novio de Patti Smith durante una breve época?

Chispazos ulteriores demuestran que su inspiración no se acabó con los dos primeros discos de Television, pero Tom Verlaine siempre me ha parecido un tipo con mucho potencial que se perdió por el camino, mientras iba perdiendo también a sus seguidores. En cualquier caso, siempre me quedará Marquee moon y ese riff brutal de See no evil con el que, prácticamente, tocabas el cielo. Sobre todo, si te habías tomado alguna sustancia estimulante, ya fuese legal o ilegal.