Estatua de 'The Beatles' en Liverpool

Estatua de 'The Beatles' en Liverpool

Música

The Beatles

Echo la vista atrás y sigo pensando que los Beatles son el único grupo en toda la historia del pop en cuyos discos no hay ni una sola canción mala o simplemente mediocre

8 enero, 2023 23:00

Con ellos cambió todo. No es que antes no se hubiesen producido fenómenos parecidos (pienso en Elvis o en Sinatra), pero lo de los Beatles fue, al mismo tiempo, un punto y aparte y el principio de algo que no hubiese sido lo mismo en su ausencia. En España, la larga postguerra terminó a principios de los 60 con el turismo internacional y la aparición de los Beatles y todo lo que vino a continuación. Y en su Inglaterra natal…Para eso hay que recurrir al célebre poema Mirabilis, de Philip Larkin: Sexual intercourse began/ in ninety sixty three/ which was rather late for me/ Between the enda of the Chatterley ban/ and the Beatles´s first lp (Las relaciones sexuales empezaron/ en mil novecientos sesenta y tres/ algo tarde para mí/ cuando acabó la prohibición de Chatterley/ y salió el primer elepé de los Beatles.

El tono irónico del poeta no ocultaba lo que era una nueva realidad, aunque no lo pareciera al principio: gracias, principalmente, a los Beatles –cuatro chavales de Liverpool-, la sociedad occidental en general y la juvenil en particular iba a dar un notorio paso adelante con el que no solo cambiaría la música que se escuchaba mayoritariamente, sino también las costumbres y la manera de ver las cosas. Lo de los Beatles fue una revolución incruenta que, con la colaboración de Bob Dylan en los Estados Unidos, iría mucho más allá de una moda musical a la que los agoreros viejunos otorgaban una vida muy corta. Puede que el rock y el pop, tal y como lo planteaban los grupos y cantantes de los años 60, haya pasado a mejor vida estos últimos años, pero su importancia y su duración han sido innegables durante casi medio siglo: serían infinidad los músicos valiosos que no se habrían atrevido a dar un paso adelante sin el ejemplo de Dylan y los Beatles.

Personalmente, sigo considerando a los Beatles una especie de milagro de esos que solo se dan de uvas a peras. Sinatra sucedió a Bing Crosby. Elvis se sirvió de influencias negras que en sus tiempos más valía no citar y que también estaban en el origen de los Beatles (y los Stones), pero que enseguida evolucionaron, en el caso de los Fab Four, hacia temas propios surgidos del encuentro casual de dos chavales de una ciudad de provincias británica llamados John Lennon y Paul McCartney. No sé cuántas posibilidades había de que en Liverpool se originara el cambio más trascendental del siglo XX en la música popular, pero así fue sin ningún género de dudas, pues sus discos se vendían como rosquillas en países en los que casi nadie hablaba una palabra de inglés (como la España de la época). Y es que escuchar a los Beatles (y a Dylan, y a los Stones, y a los Kinks) iba mucho más allá de una súbita pasión musical e incidía en lo sociológico: escucharlos, ser fan, mostraba una posición ante la vida que era privativa de un sector, la juventud, al que hasta entonces no se le había hecho mucho caso (pudo influir el hecho de una mayor liquidez económica de los adolescentes, en comparación con quienes los precedieron). Aunque ahora parezca ridículo, la toma de postura a favor del pop te señalaba en los años 60 como un sujeto sospechoso de algo turbio y, si me apuran, hasta como un enemigo del estado, la tradición y las buenas costumbres.

Echo la vista atrás y sigo pensando que los Beatles son el único grupo en toda la historia del pop en cuyos discos no hay ni una sola canción mala o simplemente mediocre. Las meteduras de pata, en todo caso, surgieron tras la separación en 1970, cuando cada uno de ellos empezó a publicar discos más o menos interesantes, pero que nunca llegaron a la brillantez de lo que consiguieron juntos (Ringo ni lo intentó: cuando los demás sacaron su primer elepé en solitario, intentando dar lo mejor de sí mismos, él se contentó con un disco con las deliciosas antiguallas que cantaban sus padres en el pub cuando eran jóvenes).

El asesinato de John Lennon fue, en cierta medida, el final de una historia. Me pilló en Estados Unidos (acababa de llegar a Los Ángeles tras unas semanas en Nueva York: My timing sucks) y se apoderó de mí una morbosa sensación de fin de ciclo a la que contribuyó notablemente el ambiente generalizado de drama generacional. Me acababa de comprar el Double fantasy y lo escuchaba constantemente mientras me emborrachaba a conciencia: ¡todo un psicodrama que ahora me da un poco de vergüenza, pero que en su momento tenía cierta lógica!

La muerte de Lennon fue un anticipo de la muerte del rock (se le ha dado por muerto varias veces, pero me temo que ahora va en serio), que ya puede certificarse en los años 20 del siglo XXI. Como se dice en estos casos, fue bueno mientras duró. Y nunca habría alcanzado la gloria sin los Beatles. Con ellos empezó todo y con ellos acaba, pues, esta historia personal de la música pop. Espero no haberles aburrido ni indignado mucho con mi particular selección: solo es una más y cada uno de ustedes tendrá la suya propia. Disfrútenla tanto como yo he gozado de la mía.