El cantante Manolo García posa tras una entrevista para Europa Press en la que ha presentado una gira en acústico / EP

El cantante Manolo García posa tras una entrevista para Europa Press en la que ha presentado una gira en acústico / EP

Poesía

El viaje de Manolo García con Roberto Bolaño

El músico publica en 'El fin del principio' poemas que plasman su amor por la literatura y su reflexión generacional sobre el día a día

2 junio, 2021 00:10

En los estudios de grabación se concentra. Es su vida cada cierto tiempo. Pero tiene otra, la que se ha ganado a lo largo de su trayectoria profesional como músico. Manolo García viaja, de forma constante, a través de miles de páginas. A media mañana, un día cualquiera, al artista tímido que quiere disfrutar de su propia privacidad, se le puede ver en algunas de las principales librerías de Barcelona. Buscará la reedición de algún título de Cormac McCarthy, uno de sus escritores favoritos. Y también recuperará, ya en su casa, Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.

Con Bolaño viaja. “’Capaces de cabalgar el huracán’, dice Bolaño, y la tarde se vuelve transparente, se llena de fantasmas vidriados. Yo que nunca fumé hierba, siento que no he de dejar que el sueño sea monótono. ‘Capaces de cabalgar’, dice Bolaño, mientras se amansa entreverado en pensamientos de paseantes. En esa habitación donde levitan letras sueltas, rutas imaginarias tan reales como Chile, México y Blanes, como celdas de tortura, Colonia Morelos, boites donde pululan aprendices de sicario, campings y librerías regentadas por libertarios. ‘Cerrada estancia, saldré a caminar’, dice el poema con invisibles tentáculos, ventosas sangrantes. La tarde se vuelve transparente para renovar espíritu, para renovarlo a ultranza o descabalgarte”.

La portada del libro de poemas de Manolo García

La portada del libro de poemas de Manolo García

Es uno de los poemas de Manolo García, publicado en El fin del principio, (Aguilar, en la colección Verso&Cuento), un libro donde el lector, el que ha seguido su carrera musical, pero también el profano, puede dejarse llevar. Es la construcción de un mundo, el de Manolo García, a veces impenetrable, propio, pero donde siempre existe una rendija para poder identificarse con una palabra, con una expresión, y con una reflexión sobre la necesidad de apreciar todo lo que tenemos a nuestro alrededor.

La poeta Luisa Castro señala esa capacidad de Manolo García para acoger al lector en el prólogo del poemario, El grano sin la paja: “Antes y después de existir todos estos poemas tienen esta cualidad: se acercan a nosotros hospitalarios, como viejos amigos, y saben de complicidad. En eso se parecen a sus canciones. Sentimos que nos pertenecen y que estamos en sus manos, en las mejores manos. Nos acercan a él como al orfebre que en su obrador empasta oro y plata, vertido en su oficio”.

Querencia por la ecología

¿Grandilocuente? Son ya un par de generaciones las que han crecido con las letras y la música de Manolo García. Desde la lejanía se asoma aquel grupo vibrante, Los Rápidos, que darían paso a Los Burros, para ganar altura y profundidad con El último de la fila. Manolo García y Quimi Portet. Los dos unidos, hasta que decidieron proseguir sus carreras en solitario. Pero García ha persistido en su propia lucha y complicidad con la palabra, la amansa y la retuerce. Lo que en las canciones puede pasar desapercibido, en el libro impacta con fuerza. Si Manolo García es capaz de viajar con Bolaño, de buscar las cumbres de la literatura, utiliza la misma riqueza lírica para ahondar en la desesperanza, la que plasma en Una cena de separados: “Es un encuentro de desahuciados de la ciega pasión que verán amanecer entre nubes aterrizando tormentosas hacia sus domingos de lluvia. Las manos, en este irrepetible día, estarán desmañadas al volante camino de las casas vacías de presentes”.

El chileno Roberto Bolaño, considerado como uno de los más relevantes autores hispanoamericanos

El chileno Roberto Bolaño, considerado como uno de los más relevantes autores hispanoamericanos

García es un hombre maduro, que se ha alejado siempre de los focos. Se sabe de sus creaciones, de sus exposiciones de pintura --algunos de sus dibujos ilustran los poemas-- y de sus giras musicales, con todas las entradas vendidas de forma anticipada desde meses atrás. Pero el músico renunció a ser el hombre público que se pronuncia sobre los grandes temas de la actualidad. ¿Es un referente? ¿Para quién, y por qué? Se rompería, en ese mismo instante, el frágil equilibrio, porque sus admiradores se quedan con sus letras, con sus canciones, y no están dispuestos a romper el hechizo si Manolo García comenzara a dictar sentencias sobre esta cuestión o la otra. Defiende el ciudadano García una querencia por la ecología y el bienestar humano, más allá de los bienes materiales. Pero poco más. Hijo de labradores, producto de la inmigración del sur, ha visto la transformación de un barrio como el Poblenou de Barcelona, prácticamente desconocido ahora por sus antiguos vecinos. ¿Dónde están los de la fábrica de gas?, se sigue preguntando García.

El barcelonés Manolo García durante un concierto / CG

El barcelonés Manolo García durante un concierto / CG

El hombre maduro piensa en los jóvenes, en el que él mismo fue. Y deja constancia de la sobreinformación, y de la ansiedad que genera. Sigue con Bolaño, y con Faulkner y siempre con McCarthy, pero describe, en Influencers, molinos eólicos marinos y Messi el signo de los tiempos: “Hola soy un joven de dieciséis años y sufro mucho porque no puedo vestir como los influencers que sigo en las redes sociales. No nado precisamente en la abundancia. Me siento como un pez atrapado que boquea, fuera de su agua. Pero ya basta. No más cortocircuitos. Me libero de las influencias que tan a desmano me han cogido y cambio de bando. Me pongo al lado de los que propugnan, por ejemplo, que la energía eólica marina sería una solución para algunos de nuestros ridículos problemas. Y ahora, ¿por qué mi dislocado pensamiento salta a la reciente e inoportuna lesión de Messi? Mi cabeza no puede parar de urdir despropósitos. Me lanza de una cosa a otra sin orden ni compasión”.

Bob Dylan en una imagen de archivo / EP

Bob Dylan en una imagen de archivo / EP

Manolo García es un chico de Dylan. Y para toda su generación escribe Chicos de Dylan: “Pobres irreverentes almas, adoradores humorísticos del dios Osiris, hippies añorantes, traspasados a la meliflua ufología. Pobres egiptólogos de arena volviendo al mundo críptico de la magra esperanza”.

El músico se declara un “letraherido”. García lee, de forma constante, nuevos y viejos autores, con Bolaño como un clásico en sus estanterías. “Letraheridos somos, con algunos compañeros, en busca del artesonado de los pensamientos, del remanso de las páginas tintadas y del mesiánico paisaje que nace del pestañeo de los textos, del pastoreo de las páginas”. Esa es su propuesta, la de un creador que se siente libre, que ha logrado ser dueño de su tiempo.

La joven activista sueca, Greta Thunberg, durante un discurso / EP

La joven activista sueca, Greta Thunberg, durante un discurso / EP

¿Su mensaje? ¿Nunca se moja Manolo García? Lo hace, en Todos deberíamos, con esa apuesta, a veces naíf, por la ecología. “Todos deberíamos ser Greta Thumberg. O tener su mirada interior. La exterior, y lo digo con mucho cariño, lo juro, es muy curiosa. Pero suscribo todo lo que dice”.

Es la mirada de Manolo García, sin música, con sus palabras, en El fin del principio, recogiendo la frase de Winston Churchill.