Chus Visor / YOLANDA CARDO

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Poesía

Chus Visor: "La poesía me tiene un poco aburrido"

El fundador de la editorial Visor, que en octubre celebra cincuenta años y más de mil libros publicados de poesía, reivindica la obra lírica de Vázquez Montalbán y celebra el Nobel de Bob Dylan

23 julio, 2018 00:05

El viernes 1 de junio a las 11:32, mientras la moción de censura contra el expresidente Rajoy triunfaba en el Congreso y Pedro Sánchez era proclamado nuevo presidente del Gobierno, en la librería madrileña Visor el editor y librero Jesús García Sánchez, Chus Visor, interrumpía esta conversación para encenderse un cigarrillo, uno de los veinticinco que se fuma al día. Le alegraba que cayera el PP, pero la moción de censura y la resurrección de una parte del PSOE le importaba un pepino. Forofo del Atleti y casi decano del antimadridismo más entusiasta, tampoco parecía especialmente emocionado con la sorpresiva dimisión de Zidane anunciada un día antes. Así, con esa sensación de jornada histórica rebajada varios grados por la sangre fría de Visor, comenzó esta conversación cuyo punto de partida son los 50 años que en breve cumplirá su legendaria colección de poesía. Al final por supuesto hablamos de lo que piden sus fans: los supuestos amaños de los premios en los que participa como jurado y lo que dijo (y lo que dicen que dijo) sobre la poesía en España durante el siglo XX según fuese escrita por poetas hombres o mujeres. Están advertidos, y advertidas.

–¿Qué piensa de la moción de censura?

–No la vi ayer ni he comprado el periódico hoy, ni lo pienso comprar. Me da lo mismo, no quiero saber nada. El PP me tiene muy aburrido, y el PSOE también.

–Si Rajoy dimite o prospera la moción de censura, ¿se alegrará, supongo?

–Me alegraré porque cae el PP. Es una alegría, me imagino, bastante generalizada. Pero a partir de ahí, ya veremos qué pasa. Realmente no creo que vaya a cambiar mucho nada.

–Al menos el monotema de los últimos años, Cataluña, tendrá otros interlocutores.

–Lo de Cataluña tampoco lo sigo. Me parece tan aburrido que fuera de Cataluña creo que nos interesa muy poquito a todos. Lo que estamos esperando es que el problema se solucione de la mejor o peor manera posible y que nos dejen en paz, que ya está bien.

–Ya que la política lo aburre, vayamos al fútbol. Para dimisiones, la de Zidane.

–El Real Madrid también me da lo mismo haga lo que haga. Bueno, no: si pierde, ya no me da lo mismo. Pero que Cristiano se vaya o se vaya Zidane, nada.

–Siendo tan forofo del Atleti, ¿de verdad no le da cosquillas que el entrenador rival más exitoso de los últimos tiempos renuncie?

–Yo soy más antimadridista que atlético. Soy socio del Atleti desde hace 57 años y tengo la medalla de oro y brillantes, pero del Madrid no quiero saber nada.

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–Ahora sí, hablemos de poesía y de su editorial. Este 2018 su colección celebra sus bodas de oro. ¿Cómo lo pilla esta celebración?

–Los 50 años los cumplimos en octubre, y para mí será como un día más. Me hizo más ilusión el libro número mil que saqué en enero.

–¿Ahora por qué número va?

–Entre 1.025 y 1.030, una cifra por ahí. Lo del aniversario me da más igual; es como cumplir años, qué más da uno más. Al libro mil, en cambio, llegas sin darte cuenta. Vas por el 800, el 900 y, de pronto, ya estás en el mil.

–¿Celebra todas las centenas redondas: el 500, el 600, el 900?

–Siempre han sido números especiales.

–El mil nace de un verso de Machado. ¿Recuerda los anteriores?

–El 800, por ejemplo, fue una antología de poemas al fútbol.

–¿Incluyó poetas madridistas?

–Desgraciadamente sí, porque son mayoría. Lo difícil fue encontrar un poeta del Atleti. Lo único que encontré fue el Himno de Joaquín Sabina. Pero también hay muchos argentinos, mexicanos, poetas de equipos como la Real Sociedad.

–¿Incluyó al culé Vázquez Montalbán, ahora que con Visor vuelve a sonar como poeta?

–De él no, fíjate, porque no escribió poemas al Barça. Serrat sí tiene uno, y él sí está incluido.

–El primer libro que publicó fue Una temporada en el infierno, de Rimbaud, traducido por Gabriel Celaya, que venía de la poesía social de los 50. ¿Cómo se le ocurrió ese cóctel?

–Hombre, tampoco hay que excluir a Rimbaud de la poesía social, también tiene su cercanía. Ese libro fue una recuperación del que Celaya había editado en San Sebastián, en una editorial que él tenía, Norte. Allí editó a William Blake, a Rimbaud, a Lanza del Vasto y a algún poeta español. Me llevaba muy bien con él. Yo era más joven y quería editar a Hölderlin, y por él empecé por Rimbaud. Le puse un prólogo de Jacques Rivière, que la edición de Norte no tenía.

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–También le puso una cubierta en negro negrísimo. ¿Por qué eligió ese color?

–Fue una curiosidad de Alberto Corazón, que era el diseñador. Al principio fue una bomba, muy espectacular, incluso diría que insultaba porque no había nada que se le pareciera. Al año o así empezó Tusquets, siguió Cátedra y ahora hay montones de colecciones negras.

–Ahora sois la marea negra.

–Mira las novedades, más de la mitad son negras. Hay que reconocer que Alberto era un diseñador muy importante.

–¿Ya lo era entonces?

–Bueno, en aquella época estaba empezando. Había hecho cosas en Ciencia Nueva, pero creo que la colección de Visor se cuenta entre las primeras cosas importantes que hizo.

–Volviendo al año 68, ¿nunca pensó que el negro podía dar a la poesía un aura fúnebre?

–Eso decía alguna gente, que le parecía lúgubre, pero a mí no me lo pareció nunca.

–Ya pensaba en publicar a Vallejo, supongo.

–A algunos poemas de Vallejo le caen, sí. Pero le cayó muy bien a la poesía. Y al diseño del libro en general, porque anda que el negro no ha sido lo más copiado desde entonces.

–Usted tenía 23 años cuando fundó la colección con su hermano Miguel. ¿Hay que tener el ímpetu de esa edad para hacer algo así?

–Era otra época. Comparar la España de hace 50 años con ésta es imposible. Éramos un grupo de amigos aficionados a la poesía que queríamos leer y no encontrábamos ningún libro de las vanguardias del siglo XX, que era lo que nos interesaba. No había nada traducido en España. También tuve mucha suerte porque en esa época yo hacía la crítica de poesía en un periódico vespertino que se llamaba Madrid, el más importante de aquel entonces, y me apañé para que tuvieran buenas críticas los libros de Visor. Allí y en los demás periódicos, porque tampoco es que hubiera otras editoriales de poesía.

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–¿Qué ha cambiado en el mundo editorial español desde entonces?

–Salvo la lectura, en el comercio del libro ha cambiado todo. Los que más venden libros son El Corte Inglés o la Fnac, todo está en manos de las multinacionales, y son muy exigentes. Las editoriales tenemos que estar más pendientes de ellos que de las librerías normales. Antes ese tipo de venta no existía.

–Tiene tres colecciones con nombre propio: la cervantina, la de Juan Ramón Jiménez y la de Benedetti. ¿Tan buen poeta le parece Benedetti?

–Sí, siempre lo he pensado. Es un poeta que hizo mucho bien a la poesía, fue muy importante en España y en América más todavía.

–¿Por qué él y no otros, habiendo publicado a tantos latinoamericanos?

–Especialmente por amistad. Benedetti era muy amigo mío, cuando estaba en Montevideo lo iba a ver un par de veces al año. Pero, cuidado, también tengo muchos otros amigos poetas a los que no les publico.

–¿Y siguen siendo sus amigos?

–La mayoría no, pero porque no quieren ellos. Ya sabes que los poetas son como son.

–Supongo que se refiere a la vanidad. ¿Es mucho mayor que la del novelista?

–Mucho más. Yo creo que el ego que tienen los poetas no es comparable con ningún otro, ni con los músicos ni con los pintores ni con nadie.

–¿A qué lo atribuye?

–No lo sé. Quizá como tienen un terreno más pequeño, hay más peleas por conseguir un trozo de ese pequeño pastel que les queda.

–Aunque no sea un pastel de dinero.

–No, no es el dinero. El orgullo del poeta tiene más que ver con el ser considerado. El pintor, el novelista, incluso el músico, tienen más dinero en juego; si alguno tiene éxito, sabe que la cotización es muy alta. Un poeta, aunque tenga mucho éxito, nunca va a estar bien cotizado.

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–¿Qué me dice de la Poesía completa de Vázquez Montalbán que ha editado este año? Tras ser incluido entre los nueve Novísimos de Castellet en 1970, su poesía como que fue aplastada por su prosa narrativa, ensayística, periodística, y hasta por él mismo.

–Como pasa con tantos otros escritores, creo que Vázquez Montalbán es mucho mejor poeta que novelista. Yo lo conocía mucho, y lo digo porque estoy seguro de que su poesía será más reconocida con los años. Para mí es un poco lo que pasa ahora con Manuel Vilas, que para mí sigue siendo mucho mejor poeta que novelista. Otra cosa es que se vendan más las novelas.

–Y que Vázquez Montalbán escribiera mucho-mucho de todo.

–¡Se pasaba el día escribiendo! Contando sólo los libros de poesía, yo creo que está bien lo que hizo: ocho o diez libros ya están bien para un escritor que murió joven y que publicó más de 30 novelas y otros tantos libros de artículos.

–Usted también editó a Bob Dylan como poeta en el 96, con George Jackson y otras canciones. No me diga que no sintió algo cuando le dieron el Nobel de Literatura.

–Mira, si te digo la verdad, ese libro de Dylan se podía vender en España, mejor dicho, en toda Hispanoamérica, entre diez y quince ejemplares cada año. Leonard Cohen se vendía un poco más, y Violeta Parra, incluso Vinícius de Moraes. Así que por supuesto que me llevé una alegría, porque siempre he defendido la cultura popular, para eso soy del Atleti. Otra cosa es que para mí el Nobel últimamente está en un franco deterioro. Se lo han dado a Dario Fo o a esta señora ucraniana…

–Aleksiévich.

–¡Hombre! Son autores importantes, pero no creo que tengan categoría para el Nobel. Si nadie dice nada sobre ellos, ¿por qué se extrañan cuando se lo dan a Bob Dylan? Así que ya te digo: me alegré mucho cuando se lo dieron.

–Dylan, Cohen, Vinícius de Moraes, podríamos añadir a Sabina entre los cantautores publicados por Visor. ¿Qué piensa de esta nueva poesía española joven, muy cercana también a la música popular, pero no en su versión cultivada, por decirlo de algún modo?

–Creo que a estos chicos se les está faltando el respeto. Como ha ocurrido siempre, los hay buenos y otros que son malos. ¿Por qué negar a los buenos? Lo que hay es abundancia, y ese exceso hace difícil separar a unos de otros. ¡Pero, coño, buenos tiene que haber! Yo te puedo decir que Elvira Sastre, que ha salido de ese grupo, es una poeta de primera categoría. Hay que dejar que encuentren su camino. ¿Que son las redes sociales o la música? Ése es un tema distinto. Lo que hay que mirar es su vocabulario, porque es cierto que algunos lo han limitado muchísimo, y que otros se han pegado al sentimentalismo, pero vamos a ver qué sale de ahí.

–¿Los vende en su librería?

–No.

–Mmm.

–Pero no por mí, ¿eh?, sino porque el público que viene a esta librería está interesado en otras cosas.

–En cincuenta años, ¿qué autor o autora se le escapó o se quedó con ganas de publicar?

–Me hubiera gustado editar a Ana Blandiana, la autora rumana, pero es verdad que con ella nunca lo intenté. Con quien sí lo intenté y me dio mucha rabia no tener suerte es el polaco Zagajewski, al que le dieron el Princesa de Asturias el año pasado. A ése sí lo echo de menos.

–¿Y cuál de los que sí ha editado diría que merecería tener más lectores?

–Alguno habrá que no recuerdo ahora. O que no me quiero acordar, eso también puede ser.

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–¿Es de apostar fuerte por un autor que le gusta?

–Aposté por Manuel Vilas, por ejemplo. También por Kirmen Uribe. Creo que en general he tenido suerte con los autores por los que he apostado.

–Hace poco le leí esta frase: “Nunca ha habido tantos lectores de poesía en España como ahora”. ¿Lo cree de veras?

–Totalmente. Lo que pasa es que son lectores de estos chavales de los que hablábamos, que venden muchísimo, y el problema es que sólo compran sus libros. Pero de todas maneras hay que contarlos como lectores de poesía. Yo espero que sigan leyendo y descubran otras cosas. Todos hemos empezado leyendo literatura juvenil o tebeos, y aquí estamos.

–También decía que en los últimos años lee más novela que poesía.

–La poesía me tiene un poco aburrido. Después de tantos años leyéndola y ver que los autores se repiten, es muy difícil encontrar un libro que me guste. Una novela me entretiene más.

–¿Qué novelas?

–Casi siempre autores españoles. Me gustó mucho la última novela de Benjamín Prado, por ejemplo. También leí la de Martínez de Pisón hace una semana.

–Hace un rato hablábamos de su libro mil, titulado como el verso que se le encontró a Machado el día de su muerte: Estos días azules y este sol de la infancia. ¿Qué era? ¿Un poema que no pudo terminar?

–No se sabe. Estaba escrito en un papel que tenía en el bolsillo del gabán el día en que murió. Podría ser el principio de un poema, o el final, o un pensamiento. Se ha comentado mucho, pero no hay forma de saberlo. La verdad es que sólo ese verso, o lo que fuere, es un poema. Es maravilloso.

Chus Visor

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–¿Con cuánta antelación supo que ese verso iba a dar lugar a su libro mil?

–En la Feria del Libro del año pasado. La verdad es que no sabía qué hacer. El 700 había sido de poemas dedicados al libro, el 800, al fútbol y yo quería que el mil fuese dedicado al lector. Pero sólo encontré doce o catorce poemas, uno de Baudelaire, otro de Kipling, no más.

–Szymborska tiene ese poema en el que calcula que los lectores de poesía son “dos de cada mil personas”.

–Ése también, claro, pero no había más. Estaba desesperado porque no encontraba poemas para el libro mil, y ya estaba editando el 990, el 995, cuando en la Feria del Libro Benjamín Prado me dijo: “¿Y por qué no haces esto?”. Fue su idea. Ese mismo verano me dediqué a pedir a poetas que han publicado en Visor o cercanos a la editorial que mandaran un poema teniendo como referencia esa línea de Machado, y así salió el libro.

–Aunque varios fueron por libre.

–Bastantes, y algunos no se lo tomaron en serio. Pero ya se los había pedido y no tuve más remedio que publicarlos. Son los riesgos de los poemas de encargo. Pero estoy muy contento, el libro quedó muy bien, mejor de lo que esperaba.

–¿Tiene tema para el 1.100?

–¡No! Pero volvería a lo del lector si encontrara poemas.

–Hablemos de sus críticos. ¿Sabe lo que se dice de usted en ciertos círculos literarios?

–Me da lo mismo lo que digan de mí. No leo lo que se escribe sobre mí. No leo ni lo que yo digo o escribo.

–O sea que esta entrevista…

–No la pienso leer.

–Sus críticos dicen básicamente dos cosas. Una parte dice que los premios en los que usted participa están amañados.

–Esas son gilipolleces. No hay más que leer la lista de los premiados y ver que a la mitad ni los conozco. No sé si son altos o bajos, morenos o rubios.

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–¿A qué se debe entonces esa animadversión?

–A que a un premio de poesía se presentan más de mil personas y solamente gana una. Y de las 999 que no han ganado, hay al menos veinte que están cabreadas porque no han ganado.

–La otra parte dice más o menos lo mismo que el manifiesto firmado por 400 escritores tras la entrevista que le hizo Nuria Azancot para El Cultural en 2015. ¿Lo leyó?

–En su momento no lo quise ni leer.

–Por cierto, digo escritores porque no solamente eran mujeres las que sostenían que su “criterio sesgado merma la igualdad de oportunidades para las mujeres poetas”. Había varios hombres, pero sobre todo recuerdo a uno: Patricio Pron.

–Había varios, claro. En ese momento, como digo, no lo quise ni leer. Pero al cabo de dos años, como veía a mi familia tan preocupada por el tema, lo leí, y la verdad es que no tiene la mínima razón. Hay que tener mala idea para hacer ese manifiesto. Y de todos los que lo firmaron, a muchos los he visto después y les he preguntado: “¿Por qué firmaste esto?”. “Ah, es que no lo había leído”. Todos me dicen lo mismo. Patricio Pron no sé lo que dirá, porque no lo conozco, pero los demás… Vamos, vamos. ¿Pero tú sabes lo que yo dije?

–¿En la entrevista de Nuria Azancot? Sí, claro.

–¿Y tú crees que es mentira?

–Considerando sólo a los grandes autores de poesía en España durante el siglo XX, es probable que no. La novela tiene a Martín Gaite, Rodoreda…

–¡Pero, joder, mira lo que me decían! “Y Dickinson, ¿qué?”. “Y Rosalía de Castro, ¿qué?” A ver, Emily Dickinson, que yo sepa, no es española. Si la quieren hacer española ahora, como Rajoy, será española. ¡Y Rosalía de Castro no es del siglo XX! Me dieron unos ejemplos que para qué. En la España del siglo XX hay poetas muy importantes como Lorca, Machado, Juan Ramón, Cernuda, Alberti, Guillén, Ángel González, Gil de Biedma: te pudo decir cincuenta seguidos. Lo único que dije es que lo mismo no se puede decir de las poetas mujeres como sí en cambio de las novelistas y narradoras y ensayistas, y citaba a Ana María Matute, a Carmen Martín Gaite, a Rosa Chacel, a María Zambrano. ¿Quién puede decir que esto no es verdad? Pero, claro, meterse con alguien es muy sencillo.

–Ningún autor de Visor firmó ese manifiesto.

–Pero algunos le dieron al “me gusta”. Yo no quise ni verlo, pero tenía amigos que me lo contaban. Es muy fácil darle al "me gusta" y a tomar por culo.