Filosofía

Acopio de educación en Cantabria

24 febrero, 2022 00:00

En el origen de la palabra educar están las de conducir, sacar afuera y criar. ¿Educar para qué? El padre de la ejemplar Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, pretendía hacer de los chicos y chicas “hombres de razón y conciencia, honrados, inteligentes, laboriosos”. Y producir, así, una rica cantera de personas. Con un sentido familiar de la enseñanza, no cejaba en el propósito de la renovación intelectual de la vida pública de España. Y en esas seguimos, se trata de una tarea interminable. Más allá de ello, recordaré que el filósofo Julián Marías admiraba a gentes concretas con escasa instrucción que miraban de forma personal, y que sabían hablar, “con buena fonética, con seguridad y precisión, formando frases con sentido”, algo que empieza a ser raro en el mundo académico.

El psicobiólogo Ignacio Morgado y el decano del Colegio Oficial de Psicología de Cantabria, Javier Lastra, han organizado este mes una espléndidas II Jornadas de Educación (con el subtítulo de Fundamentos y objetivos desde diferentes perspectivas sociales). Conscientes de que la educación es el medio más poderoso que tenemos para cambiar el cerebro, la mente y el comportamiento, han buscado promover tanto una educación como una formación adecuadas, en los órdenes intelectual y profesional, para obtener unas fructíferas relaciones en la sociedad, junto a un potente desarrollo democrático y un crecimiento económico mejor distribuido.

El sistema educativo no debe depender de los vaivenes políticos de los gobernantes. Pero en nuestro país cada dos por tres estamos cambiando de ley de educación. Se desdeña necia y fatalmente el valor del consenso, y unos y otros amenazan con derogar la ley anterior. Por esto, sin desánimo y con sentido del deber, los organizadores de las jornadas convocaron a profesionales relacionados con el mundo educativo para debatir acerca de unos asuntos de los que depende nuestro futuro individual y colectivo. Se han dirigido, por tanto, a todos los ciudadanos; pues todos estamos implicados de forma inevitable. Desplegadas en dos sesiones de cuatro horas cada una, estas jornadas se han desarrollado en la santanderina Universidad Europea del Atlántico, tres mesas sucesivas y una cuarta con conclusiones.

Fernando Savater distinguió entre instrucción (conocimientos y destrezas) y educación (valores morales e ideales que llevan a hacer ciudadanos responsables y activos en la comunidad democrática). Hay elegir y rechazar. Enseñar a renunciar es enseñar a madurar, con un esfuerzo hacia la razón y no hacia la eclosión sentimental. Lo que sentimos depende de lo que sabemos, no al revés. Francesc de Carreras insistió en la necesidad de fomentar el espíritu de trabajo y enseñar a argumentar. Siempre con un tono próximo y directo, valoró el cultivo de la memoria; que junto al entendimiento y la voluntad constituyen las potencias del alma. Anna Caballé planteó la educación al margen de los estereotipos, sin segregación, y propuso acabar con el rosa y el azul. Integrando diferencias de todo tipo, aún con ritmos de maduración distintos. Se entretuvo en analizar el programa televisivo First Dates y en la personalidad tuneada de los individuos. Por su parte, Ricardo García Cárcel abordó la enseñanza sesgada de la historia, materia predilecta de manipulación política, y distinguió diversas deformaciones ideológicas: la épica del Imperio, en el primer franquismo; cuando la historia de España se hacía ver como un fracaso estructural; y la posmodernidad que niega la realidad, desde un extremo relativismo. Como ciencia, la historia nos permite acceder a la verdad.

Neuropsicólogo y profesor de la UEA, Sergio Castaño expuso la plasticidad neuronal y las condiciones de las personas más vulnerables, en función del factor ambiental y la interactividad. Quien esto escribe planteó el valor de las matemáticas para cuestionar cualquier cosa que se diga y no caer en la credulidad. O para contrarrestar los prejuicios y no quedar atrapado en ideas equivocadas, ni en las mentiras arrojadas en estadísticas. Nadie es superfluo y se debe promover el respeto a la realidad y desarrollar vínculos y apegos personales. Las matemáticas como oportunidad para adquirir el hábito de estructurar saberes, sintetizar y ensayar pautas sólidas para encauzar pensamientos y encadenar razonamientos. Sherlock Holmes fue recordado: “La tentación de formar prematuramente teorías sobre datos insuficientes es la ruina de nuestra profesión”.

Mar Romera, presidenta de la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci, habló con particular intensidad de las emociones, propias y oportunas, sobre la alegría, la curiosidad y la admiración. El valor de la Formación Profesional y de los Objetivos de Desarrollo y Sostenibilidad (ODS). El catedrático de Psicología clínica Enrique Echeburúa planteó, con su habitual rigor y mesura, las ventajas y los peligros de las nuevas tecnologías, que han producido grandes cambios: otorgan una potencia singular, pero su abuso dispersa la atención y atrofia la memoria. Abordó la ciberadicción, distinguió entre información y conocimiento, y entre enseñanza y educación. Conectarse no es comunicarse. Y se ha disparado una seria confusión entre lo público, lo privado y lo íntimo (círculos concéntricos). Alertó sobre los sobreentendidos y la alteración producida con muchos mensajes.

Ignacio Morgado, alma del evento y para quien “si la razón no dispusiera de un poderoso ejército de emociones, perdería su eficacia”, expuso que los razonamientos cambian nuestras emociones. Y que alguien que no sepa cómo funciona el cerebro (el caso de Aristóteles y Antonio Machado) puede ser un maravilloso profesor. Que no tenga prestigio la profesión de educador es algo muy grave, un error que es imprescindible subsanar. Se preguntó por qué funciona lo que funciona y por qué no funciona lo que no funciona. Afirmó que no hay que empezar nunca una lección por el principio, sino por lo que más motiva o emociona.

En una tercera mesa, la catedrática de psicología Rosario Ortega se extendió en el ciberacoso y en la prevención de la violencia. Se refirió al poder tiránico, a la práctica de mentir y al matonismo, los cuales destrozan la posibilidad de convivencia. Reivindicó las normas compartidas y el desarrollo sostenible. Abogada especializada en acoso escolar y laboral, Noelia Rebón subrayó la alta tasa de escolarización infantil y de mujeres tituladas, y denunció el desamparo y riesgo de los niños que son víctimas de acoso. Muy a menudo no se aplican los protocolos establecidos para prevenir y combatir el miedo y terror desencadenados. Habló de la responsabilidad de los centros escolares y de la legislación del Código Civil para resarcir a las víctimas y reparar el daño causado.

Ángel de la Fuente, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y uno de los economistas más respetados con que cuenta España, habló sin ecuaciones y pasó la frontera de su gremio. La importancia de la tecnología I+D, patentes y resultados de la actividad científica, necesita del capital humano. Pocas cosas tienen efectos más directos para el bienestar de una sociedad que la educación, es una inversión rentable social y privadamente, que tiene una fuerza acumulativa. Se necesita formar gente con habilidades para la producción, valorar la formación profesional. Insistió en que gastar bien es distinto de gastar mucho.

Las jornadas finalizaron con breves intervenciones de los ponentes y con variadas e interesantes observaciones de un público mayoritariamente femenino; también fueron seguidas en forma telemática. Se señalaron las dificultades de la práctica cotidiana de la profesión, no pocas veces desmoralizado, pero con una fuerte vocación por su labor que debería ser reconocida y que es acicate y esperanza de la mejoría que necesitamos.

Los estudiantes siempre tienen algo que decir al respecto: si prestan atención y tienen voluntad de aprender (no digamos tenacidad y constancia en el esfuerzo requerido) y si quieren esmerarse en leer mejor. Hay que establecer los matices de la realidad y entrenarse en oír lo inaudible, con sensibilidad y encanto. Juan de Mairena, alter ego de Antonio Machado, lo supo trasladar a este poema: “El niño Juan, el solitario, / oye la fuga del ratón, / y la carcoma en el armario, / y la polilla en el cartón”.