María Luisa de Parma, reina de España, pintada por Goya / MUSEO DEL PRADO

María Luisa de Parma, reina de España, pintada por Goya / MUSEO DEL PRADO

Ensayo

Las tres mujeres de Godoy, el hombre más poderoso de España

Josefa Tudó, la reina María Luisa de Parma y María Teresa Josefa de Borbón acompañaron a Godoy, el hombre más poderoso de España en su momento

13 diciembre, 2020 00:00

Sabido es que Manuel Godoy fue el arquetipo del escalador político de pocos escrúpulos, de poderosa constitución física, extraordinario caballista que desde su condición de guardia de corps había llegado a Secretario de Estado y Despacho en 1792, Superintendente General, el hombre más poderoso de España. Odiado por los conservadores, especialmente por Fernando VII, que no asumieron su política reformista y por los liberales que lo consideraron un cínico traidor porque nunca se vinculó a ataduras corporativas o ideológicas. Publicó sus Memorias en 1836-1837, en vida, intentando construir su propia imagen de “homo novus” al margen de sus muchos enemigos. No fue el tosco y zafio rufián de la leyenda sino un tipo capaz de subirse al carro de una coyuntura histórica excepcional que intentó rentabilizar a su servicio pero que acabó fagocitándolo, dado que murió en la miseria.

En su vida se cruzaron tres mujeres. Una fue Josefa Tudó que el pueblo la identificó siempre con Pepita, vulgarizando su identidad. Gaditana de raíces catalanas, conoció a Godoy a los dieciséis años (él tenía 28) y no se separaron hasta cerca de su muerte. Era hija de un capitán de artillería que murió joven. Vivió bajo la protección de Godoy que entre otras cosas le enseñó las artes de la promoción social. Fue nombrada condesa de Castillo Fiol y vizcondesa de Rocafuerte. Tendría con Godoy dos hijos, Manuel y Luis. El pequeño le hizo sufrir mucho porque arrastró la tisis varios años hasta su muerte. La experiencia del exilio la cambiaría rotundamente adquiriendo cotas importantes de autonomía respecto a Godoy.

 

 

Historia de vida de Manuel Godoy / JORGE DIAZ HISTORIA DE ESPAÑA

La otra mujer fue la reina María Luisa de Parma, la esposa de Carlos IV. Conoció a Godoy de casualidad en 1787 un año antes de ser reina, cuando él era solo guardia de corps. La relación de la reina con Godoy fue carne de opinión pública durante muchos años. El cliché es tópico de tan repetido: la reina insaciable sexualmente, el marido consentidor y el amante macho ibérico, que supo sacarle partido a la situación. Los rumores atribuyeron a Godoy la paternidad de al menos dos (María Isabel de Borbón y Francisco de Paula) de los catorce hijos que tuvo la reina con diez embarazos más y sus correspondientes abortos. La capacidad de seducción física de la reina, a la luz de los retratos, no parece extraordinaria. Envejeció pronto y mal y los cronistas de la época ridiculizaron su boca desdentada. Godoy no sería el único amante. Otro sería Manuel Mailló. Según el testimonio (real o apócrifo) que le hizo la reina a su confesor Juan de Almaráz, ninguno de los hijos que tuvo lo eran de su padre. Los románticos como Espronceda la llamaron “impura prostituta”. Hoy día los historiadores como Seco, Bullón o La Parra son mucho más prudentes a la hora de definir las relaciones de Godoy con la reina. Desde luego, en sus Memorias, Godoy las niega. Sin duda, su prodigioso ascenso político le condenó a la imagen del seductor que utilizaría como arma sus relaciones con la reina para subirse al estrellato político y social.

María Teresa de Borbón y Vallabriga FRANCISCO DE GOYA

María Teresa de Borbón y Vallabriga FRANCISCO DE GOYA

¿Anulación matrimonial?

La tercera mujer de la historia es María Teresa Josefa de Borbón y Villabriga, condesa de Chinchón. Fue hija del singular Luis de Borbón, hermano de Carlos III y que había sido cardenal y arzobispo de Sevilla, casándose en 1776 a los cuarenta y nueve años. Su hija María Teresa fue siempre una mujer triste condenada a tener cerca a la amante del marido. El propio Jovellanos se sorprendía de cómo podía llevarse adelante una convivencia tan cercana de Godoy, su amante y su esposa. Goya retrató a María Teresa varias veces. Godoy le hizo una hija, Carlota, como su principal servicio.

El motín de Aranjuez contra Godoy en marzo de 1808 y el comienzo de la Guerra de la Independencia transformaron radicalmente la vida tranquila de la familia real y de la propia familia de Godoy. Este pudo salvar la vida en el motín, pero su patrimonio quedó muy dañado por el asalto de sus posesiones con robos de cuadros y joyas. La esposa lo abandonó cansada de su papel y se fue a Toledo dejando a la hija con los reyes. De Toledo viajó a Andalucía, luego residió en Boadilla del Monte en la casa del padre y al morir su hermano se fue a París en 1824, muriendo pobre cuatro años más tarde.

Los reyes acompañados por los Godoy irían a Bayona, donde abdicaron ante Napoleón. De allí marcharon todos a Compiegnes y de ahí a Roma. María Luisa de Parma murió en 1819 en el Palacio Barberini. Carlos IV, su marido, murió el mismo año en Nápoles.

Manuel Godoy en una pintura de Goya / WIKIPEDIA

Manuel Godoy en una pintura de Goya / WIKIPEDIA

En el exilio, la gran preocupación de Pepita Tudó fue intentar conseguir la anulación matrimonial de Godoy y María Teresa, lo que el Papa Pío VII no le concedió. Vivió mal económicamente vendiendo joyas (se le acusó de haber robado joyas reales) y diversos bienes. Acompañó a la corte real en 1812 a Roma y su obsesión fue ir a Viena y nacionalizarse como austríaca con el apoyo de Metternich y von Kaunitz, lo que no pudo hacer finalmente. Recorrió Italia (Génova, Pisa, Lucca, Véneto). Tuvo en contra a toda una red de espías de Fernando VII desde Pedro Cevallos a José Martínez. El testamento que hizo Godoy en 1818 después de una gripe terrible le otorgaba la herencia principal a su hija Carlota y dejaba bastante mal parados a la propia Pepita y a su hijo Manuel.

La imagen de Penélope Cruz

Ella fue una mujer culta, admiradora de Moratín y con extraordinario dominio de lenguas. En su correspondencia reivindicó siempre: “La política no me importa, no quiero más que nuestra tranquilidad y unión”. En 1829, tras la muerte de María Teresa, Godoy y Pepita se pudieron casar regularizando su situación. Al año siguiente su fueron a vivir a París con muchas peripecias económicas. En 1835 se separaron definitivamente. Ella volvió a Madrid donde moriría muy mayor. Nada menos que en 1869. Él regresó a Madrid momentáneamente, pero volvió a París el año siguiente. Vivió en París las revoluciones de 1830 y 1848, muriendo en París en 1851. Se repatriaron sus restos a Badajoz en el año 2008. Pepita está sepultada en el cementerio de San Isidro de Madrid. Godoy, después de estar sepultado muchos años en el cementerio de Lachaise del este de París, hoy lo está en la iglesia del antiguo convento de San Gabriel de Badajoz.

María Luisa de Parma, reina de España, pintada por Goya / MUSEO DEL PRADO

María Luisa de Parma, reina de España, pintada por Goya / MUSEO DEL PRADO

Como decía antes, la capacidad de Godoy para la escalada política no le impidió ser engullido por los sufrimientos de la época convulsa que le tocó vivir en la segunda mitad de su vida. Al final fue carne de exilio como tantos otros españoles.

Pepita nunca superó su imagen de amante perpetua de Godoy. Hasta ha costado mucho asumir que la modela de la maja vestida y desnuda era ella y no la duquesa de Alba. Ni siquiera ha tenido suerte en el cine. Penélope Cruz en Volavérunt, la película de Bigas Luna o Cristina Espinosa en la película Goya en Burdeos de Saura no están a la altura de lo que merecía el personaje.