'Una mañana a las puertas del Louvre' donde Catalina de Medicis, la mujer de negro, aparece retratada tras la noche de San Bartolomé / PONSAN

'Una mañana a las puertas del Louvre' donde Catalina de Medicis, la mujer de negro, aparece retratada tras la noche de San Bartolomé / PONSAN

Ensayo

Diana de Poitiers y Catalina de Medicis: las competidoras

Diana, la amante de Enrique II de Francia, acabó como víctima de la esposa del monarca, Catalina, que ejerció todo su poder

21 marzo, 2021 00:00

Dos mujeres fuertes frente a frente. La primera, la amante de Enrique II de Francia. La segunda, la esposa. Diana (1499-1566), la amante, fue la típica noble, dama de séquito de las reinas de Francia. Se casó a los quince años con el noble Luis de Breze, 39 años mayor que ella. El marido murió tras dieciocho años de matrimonio. Ella fue testigo del momento de la entrega al rey de España de las hijas de Francisco I en 1526, tras el tratado de Madrid con la humillación consiguiente para Francia, que supuso el retorno a la libertad de Francisco I tras su apresamiento en Pavía y la condición de rehenes de sus hijas de 1526 a 1530.

Diana tuvo una singular relación maternal y erótica al mismo tiempo con Enrique II, hombre triste y melancólico, que encontró en Diana, diecinueve años mayor que él, la madre que no había ejercido como tal. Su madre auténtica era Claudia, la esposa de Francisco I, con el que tuvo dos hijos y que se caracterizó por una salud pésima con obesidad deforme y capacidad para la intriga, mal influenciada por su dama de honor, la que sería después la famosa Ana Bolena. Diana fue amante continuada de Enrique II desde que el rey se casó con Catalina de Medicis. Durante veinte años fue compañera inseparable de Enrique II, compartiendo la cama del rey con la esposa legítima.

Retrato de Diana de Poitiers saliendo del baño / FRANÇOIS CLOUET

Retrato de Diana de Poitiers saliendo del baño / FRANÇOIS CLOUET

La noche de San Bartolomé

Diana no le dio hijos al rey, más bien se ocupó de criar los hijos de la esposa o de otras amantes. Mandó lo que quiso. Recibió joyas y títulos sin cuento. Un buen día en 1559, Enrique II, muy aficionado a las justas, quiso celebrar a su manera el concierto matrimonial de su hija Isabel de Valois con Felipe II, boda por poderes en París. Enrique II fue gravemente herido y acabó muerto por el jefe de la guardia escocesa, Gabriel Montgomery, en la confrontación a caballo. Diana tenía cincuenta y nueve años. Fue el final de su vida próspera. Era el momento que estaba esperando Catalina de Medicis, la esposa con la que el rey había tenido ocho hijos. Se le arrebataron los títulos y perdió el castillo que poseía. Vivió solo siete años más.

El ejercicio de poder de Catalina de Medicis (1519-1589) fue despótico. Hija de Lorenzo II de Medicis, se había casado muy joven a los catorce años. Pequeña, ojos saltones, gordezuela, fue una mujer calculadora que, a la muerte del rey, se convertiría en la reina que ha tenido más poder en Francia, a caballo incluso de su condición de madre de tres hijos que fueron reyes por poco tiempo: Francisco II, Carlos IX y Enrique III, y de las relaciones que cultivó con el pontificado y al mismo tiempo con los protestantes. Moviéndose entre los Guisa y los Condé, los católicos y los protestantes, fue la gran protagonista de las guerras de religión y la posible responsable de la mítica matanza de protestantes de 1572, conocida como la noche de San Bartolomé.

Representación de la matanza de San Bartolomé / FRANÇOIS DUBOIS

Representación de la matanza de San Bartolomé / FRANÇOIS DUBOIS

Maquiavelismo a la cuestión religiosa

Su ejercicio del poder de la maternidad (frente a Diana que no pudo darle hijos al rey) y desde luego, su capacidad de relativismo moral a la hora de relacionarse con católicos y protestantes le otorgaron capacidades políticas singulares que ejercitó en Francia hasta su muerte. Nadie pudo fiarse de ella. Le llamaban la reina negra y la reina serpiente. Fueron los años más turbulentos de la vida política francesa con asesinatos múltiples. Ella ordenó el asesinato de Enrique de Guisa y su propio hijo Enrique III fue asesinado, lo que acabaría suponiendo para Francia la entrada en la Monarquía de la dinastía Borbón con Enrique IV a la cabeza. Murió en 1589 el año que entró a reinar Enrique IV, aunque a este no se le puede considerar rey de Francia hasta 1593, que fue el año de su conversión al catolicismo. Acabaría, por cierto, siendo asesinado también en 1610.

El triunfo del invierno de Antoine Caron, representa de forma alegórica las fiestas en la corte de Catalina de Medici / WIKIPEDIA

"El triunfo del invierno" de Antoine Caron, representa de forma alegórica las fiestas en la corte de Catalina de Medici / WIKIPEDIA

Diana y Catalina fueron dos mujeres distintas. Diana fue extraordinariamente hermosa. Cuidaba su piel con líquido de oro. Ni Lana Turner que la representó en el cine pudo ser tan bella. La una (Diana) ejerció de mala sin serlo, la otra (Catalina), que lo fue, primó ante todo su concepto del poder absoluto intentando aplicar el maquiavelismo a la cuestión religiosa. Ironías de la vida, sus tumbas fueron profanadas en el marco de la revolución francesa. La de Diana estaba en la capilla del castillo de Anet y sus restos fueron arrojados a una fosa común. Los revolucionarios se quedaron con su cabellera. En el año 2009 sus restos volvieron al sarcófago original. Catalina había sido enterrada en la basílica de Saint-Denis. De allí fueron echados sus restos a una fosa común hasta ser retornados de nuevo a la tumba original. Triste destino común para las dos competidoras.