Simpatía por Hipatia

Simpatía por Hipatia

Ciencia

Simpatía por Hipatia

Vegueta Ediciones suma a su colección de 'Genios de la Ciencia' la historia de 'Hipatia: La gran maestra de Alejandría', escrita por García Tur e ilustrada por Mar Azabal

5 abril, 2018 00:00

"Ha llegado un nuevo compañero a Robótica", me dice más o menos cada dos martes mi hija al salir de la actividad extraescolar. "Es otro chico, papi, pero también muy majo". El comentario es medio guasón claro, pero algo de razón tiene en cuanto a la escasez de niñas en actividades relacionadas con el mundo de la ciencia y la tecnología. Así lo dicen los porcentajes de elección de bachilleratos, grados y másters. Las fundaciones y las organizaciones educativas se esfuerzan en crear campañas de apoyo y difusión para tratar que de igualar esas ratios.

Especialmente lacerantes dado el escaso porcentaje de científicas dirigentes en contraposición de la cantidad significativa de mujeres que trabajan en investigación. También en otros ámbitos tratan de trabajar para anular, poco a poco, esa desigualdad. Por ejemplo, en el hall de entrada en el CosmoCaixa de Barcelona te recibían unos maravillosos --mi hija dice que dan un poco de “yuyu”-- Albert Einstein y Charles Darwin para dar la bienvenida a los visitantes. Hace poco se les ha unido una todavía no irradiada --esperemos-- Marie Curie

Para tratar de remediar ese déficit simbólico y porque la edición es preciosa, leemos juntos Hipatia. La gran maestra de Alejandría (Vegueta Ediciones), la estupenda biografía escrita por Víctor García Tur --autor también de tres magníficas obras para el mundo adulto-- e ilustrada deliciosamente --aúna con tino la ilustración manual con el retoque digital-- por Mar Azabal. El título se encuentra enmarcado en la relativamente nueva colección Genios de la ciencia, donde han publicado otros libros dedicados a Gutenberg, Jane Goodall, Steve Jobs o Nikola Tesla tanto en catalán como en castellano. 

978 84 17137 06 9i4

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Hipatia, maestra neoplatónica, investigando

La obra, narrada por la mismísima Atenea, diosa clásica de la sabiduría, realiza un recorrido por la vida de la filósofa, astrónoma y matemática, demorándose en sus estudios y avances en cada campo, pero también repasando de forma indirecta cómo era la vida cotidiana de entonces, con especial atención a ese hervidero cultural que fue Alejandría, cuando aún mantenía en pie su biblioteca y el famoso faro. Cuenta cómo Hipatia, convertida casi ya en una figura mítica, inventó el densímetro, el principio de Arquímedes y el astrolabio. Al final del volumen hay un gráfico donde explica la evolución del papel de la mujer en las civilizaciones griega, romana y egipcia. Una vez acabada la lectura, mi hija me comenta: "No sé por qué le das tanta importancia a eso de los niños o las niñas. En teatro éramos todo niñas menos Biel y en eso no veías tanto problema".

La obra, narrada por Atenea, diosa de la sabiduría, realiza un recorrido por la vida de la filósofa, astrónoma y matemática y explica cómo era la vida cotidiana en Alejandría

Y sí. Tiene razón. Una razón también equiparable, pienso ahora, a muchos otros aspectos de la realidad. He visto muchos anuncios y campañas tratando de persuadir a las niñas para que sean científicas y  tecnólogas, pero no he visto ni una para intentar seducir a los varones para carreras humanísticas o sociales. Para mostrar la importancia de esos trabajos y carreras en nuestro mundo. Ahí, creo, se unen dos prejuicios contemporáneos: el de que las carreras tecno-científicas son mejores que las sociales y humanísticas --la desaparición de la Filosofía en el currículum-- y  la sensación de que los chicos eligen lo que quieren por iniciativa propia, sin atender tampoco a cuestiones culturales de género. 

Pensemos en cómo distribuimos los recursos públicos en educación y qué significa eso en términos de equidad. Mientras todos los estudios demuestran que los años que marcan a fuego la capacidad posterior para tener una vida plena son los primeros años de nuestra educación reglada, son, con diferencia, los que peor pagamos. Quien se encarga casi totalmente de esa vital educación son, claro, profesoras. Pensad por un momento en la línea de la evolución humana.  Seguramente al final de la posible cadena pensáis en un hombre, caucásico y  joven. ¿Por qué no colocar al final de la cadena una mujer, asiática y anciana?