La escritora norteamericana Siri Hustvedt / MARION ETTLINGER

La escritora norteamericana Siri Hustvedt / MARION ETTLINGER

Ciencia

Siri Hustvedt: “Hay poemas sobre el ser humano más profundos que las ciencias"

La escritora norteamericana, Premio Princesa de Asturias, publica ‘Los espejismos de la certeza’, un libro sobre las ideas y los lugares comunes vigentes en el mundo científico

24 mayo, 2021 00:10

Novelista y ensayista, Siri Hustvedt es una de las intelectuales norteamericanas más prestigiosas. El año pasado su trayectoria fue reconocida con el Premio Princesa de Asturias por una obra sustentada sobre tres pilares: la indagación literaria, el feminismo y los estudios neurocientíficos. En Los espejismos de la certeza (Seix Barral), título originariamente publicado en 2016, Hustvedt reúne una serie de ensayos en torno a la epigenética, uno de los campos científicos sobre los que más interés ha mostrado en los últimos años. Desde su casa de Nueva York, la escritora, que siempre se ha mostrado extremadamente crítica con la política de Trump, nos atiende, consciente de que en este periodo de incertidumbre su libro adquiere una particular relevancia: anima a dudar y a seguir investigando sin dar nada por supuesto de antemano. 

–Nietzsche que decía “toda convicción es una cárcel”.

–Es cierto. ¿Recuerdas dónde lo dice?

–Me gustaría poder decírselo, pero no lo recuerdo. 

–Lo preguntaba por curiosidad. A Nietzsche se le daban muy bien los aforismos y este que citas es muy acertado. La aceptación pasiva de categorías preordenadas y predeterminadas sin cuestionamiento alguno tiene mucho que ver con las estructuras simbólicas de la sociedad, empezando por las ideologías políticas y siguiendo por todas aquellas ideas y teorías a las que reverenciamos sin cuestionarlas para nada, dándolas directamente por ciertas.

Siri Hustvedt (c) Marion Ettlinger RIGHTS CLEARED

Siri Hustvedt / MARION ETTLINGER 

–Su ensayo es una invitación a dudar de los discursos asentados, como ocurre por ejemplo con la ciencia. 

–La duda es el motor de la ciencia y el que mueve –o debería mover– todo pensamiento intelectual. Si no eres capaz de dudar, no eres capaz de desear. Sin la duda, ¿dónde vas a ir? Si no dudas lo único que consigues es permanecer estático siempre en el mismo sitio y no creo que esta sea esta nuestra función. El ser humano está llamado a explorar todo aquello que le rodea y cualquier exploración conlleva dudar de lo que se da por sentado, sobre todo de aquello que no te satisface o no te convence. 

–¿Por qué entonces siguen intactas ciertas ideas, como las relacionadas con la diferencia entre hombres y mujeres? ¿Es por una conveniencia con el sistema?

–En los últimos veinte años de lecturas me he dado cuenta de la lentitud con la que cambian las ideas. No recuerdo su nombre, pero sí haber leído un ensayo en el que un filósofo sostenía que se necesitaban trescientos años para que una idea importante cambiara y lo hiciera también la percepción que se tiene de ella. ¡Es muchísimo! Si te fijas cuán arraigadas están ciertas certezas, como que cuerpo y mente son dos instancias separadas, te darás cuenta de lo difícil que es desmontarlas. La separación entre cuerpo y mente viene de los griegos y se ha perpetuado porque se ha asumido por completo. Desmontarla es complicado, pero no imposible. Las ideas pueden cambiarse y a lo largo de la historia encontramos momentos de cambios drásticos. Lo que sucede es que, por lo general, las ideas sobreviven muchas vidas y, como te decía, requieren demasiado tiempo en modificarse.

Siri Hustvedt 1

–Lo paradójico es que hay estudios genética que insisten en esta idea.

–Bueno, solo algunos tipos de genéticas. En la genética conductual, donde el gen es considerado un marcador que corresponde a un número y está estrechamente relacionado a los rasgos hereditarios, efectivamente, esta idea perdura. Sin embargo, en la genética molecular las nuevas investigaciones desmontan la idea del gen como un alma que determina los rasgos y las características del organismo. Lo que a mí más me interesa es la epigenética.

–¿El gen no es determinante porque influyen el entorno y las experiencias? 

–Sí, aunque déjame que conteste a tu interrogante. Al asumir la importancia del entorno y de las experiencias vividas das por sentado que hay una separación neta entre sujeto y objeto, entre naturaleza y crianza. Yo diría que el origen de lo que somos es distinto. Me explico: supongamos que hablamos de cuánta influencia han podido tener sobre una persona sus adorables abuelitos, a los que se quiere mucho. Evidentemente, hay un estímulo que nace de ellos y llega al nieto de un modo que, quizás, ni tan siquiera este recuerde. El estímulo es resultado de la manera en la que, por ejemplo, su abuela le agarraba, le hablaba, le llevaba en brazos, Sin esa abuela toda la fisiología de esa persona sería diferente. Esto nos ha podido pasar a todos: los rasgos de una determinada persona clave en tu vida, en este caso, la abuela, pasan a formar parte de tu fisiología operativa.  Y es con este hecho donde las cosas se complican si se pretende marcar una línea divisoria entre cuerpo y mente, entre dentro y fuera. ¿Dónde marcas la línea? 

SiriHustvedt Spencer Ostramder

La escritora norteamericana, fotografiada por Spencer Ostramder

–¿Nuestro cuerpo está directamente influenciado por lo que vivimos?

–En efecto y por esto sufrir estrés o un trauma terrible, ya sea por un duelo o un conflicto bélico, por poner dos ejemplos dispares, afecta a cómo nuestros genes se expresan. Bajo otras circunstancias los genes se hubieran expresado de otra manera y tú habrías sido otra persona fisiológicamente hablando. No comento nada al respecto en el libro, pero he estado leyendo artículos sobre la relación entre la epigenética y el racismo, uno de los grandes problemas que tenemos en Estados Unidos, sobre todo para las personas negras, que lo viven diariamente. Los genetistas han descubierto que el estrés que sufren quienes son víctimas del racismo, así como el causado por tantas otras razones, a través de la expresión genética, puede provocar inflamación crónica. Es terrible, pero explica muchas cosas. Nadie está a salvo de esto. A causa de una depresión puedes sufrir también una inflamación crónica que, a largo plazo, puede ser bastante grave, produciendo o agravando distintas patologías y conduciendo a la muerte. Una realidad sociológica como el racismo tiene efectos sobre la biología interna del ser humano.

 Siri Hustvedt 6

–Se suele decir que la depresión agrava o despierta otras enfermedades. 

–Es cierto. La depresión es un efecto en el cuerpo y, en este sentido, se parece mucho a otras enfermedades. Cuando tienes gripe lo único que quieres es tumbarte, no te apetece nada. Con una depresión grave pasa lo mismo: lo único que quiere el cuerpo es tumbarse y no levantarse de la cama. Los biólogos y los psiquiatras están intentando vincular estas respuestas físicas a la depresión entendida como algo mental, para tratar la depresión como parte de los sistemas corporales activos. La depresión puede ser provocada por muchos factores, a veces no del todo claros. Además, es un ejemplo de cómo las enfermedades mentales se integran cada vez más en el estudio patológico.

–Sobre la imposibilidad de trazar una separación entre el cuerpo y la mente usted reivindica las teorías panteístas de Margaret Cavendish 

–Sus ideas son muy actuales y en el terreno de la filosofía están en boga. Yo definiría su visión como panteísta en cuanto cree que la conciencia está en todas partes. Evidentemente, una piedra no tiene la misma conciencia de un ser humano, pero sí tiene algo animado, una idea que se defiende cada vez más dentro de la filosofía. :o más interesante de Cavendish es que piensa que los seres humanos no son superiores a otros seres. Todos está conectados. Son interesantes sus reflexiones sobre anatomía, en las que establece un diálogo entre el cuerpo y la naturaleza. Las investigaciones ecológicas demuestran que no puedes sacar un tornillo del sistema sin que haya consecuencias. En parte, esto lo decía Cavendish con su mirada sobre el todo. Llevo mucho años leyéndola. Es una de mis heroínas. Me complace ver cómo, después de trescientos años, cada día es más conocida. 

 Siri Hustvedt 4

–Cavendish se suma a muchas escritoras y artistas que, como quedó patente en su última novela, usted reivindica ante el olvido. 

–Esta reivindicación ha formado parte del feminismo desde hace mucho tiempo, pero sobre todo desde 1970, cuando se volvió muy importante comenzar a recuperar y dar a conocer la obra de estas personas olvidadas. Y hablo de personas, porque no me refiero solo a mujeres, sino también a hombres que por su raza no eran conocidos. Este olvido lo encontramos en muchas disciplinas: arte, filosofía o ciencia. Es terrible no solo para las mujeres, sino para la cultura en su conjunto, que se olviden ideas importantes porque nacen a partir de la reflexión de un nombre negro o de una muje. 

–Cavendish representa la unión entre las ciencias y las humanidades.

–Espero que en mi ensayo se observe este diálogo. Personalmente, lo que considero interesante de la historia del mundo moderno, sobre todo si nos remontamos hasta el siglo XVII, es que aquello que llamamos ciencia se definía entonces como filosofía natural. Cavendish era una mujer excepcional con conocimientos en muchas áreas: escribía poemas y teatro, firmó ensayos filosóficos y de teoría científica. Y esto se debe al hecho de que, en aquella época, el campo científico se daba la mano con el campo de las humanidades más que ahora. 

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–¿A qué se debe este fenómeno?

–A que nos especializamos en exceso. Ahora todo son especializaciones y esto hace daño a nuestro discurso y al conocimiento general. La especialización ha traído consigo una jerarquización de los conocimientos. Hoy la física y las matemáticas no solo se imponen a las humanidades, sino que se considera que la física es una disciplina masculina, mientras que las letras consideramos femeninas. Es una jerarquía artificial y arbitraria. Espero que el auge de Cavendish sea síntoma de un cuestionamiento de dicha jerarquía. No olvidemos que hay poemas que se interrogan de una forma mucho más concreta y profunda sobre lo que es el ser humano de cuanto pueda hacerlo la ciencia. 

–Lo increíble es que se jerarquicen las disciplinas por sexo y que se consideren más prestigiosas aquellas materias consideradas masculinas.  

–Es cierto, pero dichas jerarquizaciones cambian según sea la cultura. En Oriente Medio hay más mujeres estudiando ingeniería que hombres. Una neuróloga me comentaba que en su hospital había un médico ya mayor que animaba a las alumnas a avanzar dentro de su especialización. Su labor hizo posible que hoy en ese hospital haya muchas mujeres que trabajan como médicos. Una sola persona puede hacer posible que un ámbito, cerrado hasta entonces, se abra a las mujeres y lo haga de forma positiva, sin rechazo. Y digo esto porque todas sabemos que hay disciplinas en las que las mujeres no se han sentido particularmente bienvenidas en el pasado, pero también en el presente.

 Siri Hustvedt 5

–Tengo entendido que en Estados Unidos la cirugía está en manos de hombres blancos

–Absolutamente. Dicho esto, te voy a confesar que siempre he pensado que la cirugía es una forma elevada de mecánica. Nunca me ha parecido interesante. Es cierto que los cirujanos hacen operaciones complicadas, pero al final se trata de un ejercicio que se repite. Gran parte del prestigio que se les otorga se debe a que en nuestra cultura gusta el modelo máquina. Un cirujano es aquel que trata nuestro cuerpo como si fuera una mera máquina. Hay disciplinas mucho más relevantes sin tanto prestigio, como la medicina de diagnóstico, más relevante que la cirugía. En nuestra sociedad las  disciplinas de prestigio están copada por hombres blancos, dejando de lado a las mujeres y a los negros. 

–¿Hasta qué punto la genética se una para justificar la supuesta inferioridad de una mujer o de una raza?

–La historia de la genética, sobre todo de la conductual, tiene episodios oscuros y está vinculada a la eugenesia. Todo empieza a principios del siglo XX, cuando Francis Galton formula la distinción entre naturaleza y la crianza. Sostiene la idea de que los hombres blancos son superiores a la mujer por naturaleza. A Galton le fascinaba el tamaño de las cabezas de las personas, cosa que todavía pervive en la neurociencia y que implica la vinculación del tamaño cerebral con la inteligencia. Galton estableció esta relación a partir de números. No era matemático, pero se basó en los números para distinguir entre la naturaleza y la crianza, que condujo a la eugenesia, cuya más terrible expresión es el nazismo. Las ideas eugenésicas ya circulaban antes, como se puede ver en las campañas masivas de esterilización en como Escandinavia o Estados Unidos, donde las esterilizaciones duraron hasta los años sesenta y setenta. En aquella época muchas mujeres negras fueron esterilizadas, aunque no se habla de esto ni de cuán asentada están todavía las ideas eugenésicas en la genética conductual. Precisamente por esto cito a gente como Steven Pinker, al que no acuso de nada, pero cuyas ideas están vinculadas con lo que estamos comentando. 

 Siri Hustvedt 2

–Las mujeres diagnosticadas como disminuidas psíquicas fueron en España las víctimas de las campañas de esterilización.

–En Estados Unidos ocurre algo similar. Las víctimas de las esterilizaciones eran personas ingresadas en psiquiátricos y con discapacidad mental. Se las esterilizaba de forma masiva, incluidas chicas jóvenes a las que se las consideraba promiscuas. 

–Siempre se ha puesto el acento en el potencial reproductivo de la mujer. Usted recuerda la creencia de que su actividad intelectual perjudicaba esta capacidad. 

–La historia de la ciencia nos instruye mucho. Al estudiarla descubres que la ideología lo impregna todo. La prueba es que los científicos han encontrado siempre evidencias para justificar sus ideas. Esa creencia nació en el siglo XVIII y siguió vigente durante el XIX. ¿Qué se esgrimía? Pues que el cerebro de la mujer era más pequeño. Y lo es, pero no por la inteligencia, sino porque, en líneas generales, somos físicamente más pequeñas que los hombres. Todavía hoy se siguen publicando artículos donde se intenta demostrar –científicamente– tal asociación, igual que se dice que las personas negras tienen cerebros más pequeños. Estas teorías siguen vigentes porque hay científicos es racistas y sexistas, y también por desconocimiento. Muchos desconocen por completo la historia de su campo de estudio: no saben de dónde viene su disciplina. Cuando murió Einstein, le sacaron el cerebro para estudiarlo y encontraron que no tenía nada de particular. No era más grande de la norma. Llevan años estudiándolo, seccionándolo, indagando en él. ¡Y no encuentran lo que esperaban!