Superficie de Venus / EP

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Ciencia

Encuentran indicios de vida en Venus

Un nuevo estudio internacional detecta gas fosfano en la atmósfera del planeta y despierta las esperanzas de los astrónomos

14 septiembre, 2020 18:53

Un grupo de investigadores han descubierto indicios de vida en Venus, el segundo planeta más cercano al Sol. Es el llamativo hallazgo de un equipo internacional de astrónomos de cinco universidades, dirigido por la profesora Jane Greaves de la Universidad de Cardiff.

El descubrimiento de gas fosfano en la atmósfera del citado planeta, cuya temperatura en su superfície es de 462ºC, indica que Venus tiene el “potencial” de albergar o haber albergado vida, según el estudio publicado este lunes en Nature Astronomy.

Descubrimiento

Según el equipo de la citada universidad, el hallazgo “sugiere que Venus podría acoger procesos fotoquímicos o geoquímicos”. Aun así, matizan que ello no implica necesariamente “una evidencia robusta de vida microbiana” en el planeta.

Los astrónomos llegaron a esta conclusión en 2017, tras usar por primera vez el telescopio James Clerk Maxwell (JCMT) en Hawai (Estados Unidos), gracias al cual se detectó la fosfina. Tras estos primeros indicios, se les otorgó tiempo para seguir su hallazgo con el grupo de 45 telescopios del Atacama Large Millimeter / submillimeter Array (ALMA) en Chile, que es el más sensible.

Observaciones

Los expertos de ambas instalaciones observaron Venus en una longitud de onda de aproximadamente 1 milímetro, mucho más de lo que el ojo humano puede ver; solo los telescopios a gran altitud pueden detectar esta longitud de onda de manera efectiva.

“Descubrimos que ambos observatorios habían visto lo mismo: una débil absorción en la longitud de onda correcta para ser gas fosfina, donde las moléculas son iluminadas por las nubes más cálidas de abajo”, señala Greaves.

Partículas de fosfina detectadas en Venus / EP

Partículas de fosfina detectadas en Venus / EP

Imprevistos

Los primeros indicios tardaron más tiempo del habitual en confirmarse. Pese a la gran sensibilidad del observatorio ALMA, el mal tiempo agregó un retraso frustrante. Después de seis meses de procesamiento de datos, se confirmó el descubrimiento.

Los astrónomos han estado tres años realizando las comprobaciones pertinentes y realizaron cálculos para ver si la fosfina podría provenir de procesos naturales en Venus ya que otro estudio del fósforo en el planeta provino de un experimento de aterrizaje, llevado a cabo por la misión soviética Vega 2 en 1985.

Dos hipótesis

Advierten de que falta algo de información pero los investigadores concluyen que, pese a que la cantidad detectada es pequeña --moléculas de este gas por cada mil millones-, la fosfina registrada es mucho mayor de la que habría si su origen no fuera biológico.

La fosfina podría ser solo un producto de desecho, pero otros científicos han sugerido propósitos como protegerse de las bacterias rivales. Los expertos señalan que ni la caída de meteoritos o relámpagos puede provocar la presencia del citado gas, por lo que resumen que sólo puede darse por dos hechos. "Podría proceder de procesos desconocidos de fotoquímica o geoquímica, o por analogía, de la producción biológica de fosfina en la Tierra, gracias a la presencia de vida", resume el estudio.

Preguntas abiertas

"El descubrimiento de fosfina en Venus suscita muchas preguntas, por ejemplo, cómo puede un organismo sobrevivir en ese entorno”, indica Clara Sousa Silva, coautora del estudio e investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). ”En la Tierra, algunos microbios pueden resistir a un 5% de ácido en su entorno, pero las nubes de Venus están compuestas casi en su totalidad de ácido", agrega.  

La fosfina o fosfano es un gas incoloro, inflamable, con cierto olor a ajo, explota a temperatura ambiente y, lo más importante, se forma naturalmente por la degradación de materia orgánica. Aunque las nubes altas de Venus tienen temperaturas agradables de hasta 30 grados centígrados, son increíblemente ácidas, alrededor del 90% de ácido sulfúrico, lo que plantea problemas importantes para que los microbios sobrevivan allí. La profesora Sara Seager y el doctor Janusz Petkowski, ambos del MIT, están investigando cómo los microbios podrían protegerse dentro de las gotas.