Alarma por la muerte de ballenas francas glaciales en aguas de Canadá
Los conservacionistas norteamericanos avisan de que sólo quedarían 500 ejemplares de esta especie en todo el mundo
1 agosto, 2017 12:02Varios grupos de conservacionistas norteamericanos han alertado del aumento de la cifra de ballenas francas glaciales muertas en los últimos meses. Desde entonces, han puesto en marcha una serie de medidas para tratar de averiguar el motivo, según han informado las autoridades de Canadá.
Al menos nueve ballenas han muerto en un periodo de dos meses en el golfo canadiense de San Lorenzo, en el este del país. Con ello, el 2017 pasa a ser el año más mortífero para esta familia de cetáceos desde que los científicos comenzaron a contabilizar las muertes en los años 80, según ha señalado la científica de la Universidad de Dalhousie Kim Davies.
Peligro de extinción
Según los conservacionistas, sólo quedan unas 500 ballenas de esta especie en el mundo. La directora de la Sociedad de Respuesta Animal Marina, Tonya Wimmer, ha alertado este lunes de que las muertes se han visto provocadas por la actividad humana en la zona.
Según ha informado Wimmer, al menos tres de los mamíferos marinos murieron tras ser golpeados por varios buques, mientras que un cuarto falleció después de enredarse en aparejos de pesca. También ha indicado que han tenido que hacer uso de una retroexcavadora para hacer las autopsias. Davis ha explicado que las ballenas, que suponen una especie en extinción, han sido avistadas este verano en el golfo de San Lorenzo en mayor número de lo normal. Esto se debe a la escasez de zooplancton en otras zonas como la bahía de Fundy o el golfo de Maine.
Nuevas medidas
El Departamento de Pesca y Océanos de Canadá cerró a principios de este año varias explotaciones pesqueras del cangrejo de las nieves debido a la alta mortalidad registrada. Asimismo, las autoridades han solicitado a las embarcaciones que naveguen por el golfo de San Lorenzo que no superen los 10 nudos de velocidad (18,52 kilómetros por hora).
Wimmer ha alertado de la necesidad de hallar soluciones a largo plazo más allá del control de la velocidad de los barcos. "Esto no tiene precedentes y es catastrófico, por el bien de la especie debe acabar cuando antes", ha aseverado la científica.