El editor Enrique Murillo, con 'Letra Global'

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Letras

Enrique Murillo: de secundario, nada

Enrique Murillo llegó a tener su propia editorial, 'Libros del Lince', pero se la acabó vendiendo a Malpaso. Y 'Personaje secundario' es, de momento, su última contribución a la literatura española, un texto largo, pero jamás espeso

Enrique Murillo: "Vivimos tiempos de puritanismo, a derecha e izquierda: la víctima es la literatura de verdad"

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Conocí a Enrique Murillo (Barcelona, 1944) cuando era (aparentemente) el segundo de a bordo de Jorge Herralde en Anagrama y yo colaboraba en la prensa alternativa de la época. Vistos desde fuera, me parecía que hacían muy buena pareja (editorial), pero luego descubrí que la relación no era tan dichosa como aparentaba, dada la tendencia de Herralde a incrementar constantemente la carga de trabajo de Murillo sin subirle el sueldo, ni reconocer públicamente sus logros ni ponerlo en nómina (hablamos de un gran editor y de un tipo estupendo, aunque peculiar, pero también de una persona muy dada al ahorro y muy poco a delegar).

Cuando se supo que Enrique trabajaba en sus memorias, cundió el morbo en Barcelona a la espera de sus revelaciones sobre su antiguo jefe, pero la verdad es que sus dimes y diretes se resumen con bastante elegancia en Personaje secundario. La oscura trastienda de la edición (Editorial Trama), voluminosa recopilación (538 páginas) de las tribulaciones de un enfermo de literatura que ha hecho prácticamente de todo en lo relativo a poner una palabra detrás de otra.

Pese al título del libro, modesto pero engañoso, Enrique Murillo ha interpretado todos los papeles posibles en el sainete que es, por regla general, la literatura en España: lector de originales (para Herralde y, antes, Carlos Barral), traductor (Vladimir Nabokov, Martin Amis, Truman Capote, Sam Shepard o Tom Wolfe, entre otros), editor (Anagrama, Plaza & Janés, Planeta), autor (de sus cuatro libros de ficción guardo especial buen recuerdo de su novela de 1988 El centro del mundo), periodista (de Europa Press en Londres al suplemento Babelia del diario El País, pasando por la dirección del espléndido y difunto mensual El Europeo)….

Portada del libro de Enrique Murillo

Portada del libro de Enrique Murillo

De hecho, el único palo que le tocaba por tocar era el memorialístico, y lo ha resuelto con suma brillantez en Personaje secundario, unas memorias profesionales, en el sentido de que no están encaminadas a explicar lo mucho que sufrió de niño por culpa de alguna tata cruel o cosas por el estilo, sino a compartir con el lector (especialmente, si éste ha tenido algo que ver con el mundo editorial español) años de experiencia en todo lo relacionado con la letra impresa.

Aprovechando, de paso, para señalar todo lo que, en su opinión, funciona mal en el gremio, desde las remuneraciones churrosas de informadores y traductores hasta el amaño de los grandes premios (seudo) literarios, sin temor a incluir en el elenco de interesados manipuladores a la mítica uber agent Carmen Balcells.

Los cejijuntos de 'El País'

La amistad entablada en los good old times de Anagrama se prolongó a lo largo del tiempo (Enrique es un buen tipo y su conversación es de las más amenas que he podido disfrutar durante mi estancia en este planeta), por lo que pude ir asistiendo a sus diferentes encarnaciones profesionales.

Me lo pasé muy bien colaborando en El Europeo (¿en qué otra revista me habrían dejado publicar una entrevista con el dibujante italiano de comics Vittorio Giardino?), y también en el Babelia, aunque ahí compartimos el estrellato (para mal) cuando Enrique decidió abrir el suplemento con American Psycho, la novela de Bret Easton Ellis, y encargarme la reseña a mí.

Entre que Ellis era considerado un mindundi por los asesores áulicos de la publicación y que a mí estos personajes me tenían, directamente, por un majadero, lo más cejijunto del lugar montó en cólera y Enrique se llevó un chorreo del director de El País por destacar libros malos y escandalosos (desde el punto de vista cejijunto).

Enrique Murillo: Vivimos tiempos de puritanismo, a derecha e izquierda: la víctima es la literatura de verdad

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Seguí tratando con Murillo cuando ostentaba cargos gordos en Plaza & Janés y Planeta, de donde salió tarifando por su maldita manía de no seguirles la corriente a los mandamases (digamos que nunca se ha distinguido el hombre por su mano izquierda en la práctica de la diplomacia empresarial).

Aún recuerdo lo que sufría Enrique (y, al mismo tiempo, se divertía) editando los libros de nuestro común amigo Terenci Moix, autor de prosa tan torrencial como su carácter (según me contó una vez, cuando escribía, no hacía nada más y podía dedicarle al asunto diez o doce horas seguidas) al que había que convencer para que acortara sus textos: lo que Maxwell Perkins fue para Thomas Wolfe, lo fue Enrique para Terenci.

Enrique Murillo llegó a tener su propia editorial, Libros del Lince, pero se la acabó vendiendo a Malpaso. Y Personaje secundario es, de momento, su última contribución a la literatura española. Un texto largo, pero jamás espeso, al que solo pueden reprochársele algunas repeticiones y redundancias que no deberían haber pasado inadvertidas a su fino ojo de editor, pero que no afectan en (prácticamente) nada al brillante resultado final.