María Reig

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Letras

María Reig: "Debemos bucear en el pasado para entender mejor el presente en el que vivimos"

La autora barcelonesa, especializada en el género de la ficción histórica, ofrece en 'Sonó un violín en París' un viaje a la Europa de fin de siglo, la Belle Époque, con una trama coral en la que destacan la música, el arte y la intriga

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En una recordada película de Woody Allen, un escritor nostálgico de los dorados años veinte conseguía viajar en el tiempo al París de sus sueños, donde conocía y se enamoraba de una parisina que coincidía con él en espíritu, pero añoraba otra época extraordinaria de la capital francesa: la Belle Époque. La “época bella”, en la que París y toda Europa llegó a brillar con la llegada de ideas que auguraban la modernidad, un esplendor efímero que desapareció con el desastre de las dos Guerras Mundiales.

María Reig, autora de cuatro novelas de ficción histórica, la primera de ellas, Papel y tinta (Suma), un best-seller autopublicado, ofrece al lector el viaje con el que soñaba el personaje interpretado por Marion Cotillard. Un grand tour por la Francia, Italia, Austria-Hungría y Alemania de finales del siglo XIX en una novela empapada de la cultura y los cambios económicos, políticos y sociales de aquella Europa, Sonó un violín en París (Espasa).

'Sonó un violín en París' (Espasa)

'Sonó un violín en París' (Espasa)

Entre el bullicio cultural y artístico de aquel fin de siècle, que trajo entre otros los movimientos precursores de las primeras vanguardias –impresionismo, postimpresionismo, simbolismo–, el art nouveau y la arquitectura modernista, se cernía la sombra de un mal presagio. Algunos sospechaban entonces que tras esa pátina de novedad y optimismo, en el fondo, la llegada de la industrialización, la expansión de las ideas liberales y la puesta en duda de los valores tradicionales que hasta ahora vertebraban la sociedad, no desembocarían en nada bueno. En efecto, según explica Reig a través de la novela y en esta entrevista para Letra Global, en la Belle Époque “ya se pueden encontrar las claves de otros episodios de la historia de principios del siglo XX, como las dos Guerras Mundiales”.

En Sonó un violín en París aparecen esos indicios, en una narrativa que destaca por la exhaustiva ambientación histórica. En el viaje que realizan los diez personajes que aparecen en la novela, un grupo de diez burgueses ociosos que guardan algún que otro secreto, se puede entender cómo habría sido preparar y vivir un recorrido semejante en la época en la que nació el turismo tal y como lo conocemos, valiéndose de un medio de transporte representativo de este período, el ferrocarril. 

Vivir la Europa del pasado

Reig no solo se ha servido de manuales de historia, durante el proceso de investigación consultó una de las guías de viaje más famosas a finales del siglo XIX, la Baedeker. También contó con la ayuda del Museo del Ferrocarril de Madrid, para recrear cómo habría sido la experiencia de recorrer Europa en ese medio que supuso una gran revolución aplicada al transporte. 

De hecho, el componente inmersivo era importante para Reig, que buscaba crear “una experiencia multisensorial”, sumergiendo al lector en el arte pero sobre todo, en la música de aquel momento. El viaje que vehicula la novela no es solo espacial, también sonoro: el título de una pieza musical que podía escucharse entonces abre cada capítulo –reunidas en una lista de Spotify creada ex professo por la escritora–; con temas de Verdi si la acción se sitúa en suelo italiano, o la Marcha Radetzky si los personajes se encuentran en tierras austríacas. 

'En el Moulin Rouge, el baile' (1890), de Henri Toulouse-Lautrec

'En el Moulin Rouge, el baile' (1890), de Henri Toulouse-Lautrec Wikimedia Commons

La música también tiene una importancia significativa dentro de la trama, ya que de entre los personajes protagonistas, destaca uno en particular que vive de ella: "Jacobo, Don Guillermo y Clara serían desde mi punto de vista como autora a los que he querido dar un mayor peso…. pero sin duda Clara tiene una voz especial en la novela".

Una dolencia sin nombre

Todos los personajes de Sonó un violín en París encuentran el viaje como un consuelo, un paréntesis momentáneo al ajetreo de sus vidas, pero Clara Balaguer, una virtuosa violinista que depende de sus representantes, los señores Dupont, tiene un particular dilema interior. Es una cuestión con la que ahora estaríamos más o menos familiarizados, pero que era una rareza sin nombre a finales del siglo XIX, cuando el estudio de la psicología aún comenzaba a desarrollarse. 

“Para mí, es muy importante que los personajes tengan la mentalidad de su época y sufran por cuestiones que estaban presentes entonces, intento evitar todo lo que pueda el presentismo”, apunta Reig, que se planteó como reto representar cómo habría sido sufrir una dolencia como la ansiedad, en un momento en que no existía un término y mucho menos, un remedio o un consuelo para quiénes la padecían. 

"Debía ser terriblemente solitario lidiar con ataques de pánico y de ansiedad hace 130 años", continúa Reig, ya que los síntomas de la ansiedad y la depresión, de hecho, se trataban desde un prisma que relacionaba la dolencia con la locura o a un exceso de emociones, típicamente asociado en el pasado a la mentalidad femenina.

Era el caso de las protagonistas de tres novelas escritas en esa época, Anna Karenina, Madame Bovary y La Regenta, que padecían de histeria, un mal con síntomas similares a la ansiedad. Una dolencia que era más bien una consecuencia, como ya podía empezar a vislumbrarse a través de estas obras, de la impotencia que sufrían las mujeres, a quiénes se les negaba la potestad para controlar su vida o cambiar su futuro, sobre todo en lo referente al matrimonio y las aspiraciones profesionales.

'Retrato de una mujer fumando - La Belle Époque' (1900)

'Retrato de una mujer fumando - La Belle Époque' (1900) Wikimedia Commons

Es el caso también del personaje de Clara, con el que Reig se propuso explorar el papel de la mujer dentro de la música, en la vertiente cultural pero también, empresarial: "A las mujeres se les dio acceso a algunas profesiones, pero había ciertas líneas rojas que no podían cruzar, y que les impedía autorrealizarse", explica la autora. En la novela, Clara depende de sus representantes y mecenas, que dirigen su carrera musical, y no siente que tenga la posibilidad real de emanciparse de ellos.

Pasado y presente

Incluir a un personaje con problemas de salud mental es novedoso dentro de la novela histórica. Para Reig, más que una búsqueda de distinción, esto suponía un reto que quería plantearse. "Mostrar el pasado, en toda su diversidad, siempre que esto vaya de la mano de la documentación y esté pegado a la realidad, me parece algo interesante a incluir dentro del género de la novela histórica", sentencia la autora.

Otros personajes de Sonó un violín en París presentan problemas de identidad que les llevan, dentro del grand tour que vehicula la novela, a emprender viajes interiores que les cambian para siempre. Algunos, incluso, se ven afectados por los sucesos que empezaban a llenar de temor a la Europa de fin de siglo. 

"Muchas veces tendemos a estudiar la historia como una serie de causas y consecuencias, pero en la Belle Époque tenemos un ejemplo de que en realidad esos procesos son más lentos", reflexiona Reig, que considera necesario adentrarse en un período histórico como la Belle Époque para "entender un poquito mejor el mundo en el que vivimos".

Y no solo para comprender el devenir de los hechos, cómo la tensión social, el colonialismo y otras cuestiones desembocaron en una guerra sin precedentes, sino también la mentalidad de las personas que los llevaron a cabo, "para entender cuáles fueron sus referentes y cuál fue la problemática con la que crecieron, aquello que fue conformando su ideología y también el caldo de cultivo gracias al cual pudieron proliferar determinadas ideas que a la postre, llevaron a Europa al conflicto", sentencia María Reig.