El mundo demencial de Max Cannon
Semblanza de uno de los autores de comics más estrafalario y alternativo, de aquéllos que solo generan sentimientos radicalmente opuestos: se les ama o se les odia
El norteamericano Max Cannon (Hunstanton, Reino Unido, 1962) es, probablemente, el autor de comics más excéntrico, extravagante, perverso y voluntariamente marginal del mundo. Tras pasar la infancia en Inglaterra e Italia (lugares en los que estuvo destinado su padre, un oficial de la fuerza aérea estadounidense que pilotaba un bombardero B 52), el hombre llegó en 1977 a Tucson, Arizona, donde sigue instalado a día de hoy y donde empezó a publicar su tira semanal Red Meat (Carne roja) en 1989. De un diario local, Cannon fue ampliando su área de influencia a otras ochenta publicaciones, entre diarios universitarios, semanarios alternativos y todo tipo de rarezas impresas, repartidas por diferentes estados de la Unión. A partir de 1996, Red Meat empezó a publicarse online, algo que sucedió de forma ininterrumpida hasta hace poco más de un año, cuando la tira dejó de faltar a su cita semanal con sus miles de retorcidos seguidores sin que su autor tuviera el detalle de dar ninguna explicación, más allá de prometer que algún día Carne Roja volvería a aparecer en Internet (mientras escribo estas líneas, ese día aún no ha llegado).
Red Meat es una de las mayores frikadas del actual mundo del comic, un producto que no admite medias tintas, que se adora (como es mi caso) o se detesta. Lo descubrí por casualidad durante una estancia en Nueva York, cuando adquirí la primera de las tres antologías de la serie que se han editado en forma de libro: Red Meat (1997), More red meat (1998) y Red meat gold (2005). Se trata de sendos libritos apaisados, con una tira por página, siempre consagrada a un humor demente que tanto puede generar adicción como rechazo.
A mí me encanta Red Meat, pero conozco a gente que considera al señor Cannon un imbécil con la gracia en el culo o algo peor, una especie de pervertido que no está bien de la cabeza y que, encima, no se mata a la hora de dibujar, dado que cada una de sus tiras consiste en tres dibujos idénticos en los que lo único que va cambiando es el texto.
Hablando de lo que hace, Max Cannon dijo en 1996: "Se trata de hacer reír a la gente sin arrearle un garrotazo a nadie ni recurrir a un mensaje político: hay mucha gente por ahí que puede hacer eso mejor que yo. Lo mío es algo que puede ser divertido o no serlo del todo, según se mire. Mis historietas van de cosas que la gente realmente hace, pero se resiste a admitir que las haga. Mis temas son la grosería, el sadismo, el frikismo, la crueldad… O sea, lo que constituye la esencia del humor".
La explicación se las trae, pero basta con leer unas tiras de Red Meat para comprobar que se ajusta a la perfección al material que nos ofrece el señor Cannon, protagonizado por unos personajes instalados en la más pura insania y cuya visión del mundo se basa en la más absoluta demencia.
Personajes como Bug Eyed Earl (Earl, el de los ojos saltones), un tipo de aspecto patibulario y cierto parecido con Edgar Allan Poe que monologa sus delirios viñeta tras viñeta (nunca cambia el encuadre o la postura); Milkman Dan (Dan, el lechero), una especie de payaso malévolo que oculta bajo su atuendo de lechero a un psicópata que odia a la humanidad, especialmente a su vecina Karen, una niña del barrio con la que se hacen mutuamente la puñeta (según Cannon, crecer con un padre militar le hizo desconfiar ipso facto de los uniformes, y eligió el de lechero como epítome del engaño social y la falsa bondad); Ted Johnson, un maníaco sexual inspirado en su propio padre y aquejado de todo tipo de perversiones y parafilias (a su esposa nunca se le ve: solo sabemos lo que dice por el texto que aparece en sus globos, que es lo único que nos llega de ella); The old cowboy (El viejo vaquero), otro sujeto inmóvil que monologa sus chaladuras apoyado no sabemos dónde, pues el hombre llega hasta el final de la viñeta; Priest (El cura), un sacerdote católico al que también le falta una patata para el kilo; Mr. Bix, un robot psicópata…
Red meat nunca se ha traducido al español, y juraría que tampoco a ningún otro idioma. En Estados Unidos ha tenido su público fiel durante más de treinta años en los que su autor se ha dedicado a la docencia en la universidad de Arizona, ha colaborado esporádicamente como guionista en tebeos de Spiderman y The fantastic four y ha anunciado en varias ocasiones que le estaba dando vueltas a una novela gráfica que, de momento, no hemos visto por ninguna parte. Pese a ser más raro que un perro verde, si quisiéramos compararlo con algún otro autor excéntrico, podríamos recurrir a Gary Larson, Glenn Baxter o incluso Chas Addams o Edward Gorey. Pero su capacidad para hacerse famoso es considerablemente inferior a la de estos titanes del humor desquiciado y tirando a demencial. Lo suyo ha sido, al parecer, no moverse de Tucson y aplicar su inofensiva locura al maravilloso mundo del comic, donde se ha hecho con fans tan notables como Matt Groening, el papá de los Simpson.
Los tres tomos de Red Meat pueden encontrarse en Amazon a precios que oscilan entre los tres dólares y los treinta (¿dependiendo de qué? ¡Ni idea! No vamos a buscar ningún asomo de lógica en nada relacionado con el señor Cannon). Maestro de la risa que se confunde con el escalofrío, la inquietud y el mal rollo, Max Cannon es, insisto, el tipo más raro que me haya cruzado jamás durante todos los años que llevo leyendo tebeos. Tal vez por eso lo echo tanto de menos en la red de redes.