José Castro Roig, el autor de un diccionario sobre los errores en el castellano

José Castro Roig, el autor de un diccionario sobre los errores en el castellano

Letras

El 'Diccionario español de burradas' es un fantástico monumento digital

Con una sonrisa permanente, la obra de Xosé Castro Roig está abierta a cientos de colaboradores voluntarios que aportan miles de frecuentes errores lingüísticos, con la idea de salvar el castellano correcto

19 diciembre, 2023 13:26

Xosé Castro Roig es digno de ingresar en la galería de ilustres protectores de la lengua. Compilado, editado y registrado por él, su Diccionario español de burradas recopila miles de expresiones mal dichas por muchas personas. “Desde mi madre hasta mi abuela, pasando por maestros de escuela”, cuenta. Y se pregunta: “¿Acabaremos diciendo estimados y estimadas amigos y amigas, y escribiendo estimad@s amig@s? Me temo que sí. La ñoñería corre más que un chorizo por un plato de loza”. Creado sin ánimo de lucro, se trata de una obra digital asequible a quien quiera leerla o participar en ella en espera de alguna editorial que pague bien y la pase a libro primorosamente encuadernado. Su principal mérito es que cuenta con miles de colaboradores y coautores españoles e hispanoamericanos que aportan ejemplos reales, casi siempre divertidos y absurdos. Su lectura es una sonrisa permanente. Publicadas tal cual llegan y sin orden ni concierto, abarca toda clase de situaciones y acciones. La primera: “endereza la ensalada. (adereza)”. La última, de momento: “¡Albina; se dice albina, no lesbiana!”.

Tienen especial gracia los errores sexuales, como confundir una mesa de “fornica” blanca con (fórmica).  Es el caso de una presentadora de televisión que repitió varias veces  “polifelación” en lugar de (proliferación). O el de confundir “(coitus interruptus) con corpore insepulto”. “Ramón es “amo sexual”. (homosexual)”. Como “en este barrio hay mucha prostiputa  (prostituta)”, se recomienda “hacer las cosas con menos parafolla. (parafernalia)”. El toro tenía “los tentáculos inflamados. (testículos)” Lo compró en “un Che chi cho. (sex shop)”. Firmó su declaración con “las huellas genitales (digitales)”. No todo el monte es “orgasmo. (orégano)”. En definitiva, “eso no se me duce. (me seduce)”.

Xosé Castro Roig, en un taller en Youtube

Xosé Castro Roig, en un taller en Youtube

Después del sexo, a reponer fuerzas en un restaurante que transforma la gastronomía a la carta. Entrantes: Ración de “!cocretas”,  cocletas (croquetas). Caviar de “huevas de centurión”. (esturión). Espárragos tigreros. (trigueros). Ración de “almódigas o almóndrigas”. (albóndigas) De primeros: “Sopa con torrendos”. (torreznos). “Puré con picaportes. picatostes). “Codornices descabelladas”. (escabechadas). “Hamburguesa con bayonesa”. (mahonesa o mayonesa). “Lomo salzonado”. (sazonado). “Fideos largos”. (espaguetis). “Bistel o bisteles”. (bistec, bistecs). “Entrecol” (entrecot). Pescado con raíz del “sinojo”. (hinojo). Sándwiches: “ Sanchui, changüi y chambi”. Surtido de postres: “Ceremonia de frutas”. (macedonia). La fruta tiene “muchas dinamitas”. (vitaminas). “Congüis y cuigüis”.  (kiwis). “Queso Semental”. (Emmental). “Yuyú o guyú”. (yogur). “Profilácticos de chocolate”. (profiteroles). E incisión de manzanilla. (infusión).

Xosé Castro Roig sigue la senda de Fernando Lázaro Carreter en su clásico y divertido ensayo El dardo en la palabra. Ambos autores velan por la salud del idioma. Pero si de salud se trata,  el Diccionario español de burradas indica que es grave y de pronóstico reservado.Conesterol” alto (colesterol). “Cólico frenético”. (cólico nefrítico). “Extracción de la pendis”. (apéndice). Hubo que instalarle el “pai-pai”. (by-pass). “Bolia celebral” (embolia cerebral). Le hicieron un “escarnio y escaño cerebral”. (escáner) y una “atracomanía”. (traqueotomía). Le pusieron una “indición”. (inyección) y una “extradición de sangre”. (transfusión). Le dio  un “infausto”. (infarto).

Tiene que “indiectarse ursulina”. (inyectarse insulina). Además, la “próstata dental es carísima”. (prótesis). En definitiva, para ver el estado y evolución de la sufrida lengua habrá que consultar con el “florense” (forense) y llevar el cadáver al “Instituto Autonómico de Orense”. (Anatómico Forense). Parafraseando a Larra en su Noche de difuntos de 1836, “Aquí yace el castellano, con todos sus pertrechos”.