Anna Bolavá y otros chiflados
Bolavá sigue la estela de artistas y escritores que, desde Praga, han dejado al mundo un legado extravagante, mágico, como Perutz, Hrabal o el propio Kafka
11 noviembre, 2023 20:55Caminaba yo el otro día hacia Ópera, para apadrinar la publicación (en Báltica editorial) de la novela de Anna Bolavá Hacia la oscuridad, y… y no me pasó nada.
Pero aunque no me pasó nada, algunas cosas pensé, desde luego. Ahora las explico. Tienen el máximo interés.
Ya en la librería, y una vez sentado al lado de Anna (mujer joven, atractiva, inteligente, pero con una cabeza loca, loca, loca) descubrí que delante de mí, ocupando toda la pared de enfrente, había una foto de cuerpo entero del escritor Ignacio Martínez de Pisón, en pose desenvuelta y con mirada interrogativa, y hasta casi ceñuda, que me iba a acompañar durante todo el acto público. Esa mirada no sé si era sólo interrogativa o también censora. Me resigné a estar hablando bajo su imperio.
También me incomodaban los platitos de jamón serrano y demás delicias que nos había preparado el Centro Checo de Madrid, pero a las que yo no podía acceder, ni siquiera con la punta de los dedos, ya que no hay cosa más torpe que estar comiendo y escupiendo migas y al mismo tiempo hablar en público. En este sentido, el espectáculo más ridículo que he visto nunca fue el de un fadista en Lisboa, vestido de negro, que después de cantar sus tristezas amorosas más desgarradoras se sentaba entre el público a zamparse un plato de bacalhàu á bras con muchísimo apetito. Cómo rebañaba el plato. En consecuencia, para no ser fadista, me resigné a los juegos del hambre.
Antes de subir a donde se me esperaba vi en el piso bajo de la librería que acaba de salir (en Siruela) una edición conmemorativa de los cincuenta años de la primera edición de Praga mágica de Ripellino. Lo hubiera comprado, pero es que ese libro ya lo tengo, y encima con tapa dura mientras que esta nueva edición lleva tapa blanda.
Como sabrán mis lectores más entrados en años, ese libro es un formidable canto a la historia y literatura checas y especialmente a los numerosos personajes más o menos geniales y más o menos chiflados que a lo largo de su historia marcaron con su presencia y obra el humor de la ciudad, su genius loci.
Es una celebración de aquella ciudad, hoy desaparecida por culpa del turismo y la globalización, brumosa, romántica, etc, donde estaban muy a sus anchas, especialmente en el periodo bajo el dominio del noctívago Rodolfo II, toda clase de nigromantes, adivinos, magos, alquimistas, artistas raros, escritores chiflados…
Luego cuando pienso en los escritores checos que continuaron esa rara tradición me he dicho que en Praga precisamente se dio una concentración de extravagancias más densa que en otros sitios, y de las cuales Anna Bolavá es epígono. Pero supongo que toda Centroeuropa está llena de escritores y de personajes parecidos.
Locos gloriosos. Me acuerdo de Jakub Deml (1878-1928), un cura exclaustrado, con barragana, autor de Luz olvidada ( no traducido al español según creo), donde responde a las cartas de sus admiradores diciéndoles: “Me alegra que le guste mi escritura, pero en vez de elogios, ¿por qué no me envía un poco de dinero? Lo necesito más”. Etc. Una especie de mosén Cinto Verdaguer (como por otra parte los suele haber en todas las culturas pequeñas: siempre hay un cura delirante) más extremado.
No sé si los abarca el libro de Ripellino, pero yo me acuerdo con placer de Jaroslav Hasek (1883-1923), cómico, cervecero autor de Las aventuras del soldado Švejk; y de los fantasiosos hermanos Čapek, de trágica historia; y de Ladislav Klima (no confundir con Ivan, el disidente haveliano con el mismo apellido, autor de Amor y basura), el de las asombrosas Desventuras del príncipe Sternenhoch, publicado aquí por Libros del Silencio; y, claro, de Bohumil Hrabal, de Perutz, que fue praguense hasta los veinte años y que a esa ciudad dedica su mejor libro, De noche, bajo el puente de piedra; de Kafka, el más raro de todos; de Rilke que hablaba con los ángeles; y por supuesto de Ludvik Vaculik, etcétera, etcétera.
La nómina de tipos particulares, herederos de los magos que vivían en el Callejón del Oro a los que cantó Ripellino, es larguísima y confirma, por si hacía falta, que la locura y/o la genialidad, la rareza, lo estrambótico, no tienen por qué brotar en las capitales de los imperios, sino que a menudo irrumpen en lugares insospechados, tangenciales…
Bueno, estaba yo en Tipos Infames con Anna Bolavá y bajo la mirada censoria de Pisón. Expliqué que Hacia la oscuridad es una novela heredera de esa extravagancia checa que quizá en realidad no sea específicamente checa o checoslovaca sino centroeuropea (da igual). La protagonista, que se llama como la autora, vive en el campo y es una enferma terminal, orgullosa, malhumorada, en malas relaciones con el mundo y con sus vecinos, que, como la autora, además de su trabajo de traductora se dedica a andar por los campos y por los márgenes de los caminos para recoger hierbas medicinales y venderlas los martes en el mercado. Flor de tilo silvestre. Cola de caballo. Caléndula. Gordolobo. Ortiga blanca. Hierba de San Juan. Hoja de Nogal. Reina de los prados. El libro Hacia la oscuridad ha ido muy exitoso en su país y traducido a muchos otros, por lo que felicitamos desde aquí con el máximo afecto a la autora, y también la felicitamos por estar en una onda tan acorde con el espíritu del tiempo, que es un espíritu ecológico y vagamente luctuoso si no me equivoco.