El escritor Isaac Rosa / @JAIMEFOTO

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Letras

El lugar seguro de Isaac Rosa

El escritor sevillano, ganador del Premio Biblioteca Breve, reconstruye en 'Lugar seguro' la vida de la España real a través de los espejismos de prosperidad de tres generaciones de una familia

23 julio, 2022 20:30

El escritor Isaac Rosa ha demostrado, en su ya dilatada y premiada trayectoria, tener predilección por meterse en los charcos. En los asuntos espinosos, delicados o incluso claramente irritantes. Si Saramago escribía para desasosegar, según sus palabras, Rosa añade al desasosiego intelectual del portugués una clara intención: incomodar conciencias y buscar los ángulos ciegos de una realidad que preferiríamos saber más complaciente. Su revelación como escritor hace ya veinte años con El vano ayer volvió a abrir la espita de una memoria, la de la Guerra Civil y la posguerra dilatada en la dictadura, que algunos habían creído enterrada por el paso del tiempo y un acuerdo no escrito de ciertos olvidos. 

Rosa regresó así al territorio de sus mayores, padres y abuelos, y puso un dedo en una llaga que abriría no solamente una línea literaria sino todo un movimiento memorialista y la promulgación de una ley de memoria histórica. Se convirtió, de alguna manera, al menos en la ficción, en el  hijo y nieto que no traga con el silencio familiar y se empeña en rebuscar en los álbumes ocultos en el franquismo por mera supervivencia tejida por el miedo y por las heridas de una victoria que había procurado no dejar testigos o convertirlos en enemigos. A Rosa, hijo de militante antifranquista que llegó a ser consejero en la Junta de Extremadura, no le impelía tanto una muerte kafkiana del padre sino desanudar la maraña de un régimen que, dado por finiquitado con la muerte del dictador, permanecía latente en algunas instituciones y sobre todo en las actitudes.

El vano ayer, Isaac Rosa

A partir de esa novela, Rosa demostró una enorme habilidad para retratar la realidad sin perder un amargo sentido del humor. A su estreno en 2005 le siguieron otras narraciones en la misma línea como Otra Maldita novela sobre la Guerra Civil (2007) y El país del miedo (2008) ambas en Seix Barral, la editorial que le había dado a a conocer en 2005.  Tres años después, poseedor ya de una voz propia reconocida y un estilo personal, hace un retrato del presente en La mano invisible, una obra que se acerca al mundo laboral –escasamente presente en la literatura española con algunas excepciones, como Luisa Carnés a principios del siglo XX o Belén Gopegui en el panorama actual– un nada idealizado acercamiento a las gracias y desgracias de los trabajadores, fuera de toda épica proletaria y siempre desde un sentido tan crítico como humanista.

En las novelas de Isaac Rosa no hay tesis sino personajes que se muestran. Y si hay denuncia es desde la peripecia de unos seres humanos que ni son perfectos ni malvados. Sí miserables y mezquinos o solidarios y derrotados. Tras esa incursión arriesgada, Rosa dio una vuelta de tuerca con La habitación oscura, una extraordinaria y singular novela sobre relaciones eróticas, incluso amorosas, de un grupo de jóvenes que tampoco son ajenos al contexto político y social que habitan. Menos celebrada que las anteriores es, sin embargo, un relato de la sexualidad vista sin escenas explícitas, pero llena de una enorme sensualidad. Tras esa experiencia, el escritor sevillano hace crecer a sus personajes y los enfrenta a una ruptura en Feliz final, la penúltima novela publicada en 2018, que volvió a situarlo como uno de los autores referenciales de su generación y una de las plumas más sólidas de la literatura española.

Isaac Rosa / @JMSANCHEZPHOTO

Con esa mochila de autor a su espalda, tras la pandemia en la que había escrito algún ensayo y publicado obras para niños –mano a mano con una de sus hijas–, publica Lugar Seguro. Todas las fragilidades, todos los miedos, todas las perplejidades quedan resumidas en una saga de tres generaciones de buscavidas y perdedores.  A los protagonistas, los chanchullos le salen mal. Son desclasados, que no hijos del famoso ascensor social que Rosa, como argumento lateral, declara definitivamente averiado.  La novela está planteada casi como una road movie (a veces a pie). Es una frenética historia que retrocede sobre el tiempo para desnudar a cada uno de sus protagonistas. Quien habla es el hijo que se dirige al padre en tono de reproche y deja en el lector la certeza de que, aunque desalmado, el abuelo, patriarca de la saga y de la agónica fortuna familiar, es un pobre hombre víctima de algunos más listos que él, aunque con la misma falta de escrúpulos.

El sueño del hombre hecho a si mismo es una farsa a los ojos del protagonista, que sólo funciona cuando “se viene triunfado de casa”, en alusión a los compañeros del carísimo colegio al que ha llevado a su vástago con la esperanza que le garantizara su ingreso en el selecto club de los elegidos de la sociedad. Al padre un pelotazo que hizo rico. A su socio lo condujo a la cárcel antes de entrar en una senilidad que le convierte en un ser frágil y devastado. A él, llamado a emular a su progenitor, una brillante idea de negocio esta a punto de sumirle en la bancarrota. Un fracaso al que se suma el de un matrimonio destrozado del que sobrevive un hijo, tal vez el más inocente de la tribu, que ya anda liado en trapicheos que pueden costarle caro.

LETRAS | @pabloscandon escribe sobre 'Lugar seguro' (@Seix Barral), la novela de @ isaacrosa que ha ganado en 2022 el Premio Biblioteca Breve.

Nada es casual en esta cáustica, aunque compasiva novela: ni el ascenso de la vida de la familia ni la naturaleza de los negocios. El padre, en su confusión mental, vuelve a aquella casa de su infancia, casi una chabola, como las de tantos emigrantes se construyeron en Madrid o Barcelona en los años cincuenta, huidos de sus pueblos, confiados en las oportunidades de la capital. De ahí, como si fuera una crónica del país, avanza una suerte de historia de las clases sociales en España. La familia va cambiando con ostensible mejoría: del piso de barrio obrero al adosado en periferia y, de ahí, al casoplón, el sueño de la dorada burbuja inmobiliaria, del que tendrán de salir con la cabeza gacha o con las muñecas esposadas.

Huyendo de ese destino y con un indisimulado rencor hacia su antecesor, el protagonista va demostrando el fraude que es su padre o el engaño del Estado del bienestar. Todo se derrumba, todo se tambalea en esta novela, aunque los hilos afectivos entre los miembros de la saga no se rompan del todo, una derrota que los mantiene atados. Ninguno entiende al otro, pero todos comparten el fracaso como una marca, casi como la respuesta de la realidad a sus sueños de prosperidad.

La España real, la de cada una de las tres generaciones, es el ropaje magníficamente cosido de cada uno de los Sixtos. Y también es el escenario, tanto en el presente como en el pasado cercano, en el que sucede su caída a los infernos. Han sido despojados de un paraíso en el que vivieron de prestado. Es el nieto, el menos culpable de todos, pero tampoco un dechado de inocencia, quien recoge esa herencia para habitar en ella, buscando la supervivencia. Al final ese instinto lo mantendrá de pie. Un retrato social originalmente escrito, con enorme madurez estilística y un sello propio. Isaac Rosa es uno de los más interesantes, poco complacientes y valientes escritores del momento.