Lana del Rey y el maldito sueño americano
La artista neoyorquina decide en su último disco dar un giro a su trayectoria para mostrarnos sus dudas sobre la exaltación de la cultura de Estados Unidos
21 enero, 2020 00:00Elizabeth Woolridge Grant, conocida artísticamente como Lana del Rey, nacida en Nueva York en 1986, comenzó su carrera musical en 2010 con la publicación de Lana del Rey a.k.a. Lizzy Grant. Un año después firmó un contrato con Interscope Records y lanzó Video Games, el sencillo que más tarde formaría parte de Born to Die, que se convirtió en el cuarto álbum más vendido en 2012 y que, hasta el momento, ha alcanzado los diez millones de copias. Su siguiente obra fue un EP titulado Paradise, nominado mejor álbum de pop vocal en los Grammy de 2014. Sus álbumes posteriores son Ultraviolence (2014), Honeymoon (2015) y Lust for Life (2017). La música de Lana del Rey es un universo lleno de referencias vintage, muchas de ellas referidas al pretencioso Hollywood de los comienzos de la industria cinematográfica.
Sus primeros trabajos enaltecían la cultura de Estados Unidos, pero con su nuevo álbum, titulado Norman fucking Rockwell!, se produce un cambio completo de perspectiva en su música. La artista neoyorquina expresa ahora sus dudas sobre la visión optimista de la cultura de su país tras la crisis política y social en la que está inmerso, y que en cierto sentido presenta como el final de una determinada forma de ensoñación americana.
El título del disco no es casual. Hace referencia a Norman Rockwell, un ilustrador, pintor y poeta americano muy conocido por sus representaciones de la cultura estadounidense. Lana añade a su nombre la palabra fucking (maldito) y unos signos de exclamación, en un ejercicio irónico con respecto a la visión patriótica que ella misma celebraba en los anteriores títulos de su discografía. La portada también refleja este giro. En ella la cantante navega en un barco con Norman Rockwell y la bandera norteamericana, pero esta vez no se trata de exaltación, sino de una huida: ambos abandonan un país en llamas.
En la canción que da título al álbum, “Norman fucking Rockwell”, Lana nos habla de un joven inmaduro, mal poeta ("Tu poesía es mala y culpas a las noticias / Actúas como un niño, a pesar de que mides un metro ochenta"), pero al que quiere ("¿Por qué esperar lo mejor cuando podría tenerte?"). Es una de las mejores canciones del álbum, donde destaca la exquisita producción de Jack Antonoff, cantante y compositor, que ha formado parte bandas como Bleachers, Fun o Steel Train.
En “Venice Bitch”, un corte de casi diez minutos, Antonoff y Del Rey experimentan con la melodía hasta generar confusión gracias a unos giros musicales imprevisibles. El oyente nunca sabe cuándo va a acabar. Sobre una base principalmente folk, suman sintetizadores, baterías y cuerdas. La letra incide de nuevo en el imaginario estadounidense a través de la relación amorosa que mantienen los protagonistas del tema: "Tú eres hermoso y yo estoy loca, fuimos hechos en América".
Otra canción destacada de este disco es la versión de “Doin´ Time” del grupo Sublime (1996). Lana del Rey mantiene la letra pero moderniza por completo la pieza adaptando el original –un tema de estilo reggae– a los códigos contemporáneos mediante la sutil introducción de las cuerdas, que dialogan con la base rítmica y se complementan con la insinuante voz de la cantante neoyorquina.
“Love song”, en cambio, nos traslada al mundo del cine norteamericano, a la manera de las bandas sonoras. Es un canción dramática pero delicada. En ella Lana del Rey nos presenta la secuencia de un coche que circula a toda velocidad. En él viajan la artista y su pareja. El tratamiento musical es el de una balada llena de sutileza, presidida por una voz que nos envuelve con naturalidad. El tema termina con un verso cantado a capella. Distinto es el efecto de “The Next Best American Record”, otra canción en la que la artista norteamericana expresa su obsesión por conseguir crear la obra perfecta (su disco), un ideal que, sin embargo, parece inalcanzable.
La canción de este disco que se ha convertido en un clásico de su repertorio es “The Greatest”. En ella se canta el final del sueño patriótico ("Solo necesito una llamada que me despierte"). La cantante se enfrenta a la pérdida de los referentes culturales norteamericanos, que ahora parecen haber perdido todo el sentido ("La cultura está encendida y tuve mi momento, supongo que voy a jubilarme después de todo"). El estribillo, con reminiscencias a los años 60, está construido por una sucesión de semitonos y un extraordinario solo de guitarra. Se trata de la canción más melancólica y nostálgica del disco ("Extraño Nueva York y extraño la música"), efecto que logra con un piano que suena tan remoto y moribundo como el sueño americano. La artista fantasea con retirarse ("Y si es así, estoy bajando el telón") aunque expresa también su voluntad de dejarse la piel para defender su música ("Extraño no hacer nada, más que nada").
En la canción que cierra el disco –“Hope is a dangerous thing for a woman like to have, but have it”– la cantante recupera la esperanza. Confía en sí misma a pesar de su debilidad ("Tengo monstruos bajo mi cama con los cuales jamás podré luchar"), recuerda a su familia ("Llamando desde más allá de la tumba, solo quiero decir: hola, padre") y rinde un homanaje a la poeta y novelista Sylvia Plath ("Todo el tiempo como Sylvia Plath, escribiendo con sangre en las paredes, porque la tinta en mi bolígrafo no funciona en mi cuaderno").
Este trabajo, cargado de símbolos, consagra a Lana del Rey como una compositora excepcional, plena de facultades Después de cantar la decadencia, el horror y la caída de América, la cantante nos propone despertar, vivir y confiar en que, tras la tormenta, el mundo sigue girando.