Javier Cercas: "Soy crítico con la izquierda, con la derecha y con mi puta madre"
El escritor ganador del Planeta reflexiona en ‘Terra Alta’ sobre los motivos por los que la sociedad catalana, “una de las más privilegiadas del mundo”, se ha roto por la mitad
9 diciembre, 2019 00:00Javier Cercas ha elegido la novela negra para encontrar un canon que le sacara de la parálisis emocional, política y también literaria en la que andaba desde hace dos años. Algo cambió en el otoño del año 2017 que le hizo callar durante un tiempo y elegir el género noir para volver a escribir. Le ha merecido la pena y un premio Planeta, pero no le ha alejado de ese vendaval llamado procés por el que le siguen preguntando y él, claro, sigue mojándose.
Cuando en la entrevista no se toca directamente el tema Cercas se pone tan simpático que hace muy difícil no cambiar las preguntas por los abrazos. Hay que tener muchas agallas para que te caiga mal este tipo, afable y aparentemente dubitativo. La entrevistadora, al despedirse, recuerda un pasaje de El monarca de las sombras en el que su amigo David Trueba, en una charla de bar, rompe su papel de hombre tolerante y exclama: ¿Qué tiene Viggo Mortensen que yo no tenga? La respuesta es muy sencilla, Trueba, querido: un amigo como este escritor.
–¿Cuánto tiempo ha tardado en escribir Terra Alta?
–Todavía no me habían hecho esa pregunta [Pone cara de profesional de la gira de Planeta; se sabe todas las preguntas y tiene bien preparadas las respuestas] pues año y medio más o menos. Sí, eso. Tutéame, anda.
–El título es muy bueno, claro que podría usted haberse escogido cualquier otra comarca catalana, El Vallés o hasta Ribagorza...
–(Ríe) No, no. Es Terra Alta porque es el lugar en el mundo de Melchor, el protagonista. Y decidí que lo fuera porque allí descubrí un territorio nuevo, casi desconocido que, sin embargo, me resultó desde el primer momento cercano. Llego allí por mi último libro, haciendo una gira con El monarca de las sombras, y fue un descubrimiento, una revelación.
–¿Por qué?
–Podría decir muchas cosas. Que me recordó a Extremadura, por ejemplo, y también que me pareció un lugar como de western, relegado, aislado, donde nunca pasa nada. Y me dije: esta es la historia que quiero contar, la de un chaval que encuentra su lugar en el mundo, donde nunca pasa nada, y pasa algo terrible. Si no le cansa le cuento exactamente cómo fue.
Javier Cercas durante la entrevista para 'Letra Global' / @JMSANCHEZPHOTO
–Toda suya (la entrevista)
–Voy a intentar ser breve pero es que es muy curioso. Cuando publico El monarca de las sombras tengo la sensación de que algo se ha acabado, de que si continuo por ese camino voy a repetirme, a insistir en la línea que empecé con Soldados de Salamina, que iba a hacer eso tan terrible de imitarme a mí mismo. Ya sabe, mis recursos: autoficción, realidad, mezclas de género. Pasé un año y medio sin escribir ni una línea. En julio de 2017 fui a presentar el libro a Terra Alta, a Bot, justo el lugar donde había muerto el protagonista, mi tío. No sé el motivo, pero conecté enseguida. Todo el mundo me decía: “Aquí nunca pasa nada”. Y yo, sin embargo les confesé que allí había encontrado una suerte de patria, otra, porque tengo varias. Y no lo digo en el sentido tóxico y venenoso que hemos inventado los modernos, sino en el sentido cervantino.
Para Cervantes la patria es donde tienes o crees tener recuerdos, gente a la que querer. Lo dije en público, y fue una velada estupenda. Al día siguiente mi mujer y yo nos hospedamos en un hotelito del pueblo y descubro que ¡me habían intentado entrar en el coche! Llamo a un amigo de los que hice la noche anterior y me dice: “qué raro, si aquí nunca pasa nada”. Total, vamos a una comisaría de policía y un agente, muy amable, viene y se pone a buscar las huellas dactilares con un aparatito. Ante mi asombro me confiesa que eso no lo hacen en Barcelona. Me dijo: “Aquí tenemos tiempo porque como nunca pasa nada”.
El hombre termina y me dice que tengo que pagarle. Casi me caigo de espaldas. Enseguida se ríe y me invita a su casa para que le firme mis libros a su mujer, a modo de pago, porque por lo visto me leía y me admiraba mucho. Y allá que nos fuimos, tomamos algo, conocí a su niña y de pronto me cuenta que es muy feliz, que ha encontrado su sitio allí, que venía trasladado para una temporada pero se enamoró y –aquí viene el quid– que al principio fue muy duro porque no podía dormir por el silencio. Ese día me quedé con la copla: ¿qué pasaría en un sitio donde nunca pasa nada y pasa algo tremendo? ¿Y qué pasaría con un tipo tan urbanita, tan urbanita, que no puede dormir sin ruido?
–Así nació Melchor Marín.
–No. Eso fue al mes siguiente, en agosto. Iba yo por la calle y me vino a la cabeza una frase literal, que es la que encabeza el capítulo dos. Se la leo (y lee): “Se llamaba Melchor porque la primera vez que su madre lo vio, recién salido de su vientre y chorreando sangre, exclamó entre sollozos de júbilo que parecía un rey mago. Su madre se llama Rosario y era puta”.
–¿De un tirón la frase antes que la trama y el asesinato múltiple?
–Así, de una vez. Fue una visión. Melchor desplazó al Cercas narrador. Todos mis libros están escritos en primera persona, pero después de esa crisis, y después de Terra Alta, dije se acabó. Y nació el personaje.
El autor de 'Terra Alta' durante la entrevista para 'Letra Global' / @JMSANCHEZPHOTO
–En este libro no aparece el Cercas narrador, ni su madre, ni su hijo. Los ha dejado sin cameos.
–He guardado al anterior Javier Cercas. Hay uno nuevo. Yo soy otro después de octubre de 2017. En ese momento, y por primera vez en mi vida, lo dejé todo. Solamente escribía crónicas para diarios y revistas extranjeras y contestaba a entrevistadores de fuera. Sólo. Me empeñé en combatir la tormenta de mentiras que se estaba abatiendo sobre Cataluña y que nos estaba envenenando. Intenté parar para poder entender cómo una de las sociedades más privilegiadas del mundo, como es la catalana, se partía por la mitad. Yo nunca había vivido la Historia con mayúsculas, ese clima que Fontana, que fue un referente para los indepes, definió como prebélico. Y después de esa tormenta ya era, soy, un escritor distinto. No pude escribir ni una letra sin intentar saber qué nos ha pasado. Escribir es hurgar en la basura para intentar descubrir el oro que hay en ella.
–Esa Historia con mayúsculas la conoce muy bien. Ha estudiado la Historia de España.
–Aunque suene halagador y parezca vanidoso, creo que yo estaba más preparado para afrontar lo que nos pasó en Cataluña porque la Historia no deja de ser un depósito de experiencias. Conozco bien la Guerra Civil, pero una cosa es leerla y otra vivirla. He necesitado la literatura para ordenarme. Yo creo firmemente en la utilidad social de la literatura, siempre que se trabaje desde la realidad y no se pretenda adoctrinar. Si no, no es literatura. Es propaganda.
–Para ordenarse recurre a un crimen y a una trama llena de odios y de venganzas.
–Aquí [toca el libro de tapa dura] hay cosas que ni yo mismo me atrevo a decirme. Cuando mi amigo Manuel leyó el manuscrito me dijo: “Esta novela dice 'ojo con el odio, que dura más que el plástico en el mar'. Me acordé de un lector americano, un amigo de Texas, que siempre me acusa de poner bombas en las historias y luego edulcorarlo. Yo sé que está cargada de odio, de dolor, de afán de justicia, de sed de venganza. Y sin embargo a mí me sirvió de terapia, porque el cliché de que la literatura es terapéutica tiene una enorme parte de verdad.
Javier Cercas durante la entrevista para 'Letra Global' / @JMSANCHEZPHOTO
–¿Cumplir con el canon de novela negra le ha servido? Hay asesinatos sangrientos, policías, amor.
–Me gusta eso que dice. Aunque la verdad es que en mis otras novelas siempre hay un punto en común con ese género: siempre hay un enigma y alguien que quiere descubrirlo. Sin embargo, no soy lector de novela negra aunque para mí no hay géneros mayores o menores. La literatura o es buena o mala. La comedia tiene a Shakespeare y a un montón de idiotas. La verdad es que acogerme a este canon me ha servido para salir de esos códigos míos, me ha dado libertad. He explorado un territorio virgen que me ha dado la frescura que necesitaba.
–Leonardo Padura me ha asegurado que no matará a Mario Conde. ¿Usted le va a dar una vida más larga a Melchor Marín?
–Me ha pasado una cosa rarísima. Mire, yo suelo acabar mis novelas y olvidarlas casi por completo. ¡Hala, a otra cosa! Y con este chaval [Melchor Marín, el protagonista de Terra Alta] no soy capaz, me encanta. Con toda su oscuridad, con su furia, es un tipo al que amo y que me recuerda cuando Borges decía: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ven a Dios”. Así que, contestando a su pregunta, vamos a ver qué pasa.
–Es novela negra, pero el profesor que hay en usted, sin hacer metaliteratura, mete al lector en un viaje por Los Miserables.
–Claro. Los Miserables comparten protagonismo con Melchor. Para él leer es la vida. No lo hace porque quede bien, sino porque le va la vida, es vital. Se ha descubierto a sí mismo con la novela de Víctor Hugo. Pero no lo he escogido yo, ¿eh? Fue Melchor el que eligió ese libro. No podía ser otro. Él lo lee como no lo ha leído nadie, se identifica con el malo, asume su afán justiciero, lo convierte en verdad, en su verdad. Ahí aprende que la justicia es el único instrumento que tienen los pobres contra los poderosos y decide ser un paladín de esa causa.
Javier Cercan en Sevilla / @JMSANCHEZPHOTO
–Al lector se le recuerdan frases memorables de este clásico. Ya que estamos en territorio de la Batalla del Ebro, Víctor Hugo dice: “La vida es una guerra y tú eres el vencido”.
–A ver si no. Todo el mundo se ha sentido perdedor en esta vida. Estoy completamente convencido. Quien alguna vez no se haya sentido perdedor es que no ha vivido, oiga.
–Sin que destripemos las sorpresas, hay un pasaje memorable en el que cuenta usted la visita a la cárcel de un novelista de éxito. ¿Autobiografía?
–He ido mucho a la cárcel, mucho. De visita, pero no me ha pasado lo que se cuenta ahí [sella su labios si se le pregunta si a algún otro escritor sí], pero me gusta el personaje de El Francés, el recluso que guarda la biblioteca. Siempre hay algo de ti en lo que escribes. Tenga claro que el verdadero Cercas no es éste [se toca] que hace entrevistas, dice cosas, sale y entra… El verdadero es el que escribe, el que está en los libros, porque el autor cuando lo hace bien cuenta lo más hondo de sí, cuenta su verdad también.
–El pasado de Melchor Marín es parte esencial de la novela, un pretérito que se le cuenta al lector mientras se investiga el crimen. En ese pasado escribe sobre los atentados del verano de 2017 en Cataluña.
–Es que me impactó muchísimo. Fíjese que fue todo brutal, el atentado de las Ramblas y el de Cambrils, pero a mí, aparte de la tragedia y el horror, lo que me dejó impactado fue el policía que solo, y a pulso, fue capaz de abatir a cuatro terroristas en menos de un minuto. Qué sangre fría. Nunca hemos sabido quién es, lógicamente, pero ese perfil es el que me vino a la cabeza para darle cuerpo y alma a Melchor Marín. ¿Qué clase de tipo es capaz de hacer algo así? Especial, sin ninguna duda.
El escritor de 'Soldados de Salamina' durante la entrevista para 'Letra Global' / @JMSANCHEZPHOTO
–Un hombre sin miedo es capaz de todo dice Grau, socio del fallecido Adell. ¿Es bueno o malo que en la política haya hombres sin miedo?
–Un hombre sin miedo es capaz de todo. El miedo es el enemigo público número uno, lo peor. Ser esclavo del miedo es terrible. Ahora, no confundamos: una cosa es la valentía y otra la temeridad. Necesitamos políticos valientes pero no temerarios. En lo personal le digo que no hay nada mejor que controlar el miedo, sin miedo los seres humanos seríamos dioses.
–“En eso consiste la vida civilizada, en convivir con la frustración”, le dice el juez que investiga el crimen a Melchor.
–Es de cajón y, sin embargo, seguro que hay gente que no lo entiende. Pero no es un problema de ahora. Ha pasado toda la vida. Cambiamos poco a lo largo de la historia. De hecho, a las personas nos define la insatisfacción. El juez le dice eso a Melchor. Como es joven y tiene vocación justiciera, no lo entiende, quiere algo y lo quiere tal como lo sueña. Y sin embargo, tal como razona el juez, la justicia es la norma y no respetar la norma es no respetar la justicia. Hay que aprender que lo bueno, llevado al extremo, puede convertirse en malo, en muy malo.
–Los Miserables es una buena novela porque, le dice su mujer a Melchor, se parece a lo que no nos gusta de la vida. ¿Sus novelas también?
–¿Verdad que es una frase buenísima? Pero la dice la mujer de Melchor. Ojalá le pase esto a Terra Alta y ojalá le pasara a todas mis novelas. Las buenas obras nos tienen que desasosegar. Nos tienen que decir aquello que no queremos escuchar. Si no, fallan.
–¿Hay algo que le ponga más que desmontar un prejuicio?
–Humm [no lo niega]. Los prejuicios nos matan. No se puede contar historias con prejuicios. Si lo haces, contarás tonterías. No podemos conformarnos con las trolas porque los prejuicios son mentiras instaladas, disfrazadas, con una parte razonable para que no se note. Pero no dejan de ser simples trolas. Si nos las creemos estamos perdidos.
–Terra Alta es escenario de la Batalla del Ebro, que dura meses, pero también de la misma guerra, que duró tres años. En la novela se dice que nos marca la guerra, no las batallas.
–La batalla del Ebro fue heroica, épica, trágica. Vino gente de todas partes, gente generosa y luchadora. Hubo nobleza, pero la guerra es siempre horrible. No hay más que vileza, y las vilezas no se acaban cuando acaba la guerra, sino que quedan ahí, marcan todo lo que vendrá después. Dejan una huella terrible que persiste. Dice Faulkner [lo recita en inglés y luego amablemente lo traduce]:”El pasado no está muerto, ni siquiera es pasado, es presente”.
–Estamos en el presentey hay pecados que a veces se alientan desde la sociedad. Cita a Milton para hablar de la última flaqueza de una mente noble, la vanidad. Y apostilla: “Cuanto peor es un hombre, más vanidad tiene”.
–Cito a Milton porque estoy de acuerdo con él, no por pedante [parece que hace un guiño]. Todos tenemos una dosis de vanidad, eso es inevitable. Una dosis razonable es buena. La vanidad nos obliga a dar la mejor cara de nosotros mismos. Pero, como todo, una vanidad desaforada es aterradora.
–Las redes sociales han disparado nuestros egos.
–No me pida que hable bien de las redes sociales. Me parecen un horror. Lo han envenenado todo. Me aterran. No quiero parecer apocalíptico, pero lo que yo veo ahí es un auténtico basurero de odio y egos frustrados. Lo peor. Nuestra generación [la entrevistadora acaba de rendirse a sus encantos aunque el truco no sea nuevo] solo hemos visto esas dosis de mala leche y bilis en el cine, o en contadas ocasiones. Nuestros hijos se han acostumbrado. Claro que también los vacunan: cuando aparece algo horrible contra mí, mi hijo ni se inmuta: “Este debe ser un gilipollas que te admira y quiere que le respondas”, me dice. Pero me aterrorizan. Cada vez que me asomo termino pensando la mierda somos capaces de hacer.
Javier Cercas durante la entrevista para 'Letra Global' / @JMSANCHEZPHOTO
–¿Tiene usted alguna vacuna contra la vanidad en general, y con la suya propia?
–La humildad, vaya. Y, en mi caso, mi familia, que no me deja subirme. Mi madre es una buena receta. [Sonríe, ya han salido su hijo y su madre en la conversación]
–En Terra Alta también aparece la codicia. ¿Si no existieran las herencias habría menos crímenes o menos familias rotas?
–Estoy en contra de las herencias económicas, las otras parecen inevitables. Habría que limitarlas y lo digo completamente en serio. Sé que hay gente que está trabajando en ese sentido y me parece que hacen muy bien.
–Es sustancialmente menos pobre que antes del Planeta ¿Cómo le sienta a uno esto?
–¡Que vaaaaa! Eso es sustancialmente falso y se lo voy a demostrar: la mitad se la lleva Hacienda, que me parece bien, pero ya le digo a mis amigos que tienen que invitarme a partir de ahora porquevoy apagar la carreteras y los hospitales. Y luego, piénselo bien, ese dinero, 300.000 euros, lo cobra un pequeño directivo de un Banco cada seis meses. Un escritor español lo cobra una vez en la vida. Y al que le toca es como si fuera la lotería. Me dicen: “¿Qué vas hacer con el premio?”. Pues pagar camisas, llenar la nevera, zapatos. Si no da para comparte un piso en Sevilla. García Márquez dijo una vez que los escritores somos ricos sin plata y mira que él era uno de los ricos. Yo soy pobre sin plata, aunque haya ganado el Planeta. Ojalá los escritores ganáramos una décima parte de lo que gana el directivo de un Banco.
–¿Se ha preparado para la gira de los Planeta?
–La gira me está encantando, es estupenda.
Javier Cercas durante la entrevista para 'Letra Global' / @JMSANCHEZPHOTO
–¿Conocía a Manuel Vilas? ¿Lo había leído?
–Había leído Ordesa y, en la medida de mis posibilidades, he contribuido a que se leyera fuera de España. No lo conocía mucho, pero estoy feliz con él. Es un tipo dicharachero, simpático, encantador. Nos hemos hecho amigos. ¿Ve? Sigo siendo pobre pero con un amigo nuevo.
–Parece que, además de no tener pelos en la lengua, tampoco tiene usted miedo.
–¡Nooo! No se equivoque: tengo miedo. Cuando la gente me dice ¡Qué valiente eres! yo pienso: “Mal rollo, tú”. Como persona soy moderadamente cobarde; como escritor, no. Un escritor cobarde es como un torero cobarde, no vale. Si he hecho cosas que parecen valientes ha sido temblándome las piernas. Y sí, cada vez que me atacan siento temblar la piernas.
–¿Dejar una editorial como Random House para mudarse a Planeta es ponerse el mundo por montera?
–¡¡¡ Yo no he dejado mi editorial!!! De verdad que no le he puesto los cuernos. Son los primeros a los que conté que me presentaba al Planeta. Además, ahora editan una cosa mía antigua. Digamos que no somos un matrimonio con exclusividad y, más que ser yo un bígamo, que puede parecerlo, practicamos una relación de pareja abierta. Los escritores no somos futbolistas. ¡¡¡Qué más quiero yo que ser querido por dos buenas editoriales!!!
–Dice Wikipedia que usted es un izquierdista crítico con la izquierda.
–¡¡¡No me diga que pone eso!!! Yo no tengo nada que ver, ni sé quién lo ha escrito. Una vez me metí y ponía que había nacido en Tarragona y que me había peleado con mi padre. Un montón de falsedades. Pero, mire, por una vez estoy de acuerdo: me gusta mucho. No me pueden definir mejor: soy crítico con la izquierda, con la derecha y con mi puta madre.
[Se despide más amable aún de cómo vino, agarrando del brazo a su partenaire Manuel Vilas, y asegurando en voz alta que ha pasado un rato buenísimo. Y dejando a la entrevistadora con la sensación de haber sido eficazmente peloteada. Desactivándola a base de buen rollo.¡Qué tipo tan peligroso!].