Pep Bernadas: "El turismo cultural no existe"
Editor de la revista 'Altaïr Magazine' y librero con más de 35 años de experiencia, este antropólogo lleva décadas construyendo desde Barcelona espacios donde contar historias del mundo
3 septiembre, 2018 00:00Conozco al antropólogo y editor de la revista Altaïr Magazine, Pep Bernadas, desde hace más de diez años. Fui un día su despacho de la Gran Vía de Barcelona, en la Librería Altaïr, para preguntarle por el viajero Domingo Badía (Alí Bey). Acababa de empezar mi tesis de doctorado y había visto citado a Pep al lado del viajero en un catálogo. Poco después me entrevisté en París con el Profesor François Moureau, director de Prensas Universitarias de Francia. Dirigía la colección de libros de viaje, Imago Mundi, y me dijo si sabía a quién podría interesarle. Se lo dije a Pep y la adquirió para Altaïr. Nadie la había comprado entera hasta entonces. Bernadas lleva 35 años recolectando libros de viaje y construyendo lugares donde poder contar historias y hacernos preguntas.
–¿Qué es Altaïr? Una filosofía, una mirada sobre el mundo…
–La creación de Altaïr fue una apuesta para hablar del viaje y del mundo desde diferentes campos que debían estar consensuados. El primero era el discurso académico de las ciencias humanas y sociales, que permitía ver el mundo a partir de una visión global de la gente y de los recursos. El segundo era la capacidad de emocionar y sentir que proporcionaba el propio viaje. No tiene nada que ver hablar desde una mesa de un despacho o sentir desde el propio lugar a la gente, el clima, el mundo. Se crea un marco de referencias y se puede pensar el mundo de otra forma. El mundo no depende de una visión casual de quince días, sino también de un conocimiento que se acumula. Yo, y mi socio de entonces, proveníamos de la disciplina de la antropología y fue nuestra herramienta de trabajo. ¿Cómo se podía hablar del mundo a partir de dicha disciplina? Y decidí que fuera a través del viaje.
–¿Cómo surge la librería Altaïr? ¿Cómo cambia a lo largo de los años y en qué momento se encuentra ahora?
–El concepto que está detrás de la librería, del Magazine en digital o papel, de los viajes y del fórum, es que cada parte se alimenta de las otras. No somos una sola cosa, sino una serie de actividades complementarias que intenta mostrar el mundo desde una perspectiva sólida y real. En la actualidad, todo parece pensado para que produzca resultados inmediatos pero hay que ir mucho más allá. A veces me pregunto: ¿por qué me metí en esto? Ahora más que nunca reivindico que hay que hacerlo desde Altaïr. Por ejemplo, el Magazine ha cambiado totalmente, presenta una visión mucho más profunda en el fondo y mucho más literaria en la forma.
La librería tiene un fondo para dar voz a las personas que están en un cualquier lugar del mundo. Pensemos, por ejemplo, en Benín. ¿Qué espera alguien que nace allí, qué desea? Pensar en ello te abre las puertas al mundo. En Altaïr, nos adjudicaron el término viaje pero es mucho más. Cuesta darse a conocer como una casa que da acceso a la cultura, entendida esta como algo creativo y creador de futuro. Estamos en un mundo que es global pero no se percibe así, solo se ve lo cercano, lo pequeño. Los que estamos en el mundo debemos saber quiénes son los otros. Las culturas no se hablan entre sí, pero sí las personas. Hay que tender puentes con estos objetivos. Muchos problemas mundiales se solucionarían. El viaje sería la herramienta para hacerlo.
–¿Qué sentido tiene el viaje en la época de gentrificación?
–Hablamos de la gentrificación, pero, ¿quién gentrifica? Quien tiene riquezas acumuladas y quiere exhibirlas y encontrarse con el colectivo que lo comparte. ¿Y los demás? No podemos aceptar esa visión. Debería haber autores y formas que llegaran como cajas de resonancia. Hay que crear dosis homeopáticas para que la población se mueva y se active. Hay que trabajar en ello.
-¿Qué se puede hacer para que el público más joven tenga interés por los libros de viaje y dé sentido a sus viajes?
–Hay que pensar para qué son las cosas. ¿Para vender o para compartir? Tienen que cambiar las visiones, las ideas, los clichés que no son los del mercado. El turismo es una actividad muy interesante y joven, no tiene más de un siglo. Está formada por un parque temático que es el mundo y se compra, se vende y se puede conseguir con un clic. Resulta muy interesante pues obliga a plantearse por qué se hacen las cosas. Por ejemplo, por qué se elige un viaje turístico, porque se vende muy barato.
Valdría la pena que las políticas culturales fueran culturales y no comerciales y que, apoyándose en lo que difunde el mercado, se propusieran más cosas. Cuando me piden que proponga destinos para este verano, contesto que hay que elegir una ciudad, por ejemplo, Montevideo, Helsinki, Budapest y ponerle contenido. ¿Quién vive allí? ¿Qué se sabe de ella? Eso es viajar. Coger un mapa, imaginar qué hay allí, comprar un vuelo de bajo coste, leer dos novelas (no hace falta un ensayo sesudo) y te ahorrarás destinos masificados y tendrás destinos interesantes y menos caros. Verás el mundo de otra forma.
–¿Cuál es tu visión del estado actual del turismo en España?
–No existe el turismo cultural. Hay muy pocas iniciativas que hagan cultura desde el turismo. Usar turismo para hacer cultura es una cosa, usar cultura para vender turismo es otra. Hay un mercado que puede con todo, el turismo es un gran recurso económico para mover actividades en cualquier lugar. Los responsables de la gobernanza ven una posibilidad enorme en él, pero es una parte integrante del modelo de vida de la sociedad, si lo desequilibras, la desequilibras. No se puede alterar el equilibrio, ni sobrepasar el límite de carga de una ciudad. Las cosas no deben medirse por cuánto dan, sino por lo que significan. Ocurre con todo, la prisa rabiosa por vender y cobrar se aplica a todo.
Hay que saber qué quieres recibir y qué quieres dar o que no quieres dar. Vale la pena que las ciudades y territorios se lo pregunten. ¿Qué quieren del turismo a medio y largo plazo? ¿Qué sectores deben alimentarlo en armonía con el territorio? Es una planificación muy seria. Requiere un planteamiento a largo plazo que se contradice con los tiempos actuales. No se ha reflexionado sobre qué significa el turismo sino solo que es una fuente de ingresos. El turismo no es solo un problema en España, sino en el mundo. Se equilibrará pero no será mañana. Hay que definir de una vez qué modelo se quiere y trabajar en consecuencia. No se trata solo de qué turismo se quiere, sino de qué sociedad se quiere.
–¿Cómo crees que debería escribirse hoy un libro de viajes?
–Hay que escribir sin pensar en el viaje. ¿Hay algún libro que no sea de viajes? Si lees buena crónica periodística, es de viajes, si es de memorias, es de viajes. La narrativa debe dar protagonismo al lugar y al país, el libro tiene que ser como un aperitivo. Hay muchas cosas que se repiten y cansan, por ejemplo hablar del yo. Hay una visión sesgada de lo que es el viaje. El viaje es la capacidad de ver, de observar, de analizar, de completar, de crear universos. Se trata de descubrir el país a través de la mirada de los otros y también de la literatura. Cuando a alguien le das lo que no esperaba, se interesa y se engancha.
–¿Podrías aventurar qué va a pasar en los próximos años en la industria del turismo cultural del viaje?
–Hay una gran apuesta por el turismo como consumo de ocio. Propuestas como los resorts de apartamentos han quedado obsoletas pero los cruceros han tomado su lugar. Tienen precios competitivos y están a la altura de los sueños de las personas que quieren ver el mundo. Este turismo es reciente y se está abriendo a gente que no viajaba anteriormente. Sin embargo, las cosas no cambiarán hasta que las personas no se planteen para qué van a los sitios.