El Pessoa inglés
El genial escritor portugués dejó una obra también importante en el idioma de Shakespeare
14 febrero, 2018 00:00Juan Larrea escribió en francés, T. S. Eliot coqueteó también con esa lengua al comienzo de su carrera, Cavafis hizo lo propio con el inglés, Pessoa dejó una obra también importante en este segundo idioma, el de su educación en Durban (Sudáfrica), el de su desempeño como traductor de cartas comerciales en Lisboa. Sin ser lo único que hizo en la lengua de Shakespeare (y también bien de Donne, Herbert y Marvell, por su vena metafísica), sus 35 sonetos son un portento. Conocíamos dos versiones anteriores. Podemos decir, con toda seguridad, que a la tercera, esta publicada por La Isla de Siltolá, va la vencida.
Francisco Barrionuevo sortea todas las dificultades que presenta el texto y hace que en ese sorteo el lector sea agraciado con el premio gordo. No solo preserva el ritmo endecasílabo del original (los pentámetros yámbicos ingleses), sino que hace que estos conserven cuantas sutilezas, ambigüedades y alambicadas reflexiones pueblan el texto de Pessoa. A diferencia de la brillante versión de Esteban Torre, que empleaba la rima haciendo decir al poema cosas que este en realidad callaba, Barrionuevo opta por el elegante verso blanco, mucho más flexible como uno de esos guantes de piel fina que no paralizan los dedos sino que se mueven a la par que ellos con total libertad y expresividad. No los trae al soneto español de dos cuartetos y dos tercetos, sino que los mantiene como bloques de una pieza con un dístico final, auténtico epifonema que redondea lo dicho.
Claroscuros barrocos
Ya en la introducción de estos sonetos (publicados por primera vez en 1918, es decir, hace cien años) señala el traductor la densidad del pensamiento pessoano, proclive a la paradoja, a los claroscuros barrocos. Además, el autor portugués hace aquí uso, que no luso, de formas inglesas arcaicas que retrotraen los poemas, en dicción y hasta en preocupaciones, a principios del siglo XVII. Saltando el tiempo, es curioso comprobar cómo en cuerpo y espíritu los sonetos que nos ocupan están tan cerca del célebre Night and Death de José María Blanco White, el autor sevillano que se exilió en Inglaterra en el siglo XIX.
Pessoa firmó estos poemas con su propio nombre, sin endosárselos a un heterónimo, ni siquiera los de Alexander Search o Charles Robert Anon, que firmarían otros poemas suyos en inglés. Hay presencia de las máscaras en el libro, como en el soneto VIII, cuyo inicio suena tan soberbiamente en español: "Cuántas máscaras, unas bajo otras, / llevamos sobre el alma y si por juego / el alma se las quita, ¿sabe cuándo / deja el rostro alguno o queda alguna?".
Reverberaciones de los clásicos
Se pueden trazar ecos, reverberaciones de autores clásicos tanto en el original como en la traducción: el III es shakesperiano a carta cabal, con ese "cuando pienso que en estos simples versos / seré más duradero que en mí mismo", algo de lo que se preció el de Stratford en sonetos. Por su parte, Barrionuevo acerca en una ocasión el ascua a la sardina de Calderón trocando el "we are our dreams of ourselves, souls by gleams" en un rotundo "la vida es sueño y un destello el alma".
Barrionuevo consigue a lo largo de todo el libro hacernos olvidar que este es traducido. Lo recuerda, empero, la edición bilingüe, donde se puede constatar la larga procesión de aciertos. Como en el soneto XI: "Cosechamos saber y beneficio / en todas las tormentas; la galerna / con su negra violencia nos confirma / la pujante llegada de un día azul". No menos logrados son estos versos que hablan de sí mismos: "Como un mal pretendiente que padece / ante el temor de amar sin ser amado / y quisiera saber y no se atreve / por miedo a que sus miedos se confirmen, / de igual modo yo indago en mi interior / incapaz de saber si valor tienen / estos versos que escribo y de mi libro / qué pensarán de él los que lo lean". Tampoco falta el amor en el libro, pero un amor frío y solipsista: "Amo mi amor por ti más que a ti misma". En El libro del desasosiego, el heterónimo prosista Bernardo Soares lo asevera de esta otra forma: "Nunca amamos a nadie. Amamos, tan solamente, a la idea que nos hacemos de alguien. Es a un concepto nuestro --en suma, a nosotros mismos-- a lo que amamos".
Poesía sabia y sin resabios
Pessoa, ocultista, gnóstico, sabía de lo endeble de los límites. The prayer of my wonder looketh past / The universal darkness lone and vast, escribió. "La oración de mi asombro sobrepasa / la inmensa oscuridad del Universo", reescribe Barrionuevo. En otro lugar: "Mi alma es un hierático cortejo / de arte egipcio más viejo aún que Egipto; / hallado en una tumba, indescifrable / su rito bajo el polvo permanece". Lo cual recuerda a cierto Poe y también al Cirlot apasionado por la egiptología.
Thy words are torture to me, that scarce grieve thee: los pronombres de Pessoa son tan arcaicos que semejan prohombres de corte antigua isabelina o jacobea. Algo pasados por Góngora en cierto retorcimiento sintáctico. Sucede que en el español del siglo XXI la traducción se desprende de lo más artificioso y chocantemente poético (dicho esto con un tono peyorativo) y se queda en excelente poesía sabia y sin resabios. Nada más y nada menos.