El Palazzo Borromeo

El Palazzo Borromeo FARRUQO

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Jardines de estío (V): El Palazzo Borromeo

En el Lago Mayor, la familia Borromeo levantó un espectacular conjunto de diez terrazas coronadas por el Teatro Massimo lleno de estatuas, obeliscos y fuentes

Jardines de estío (I): William Blake en el jardín de Lambeth

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En el Palazzo Borromeo, la anatomía del jardín es un espacio arquitectónico. Los rasgos son arquetípicos; tienen el marcado sello individualizador de la Contrarreforma, el momento en el que la Italia cristiana rompe con el humanismo del Renacimiento y regresa al origen ontológico, a la nostalgia de lo medieval de la mano del barroco.

En los interiores del palacio se impone la alegoría, mientras que el verde de sus terrazas superpuestas cambia de tonalidad en función de su altura.

En el Lago Mayor, la familia Borromeo levantó un espectacular conjunto de diez terrazas coronadas por el Teatro Massimo lleno de estatuas, obeliscos y fuentes.

El diseño se mantiene intacto; es digno del jardín latino, pero esta vez no está marcado por la sobriedad sino por la forma de la presencia divina a través de la perfección de lo geométrico, la proporción calibrada, el lujo y la repetición.

Ignacio de Loyola y Felipe Neri

El exterior del Borromeo es un homenaje babilónico, situado entre la gran montaña y el Mediterraneo de antes mirando a las llanuras de Dalmacia. La plantación está organizada para que se produzcan floraciones durante toda la temporada de cultivo.

Imagen del Palazzo Borromeo

Imagen del Palazzo Borromeo WIKIPEDIA

Destacan los alcanforeros y las enormes gunneráceas con hojas de más de dos metros de ancho; además es el marco ideal de la Halesia dipterea de flores blancas. En sus orígenes puso su empeño Carlo Borromeo, arzobispo de Milán, líder del Concilio de Trento, canonizado por el papa Pablo -hermano de Federico, el fundador de la Biblioteca Ambrosiana- contemporáneo de Ignacio de Loyola y Felipe Neri, dos generales de órdenes entregadas al papado romano.

Los jardines de Isola Bella cuentan con una imponente colección de azaleas y su clima permite crecer a las palmeras coexistiendo con secuoyas norteamericanas, pinos mexicanos y colecciones de glicinas.

Silencio y miedo

Sus bosques forman inmensas sombras de rododendros, camelios y magnolios. Es el rincón italiano de los pavos reales. En Isola bella, el visitante se imagina a Giovannino y Serenellla los dos adolescentes del Jardín encantado de Italio Calvino; ellos dos a cuatro patas sobre un arriate con el pelo lleno de hojas secas y de tierra.

Frente a grandes y antiguos eucaliptos de color carne y senderos de pedregullo; atentos al crujido de los guijarros, bajo bóvedas estrechas y altísimas de curvas y retazos de cielo, y de un arbusto de madroño, y en un recodo, unos gorriones “alzando el vuelo rumorosos”.

Cuando anochece, el silencio y el miedo se hacen dueños de un espacio desconocido, delante de petunias bien cuidadas, de senderos, balaustradas y “espalderas de boj”. Las terrazas de Borromeo son entonces el exangüe circuito del cuento corto de Calvino.

Pieda y concha

El interior del Palazzo retoma la estilística gótica y busca su antecedente en la antigüedad con demasiada evidencia.

La estructura piramidal, imitando el zigurat, proviene de los jardines renacentistas, pero sugiere una recurrencia sagrada alejada de los cánones clásicos que reivindicaron un siglo antes Verrocchio o Miguel Ángel. Entre grutas recubiertas de piedra y concha se accede al edificio remozado en el seiscientos por el arquitecto Carlo Fontana, hecho de salones, auditorios familiares y salas de armas.

Los jardines colgantes de Babilonia han fascinado a eruditos durante milenios, pero su existencia real sigue siendo objeto de debate. Construidas en el actual Irak por Nabucodonosor, sus terrazas solo podían estar elevadas sostenidas por cámaras abovedadas como en las pirámides escalonadas.

Cambios radicales

Sin embargo, los polímatas que estudiaron la escritura asiria y la cuneiforme no encontraron restos suficientes. Se dice hoy que eran asirios y no babilónicos y que fueron levantados por Senaquerib en la ciudad de Ninive.

Sea como sea, las leyendas del Medio Oriente fueron la inspiración de los Borromeo en Isola Bella, en pleno Estato familiar trescientos años antes de la unificación de Italia. Levantaron el Palazzo y sus terrazas ajardinadas en la etapa en la que la vieja nobleza toscana se diseminó en Lombardía haciendo ilustre a su capital, Milán, sede de los Borromeo, defendidos por los Sforza.

Viajar es una forma de atravesar cambios radicales en periodos de tiempo cortos. Al margen del Palazzo, en las otras Islas Borromeo y en la ribera italiana del mismo Lago Mayor, los niños corretean y uno es consciente de la climatología, cuando pisa adoquines mojados por la aurora y ve, en plena canícula, a otros paseantes enfundados en jerséis de lana, después de una noche intensa bullendo delante de tiendas de lencería.