
Eduardo Infante: "
Eduardo Infante: "Ahora a quien no ha leído un libro en su vida o defrauda a Hacienda se le aplaude"
El filósofo, autor de 'Ética en la calle' señala que el sistema educativo se centra en "fabricar trabajadores", y ha dejado de lado "la misión de crear ciudadanos, que son esenciales para tener una democracia"
En la dirección contraria, pero convencido de que es el camino que se debe seguir. Eduardo Infante ( Huelva, 1977) es profesor. Filósofo y bético, como él mismo se define. Rompió moldes con Filosofía en la calle y ahora publica Ética en la calle (Ariel) con la voluntad de incentivar un diálogo que se desprecia. Frente a las trincheras, Infante reclama que se pueda leer acompañado, con un diálogo con el otro, porque reafirmarse en lo que uno ya cree no sirve para nada.
Las redes sociales no lo ponen fácil. Y los jóvenes sufren esa falta de contraste, de ayuda entre generaciones. Lo explica Eduardo Infante en esta entrevista con Letra Global, con matizaciones precisas y con el deseo de que cada uno pueda aportar, desde sus disciplinas profesionales, un enorme grano de arena a la “concordia”.
El autor de Ética en la calle constata con claridad lo que no debería pasar: "Ahora a quien no ha leído un libro en su vida o defrauda a Hacienda se le aplaude".
El libro se plantea a través de diversos retos que debemos afrontar. Al final de cada uno de ellos un QR nos ofrece la posibilidad de dialogar, con respuestas de otros lectores. El primero deja sorprendidos a los estudiantes de Derecho, por ejemplo: ‘¿Perdonarías a un asesino alzhéimer?’
El debate cobra mayor intensidad con otra pregunta: ‘¿En qué categoría debe competir una mujer trans? O uno de enorme actualidad. Si queremos coches autónomos, ‘¿Qué código ético instalarías en tu coche?’, en función de quién puede morir en un accidente. Infante presenta a los grandes filósofos, a los pensadores que han ayudado a muchas generaciones. Reclama que el saber acumulado nos sirva para todas aquellas situaciones cotidianas que nos cuestan tanto resolver.
El monólogo de las redes sociales
Pero lo principal es el diálogo, la reflexión, el hablar con el otro. “La ética es reflexión, y eso supone cuestionar la moral, que ha servido para asumir la tradición. Lo que quería es cuestionar las trincheras que se han construido. Hoy se odia al que piensa diferente, y en gran medida eso se ha intensificado con las redes sociales, que nos enseñan a odiar”, asegura Infante.

Portada del libro de Eduardo Infante
El diálogo ético “lo ejercen los hombres libres”, señala Infante, al destacar cómo ese ejercicio se originó en las ciudades griegas. La ciudad como elemento imprescindible para que pueda existir ese diálogo, sin ataduras, sin prejuicios. Ese saber, que se ha ido acumulando, es hoy despreciado, a ojos de este filósofo, que percibe cómo se exhibe un orgullo por todo lo contrario.
Es una especie de mundo al revés que se ha instalado en diferentes sectores de la sociedad. “El hombre con principios éticos está en crisis. Ahora a quien no ha leído un libro en su vida o defrauda a Hacienda se le aplaude. Se le jalea como un triunfador, como alguien que tiene éxito en la vida”, asevera.
La red social, la pantalla, acaba siendo un monólogo, a juicio de Infante, porque no hay constrate, no hay la posibilidad de que poner en cuestión distintos argumentos. El filósofo lo hace en el libro, con argumentos en favor y en contra de las premisas que se ofrecen. Y el autor no impone una determinada línea al lector. Le deja que asuma sus propias contradicciones, que las exponga en su mente y decida siempre a partir de esas ayudas que tenemos gracias a pensadores que atesoran sabiduría teórica y práctica.
El imperativo de la singularidad
El autor, sin embargo, no deja al lector en un estadio inhóspito. Ofrece certidumbres, contexto. “La clave para entender el éxito de la teoría queer –lo que se explica en el capítulo sobre las competiciones deportivas y la mujer trans—es identificar el contexto ideológico en el que surgió: el neoliberalismo y el culto al individuo. Vivimos en una sociedad que nos impone el imperativo de singularizarnos y romper todas las ataduras”, expone Infante.
Y ese es, en gran medida, el nervio del libro de Infante: “Se ha convertido la escuela pública en una fabrica de trabajadores. Se dispone todo para el mercado laboral. Puede tener su sentido, pero la escuela debe formar ciudadanos. No hay democracia sin ciudadanos, por tanto las democracias deben tener muy en cuenta qué es lo que está en juego”.
Para Infante el abandono de la filosofía en la educación es un enorme error, porque no se trata de una asignatura más, sino de fortalecer esa misión, la de crear ciudadanos que defiendan la democracia.
El libro lo plantea Infante para leerlo con familiares, con amigos. Las preguntas-reto no dejan a nadie indiferente. O no deberían. Entre las ya citadas, aparecen: ‘¿Mejorarías genéticamente a tu hijo?’; ‘¿Qué vida escogerías si volvieras a nacer?’; ‘¿Salvarías a tu perro o al bebé del vecino?’; ‘¿Podemos ser amigos con derecho a roce?’; o la última, que es tremenda: ‘¿Por qué no ser un cabrón?’, y que guarda relación con una moda en la que está bien visto ser malo.
¿Cómo vivir?
Infante lo que ofrece es el respeto a sí mismo. Actuar moralmente para ser digno de uno mismo. Los tiempos no caminann en esa dirección, precisamente. Ante la opción que defienden algunos autores, desde la ciencia política, la de separar la moral de la actuación política, Infante lo tiene claro: "La ética debe conectarse con la política, que debería ser capaz de dialogar para llegar a puntos de encuentro. No se puede separar. De la misma forma que los griegos tenían muy claro que no se puede ser feliz en una ciudad de infelices".
Infante insiste en que actuar "como un cabrón" no puede ser una buena idea. Y se imagina a Kant gritando con voz poderosa:
"Actuad moralmente y puede que sufráis. Sed injustos y os irá bien. Un tiempo al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde hoy, por una oportunidad, solo una oportunidad de volver aquí para luchar contra la persona miserable en la que os habéis convertido? Puede que os quiten la vida, pero jamás os quitarán la libertad".
Claro que para muchos eso es "muy filosófico", y, por tanto, hay que dejarlo a un lado y vivir. Pero, ¿vivir cómo?
Infante conduce en la buena dirección, aunque dirán que circula en un carril muy poco frencuentado.