Julián Casanova, durante la entrevista con 'Letra Global'

Julián Casanova, durante la entrevista con 'Letra Global' SIMÓN SÁNCHEZ

Ideas

Julián Casanova: "Hay que explicar quién fue Franco frente al Tik Tok y una vorágine de blanqueo y de banalización del pasado"

El historiador publica 'Franco', una biografía pensada para las nuevas generaciones, con la idea de que "no hay transición que no esté vigilada por los mecanismos de coerción de un estado”

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Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, ha puesto su mirada en las nuevas generaciones, en aquellas que conocen unos pocos datos que han escuchado en el colegio o en el instituto. Que no han profundizado, porque tampoco en casa sus mayores entienden que sea necesario hoy explicar quién fue Franco o en qué consistió el franquismo. Su biografía, Franco (Crítica) llega justo cuando el Gobierno ha organizado distintos actos para celebrar la muerte del dictador, en 1975. Casanova señala que lleva años trabajando en esta biografía, pero no desdeña que ahora, al coincidir con esa efeméride, se pueda y se deba hablar con claridad de Franco.

La primera idea que surge en la conversación con Letra Global guarda relación con la propia esencia de Francisco Franco. Hoy, ¿qué deberíamos tener en cuenta?, ¿qué deberíamos retener de forma clara? “Franco fue un dictador hasta el final, desde 1939 hasta 1975. No dejó de serlo ni un solo minuto. Lo fue durante tres décadas, con un régimen que estaba fuera de lo que se vivía en Europa Occidental, donde se consolidó, tras dos guerras mundiales, la democracia. La característica de Franco es que podía haber sido un dictador tras un golpe de estado, pero no lo consiguió. El golpe fracasó y se abrió una Guerra Civil. Fue, por tanto, un dictador más represivo y vengador, sin dejar de lado que hubiera sido también cruel en el caso de ganar el golpe de estado”.

Sin embargo, y ello podría explicar que no toda la sociedad española tenga la misma imagen del dictador, la larga duración del régimen lleva a matizaciones importantes. El historiador lo constata a lo largo del libro. Y entiende que se debe interiorizar la evolución del régimen, acorde con el contexto histórico mundial en cada momento. “Lo primero que se debe tener en cuenta es que fue un dictador, pero luego todo es más complejo, si pensamos en un periodo de 40 años. Comienza su régimen mientras Europa está bajo la bota de los nazis. Y lo acaba con la derrota de Estados Unidos en Vietnam. Eso explica muchas cosas”.

Julián Casanova expone y matiza, algo más difícil que nunca, porque todo se ha polarizado. El primer factor que se debe analizar es si Franco fue un fascista. Tras la calificación, una buena parte de la izquierda española se podría quedar muy tranquila. Pero, ¿falta algo más?

“Fue un fascista, sí, pero a partir de 1945 pasan más cosas. Es un ultranacionalista toda su vida, sí, y católico, y más católico tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Contó, precisamente, con la Iglesia católica, que lo presentaba como un salvador que 'no podía ser', por tanto, un fascista o un criminal”.

En España en los últimos años se ha querido rehabilitar por parte de varios sectores de la derecha, y de Vox en particular, la figura de Franco como el gran “modernizador de España”.

Julián Casanova, en su relato sobre ese largo mandato del dictador, no deja de lado esa cuestión. “A su pesar o no, fue un modernizador, sí, también. Desde 1959 el PIB creció con fuerza, con una sociedad en movimiento, con 4,5 millones de personas que dejaron el campo para trasladarse a las ciudades, con 3,2 millones que salieron fuera de España, con un país de 30 millones en movimiento, que pasaban del sector primario al sector industrial y de servicios. Franco, junto con Carrero Blanco, aunque no lo sabían, acabaron ejerciendo de modernizadores. Y el régimen acaba con la imagen de un abuelo descansando. La cuestión es que se ponen etiquetas, pero no podemos olvidar una cosa y es que el régimen activó al principio de su andadura lo peor, mientras que otros dictadores como Hitler o Mussolini lo hacen al final. ¿Qué sucede? Que la memoria es frágil, y queda la imagen de los pantanos, y de la Seguridad Social, y de otros cambios, queda la imagen del ese final”.

¿Entonces? “No hay historiador serio que haga un retrato en blanco y negro. Otra cosa son las memorias que realizan y expresan los diferentes actores. Son cosas muy distintas”.

Casanova acaba de publicar su biografía de Franco. Es producto, como señala, “de varios años de trabajo que ahora dan su fruto”. El hecho es que llega cuando el Gobierno ha decidido celebrar el 50 aniversario de la muerte del dictador. Casanova admite la coincidencia, al entender que está bien que se organicen actos.

“Los padres se muestran orgullosos de llevar a sus hijos a ver dinosaurios, pero luego se dice que no se debe mirar el pasado ni pensar en los muertos en las cunetas en la Guerra Civil. Ese rechazo que se ha generado sería impensable en Italia, Alemania o Rusia. No tendría sentido. Hay que explicar quién fue Franco frente al Tik Tok y una vorágine de blanqueo y de banalización del pasado. Creo que se hace algo interesante, que los historiadores hemos hecho una labor importante. La historiografía ha estado en manos de propagandistas del régimen, o de hispanistas que se centraban más en la Guerra Civil que en Franco. Pensemos que la biografía de Preston es de 1992, y que antes había ya una biografía interesante de Fusi. Lo que hacemos ahora es reconocer el caudal historiográfico acumulado, la apertura de muchos archivos. Hemos avanzado y debemos reconocer también, de forma paradójica, que en Secundaria, hoy, nos dicen que los alumnos tienen dificultades para decir quién fue Franco. Estamos, por tanto, en todo ello".

¿Qué sucede en el sistema educativo? “Yo digo a menudo que los profesores hacen el puente para poder explicar bien el siglo XX, porque siempre se dice que no se llega a ese siglo. Pero, a pesar de los esfuerzos, los estudiantes desconectan. Hay factores externos que son más poderosos. En las redes sociales, con píldoras de tres minutos, se vienen abajo cosas en las que tú has empleado una hora porque piensas que se debe actuar con rigor. Ese ‘mi abuelo me lo ha dicho, no creáis eso porque es propaganda de la izquierda, no creáis eso porque Franco fue una maravillosa persona’ son constantes. Están desconfiando de la democracia, porque ésta no les da lo que se merecen, sea un piso o los beneficios que tuvieron sus padres. En la era digital, un Tik Tok o una frase de Ellon Musk o de Milei sobre los ‘zurdos’ tienen un peso enorme. Los historiadores intentamos hacer lecturas críticas sobre el pasado, explicar las cosas con rigor, pero nos hemos quedado fuera de esos nuevos territorios. Y luego está que hay profesores que actúan a su aire, como ha pasado en Valladolid, en un centro de Secundaria, con un viaje al Valle de los Caídos, con una lectura que no fue precisamente la de enseñar aquello como un lugar de memoria.

¿Se ha retrocedido? “En los últimos años hay una visión revisionista de esa historia que ha entrado también en el mundo de la academia. El revisionismo venía del periodismo y de la gente que ya consideraba que, bueno, que ya se había alcanzado un consenso en la transición. Que no era necesario investigar y publicar sobre las víctimas de la Guerra Civil. ¿Por qué vienen a tocar los muertos? Esta es una frase muy típica que se traslada al Gobierno y a la política de Mariano Rajoy, por ejemplo. Y se destinan cero euros para la memoria histórica".

Casanova entra en la cuestión sobre el propio papel de los historiadores, de los que prefieren no entrar en el debate diario, de los que recelan de los medios de comunicación. No es su caso. “Hay historiadores que cuando les llaman los medios dicen que no pueden hacer en medio minuto un balance global, que necesitan mucho más tiempo. Es decir, de alguna forma hemos perdido un poco la batalla. En el mundo anglosajón no pasa eso. He visto al historiador Timothy Snyder, desde la guerra en Ucrania, involucrarse con firmeza”.

Portada de la biografía de Franco, de Julián Casanova

Portada de la biografía de Franco, de Julián Casanova

¿Eso explica que usted haya escrito una biografía de Franco? “Bueno, ha habido la voluntad de escribir un libro de 400 páginas en el que la narración es importante, para que llegue a todo el mundo. Y con la idea anglosajona del empirismo, del lenguaje, de la precisión. Si utilizas dos palabras, mejor que cuatro. Eso no se ha aprendido en la universidad española, aunque se ha mejorado en los últimos años”.

España, se ha repetido en numerosas ocasiones por parte de politólogos y sociólogos, ha tenido en la dictadura una especie de vacuna para no caer en posiciones antidemocráticas. Pero, ¿está perdiendo sus efectos esa vacuna con el auge de posiciones de ultraderecha, provocado por el desconocimiento histórico?

“¿El desconocimiento histórico es la causa o la consecuencia? Es decir, aquí ha pasado algo que la gente en el extranjero te preguntaba, sobre la no presencia de un grupo de ultraderecha. Ahora ya lo tenemos. Y hay un movimiento internacional, que está conectado con los medios de difusión modernos, que ya no está hablando sólo de la dictadura, sino del acoso a la democracia desde dentro. Y claro, ellos también tienen una visión histórica”.

¿Es lo que defiende Vox? “La visión histórica de Vox es una traslación de lo que era la versión tradicional del franquismo, pero actualizada. Vox lo que ha tratado de decir es que este Franco denigrado por la izquierda avanzó e hizo avanzar a España en cosas que la democracia no ha hecho y sobre todo señala que es falso que practicara políticas de exclusión. Lo hace a golpe de TikTok, en cinco segundos. Pero es que, además, lo practica cuando accede al poder. Lo hemos visto en Aragón y en otras autonomías. Lo primero que hace es obligar al PP a derogar la ley de memoria democrática. Hoy, por tanto, es más difícil explicar a Franco que hace diez o quince años. Sin embargo, la vacuna de la que se hablaba, se mantiene de fondo, porque hay medios de comunicación y distintos colectivos que tiran del carro. Con este libro sobre Franco me he encontrado una gran aceptación, un entusiasmo importante”.

Pero en ese debate sobre Vox, surge la posición sobre la derecha conservadora, en España y en el conjunto de Europa. Casanova considera que en el caso del PP hay una falta de referentes. “El tema de la derecha española es que no tiene una tradición histórica clara que reivindicar. ¿A quién reivindica, a Cánovas, a Canalejas? Hablamos de algo mucho antes de que saltara todo lo que sabemos entre la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil. ¿A quién reivindicas, a Lerroux, que había sido un demagogo y un populista, el Emperador del Paralelo? ¿A Gil Robles? Debemos recordar que, pese al peso del catolicismo, en la transición, la derecha no tuvo un partido fuerte demócrata-cristiano en las elecciones de 1977 o 1979. Pero cuidado, porque la derecha europea en estos momentos está acosada por la misma gente que aquí. Son ‘los Vox’ y la ultraderecha”.

Julián Casanova, historiador, autor de 'Franco', en la entrevista con 'Letra Global'

Julián Casanova, historiador, autor de 'Franco', en la entrevista con 'Letra Global' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

El régimen no superó la muerte de Franco, dando inicio a un complejo proceso: la transición hacia la democracia. ¿Se le responsabiliza de todo a esa transición? “Yo siempre que me hablan de la sombra alargada del franquismo o del pecado de la transición, lo que digo es que ¡cuidado!, porque los vicios de la democracia actual no se pueden echar a las espaldas de la transición o del franquismo. Esa sociedad civil ha tenido mucho tiempo para reaccionar.

¿Pero se cometieron errores? “Cuando llega la transición se hace más o menos bien. Creo que hay un cierto consenso de que se hizo bien, dentro de lo posible”.

Julián Casanova se refiere al propio trabajo historiográfico, con la convicción de que se investigó y se publicó en la mayoría de aspectos sobre la dictadura. Casanova diferencia entre los trabajos sobre la Guerra Civil y sobre Franco, al entender que la figura de Franco se abordó menos. “Digamos que Franco tardó en aparecer en la historiografía más que la guerra civil. Pero se abordaron muchas cuestiones. Yo sobre el anarquismo, Santos Juliá sobre el socialismo. En 1986 ya se celebró un cincuentenario sobre la Guerra Civil. Yo era muy joven, pero participé, con actos de todo tipo. Recuerdo que conversé con Preston, que estaba estudiando para una biografía de Franco. Me dijo que estábamos estudiando en exceso sobre la izquierda, cuando sólo había gobernado unos pocos años en la II República. Nos incentivó a centrarnos en la derecha, que había gobernado muchos más años. Para mí fue un punto de inflexión. En todo caso, no hubo ningún pacto del olvido. Los historiadores trabajamos, y se llenó muchos de los huecos existentes. Cuando alguien dice ‘de esto no hay nada publicado’, se equivoca. Hay una extensa bibliografía de muchos y muchos historiadores”.

¿La cuestión es que con Felipe González en el poder, en los años posteriores, desde el ámbito más institucional se pudo haber hecho más para recuperar esa memoria?

“Tal vez, sí, pero nos olvidamos de cosas. Estaba ETA matando más que nunca, con un golpe de estado que le tocó al Gobierno socialista gestionar, con un juicio nada más llegar al poder, y con la intención de que con el GAL se pudiera llegar a un altar. Fueron cosas malas, malos momentos”.

Julián Casanova, historiador, autor de 'Franco', en la entrevista con 'Letra Global'

Julián Casanova, historiador, autor de 'Franco', en la entrevista con 'Letra Global' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Hay una cuestión pendiente para una parte importante de la izquierda: el propio régimen democrático. Es una monarquía parlamentaria. Votar la Constitución suponía asumir la monarquía. Pero, ¿está pendiente cerrar esa cuestión?

“Creo que la santificación de la monarquía, por decirlo de alguna forma, se acaba entre 2012 y 2013. En los años posteriores, entre 2014 y 2015, se produce un momento de quiebra. Ni muchos monárquicos podían asumir lo que sucedía. Pero con Felipe VI eso se calma. Hay un cambio. No veo que la sociedad española se pueda movilizar ahora por eso. El problema que tenemos no es ese. Lo que tenemos son dificultades para movilizar a favor de la democracia. Y si vemos la situación de Podemos o de Sumar, ya no estamos en 2015. Para realizar un referéndum, se necesita una base muy amplia. Todo eso al margen de que haya, claro, republicanos”.

¿Pero no es lo que faltaría para legitimar por completo la democracia española? “Para legitimarla más lo que hay que hacer es defender los grandes logros alcanzados, al final de la transición, con una sociedad civil compleja, en las distintas comunidades autónomas. Hay que mirar y enseñar esos logros. Y señalar cosas complicadas de entender: no puede ser que se diga desde el Parlamento que la democracia es peor que la dictadura”.

Lo que usted señala, en todo caso, es que lo del pacto entre élites en la transición no es cierto, que sin el empuje de movimientos de todo tipo hubiera sido imposible. “Creo que sí, que hay que poner en valor movimientos como las asociaciones de vecinos, partidos políticos, curas obreros, ecologistas y estudiantes. Todo. El problema también es que luego vino el desencanto. Y es que muchos de esos grupos tuvieron más altavoces que fuerza, por ellos mismos, y hay que decir una cosa: no hay transición que no esté vigilada por los mecanismos de coerción de un estado”.