
El director de cine Alexander Sokurov
El elocuente silencio de Sokurov
El director de 'El arca rusa' dio por concluida su carrera cinematográfica hace tres años, después de que fuera prohibida su película 'Skazka', en la que presentaba paseando y conversando a Stalin, Churchill, Hitler y Mussolini
En el marco de las atrocidades horribles de lo que está sucediendo en el Este, ¿qué importancia tiene el silencio de Sokurov? Una importancia sin duda relativa, como el destino de cualquier hombre, que es un chispazo de vida breve entre dos inmensidades de tiempo que se abren antes de su nacimiento y después de su muerte.
Pero, porque hizo unas películas estupendas, y porque se ha callado, y no llega de él noticia alguna, lo siento más vivo y cercano que nunca. Yo había visto, en dos tardes sucesivas, hará diez años --después de escribir 2010, constato en internet la fecha exacta y resulta que fue en 2003, o sea, diez años antes, inquietante error habitual--, todas sus películas en Madrid, en la galería Elba Martínez, cerca del museo del Romanticismo. Lugar adecuado porque son películas que desesperarían al público del cine comercial, tienen una calidad formal particular, son más de carácter plástico y atmosférico que convencionalmente cinematográfico. Películas lentas, morosas, en la estela de Tarkovski.

El cineasta Alexander Sokurov
Esas películas en la galería Elba Martínez se contemplaban tumbado en el suelo, lo cual desde luego es poco usual, pero correspondía al onirismo de las películas, que tienen calidad de sonambulismo, de escenas del limbo, muy apartadas de la narrativa cinematográfica al uso y de la sintaxis de la trama al uso. El artista Eduardo Arroyo se había encargado de adecuar el espacio de la galería para la experiencia de ver a Sokurov, instalando en el suelo unas colchonetas negras, con una elevación a modo de almohada. Allí se vieron todas, salvo la que le hizo más famoso, que es El arca rusa (2002).
Clímax de la película
El arca rusa es un alarde técnico. Sokurov la rodó en una sola toma de 90 minutos, en el museo del Hermitage. La cámara, o sea la mirada del espectador, iba pasando por las salas del museo, mostrando las obras maestras que atesora y encontrándose con las figuras más señaladas de la Historia de Rusia. Ochocientos actores y mil extras moviéndose con una sincronización perfecta, propia de un ballet. Creo que dos veces algo salió mal y hubo que volver a empezar desde el principio. A la tercera consiguieron rodar sin un solo error.

Película de Sokurov
Una voz en off, que ceo que es la del mismo director, dice ser un hombre muerto, un fantasma que acompaña al marqués de Custine (viajero del siglo XIX que escribió una famosa Rusia en 1839) de paseo por el museo, a ver a los personajes y hechos históricos más importantes de la Historia. Museo e historia se funden. El clímax de la película es un gran baile realizado en 1913, el último realizado en el Gran Salón durante el Imperio ruso, con cientos de participantes vestidos ostentosamente a la moda de la época y una orquesta sinfónica dirigida por Valeri Gérgiev.
Críticas a Putin
Concluido el baile, los últimos minutos de la película son inolvidables: todos esos personajes, entre los que por supuesto está Pedro I (el fundador de San Petersburgo) y Puschkin (el poeta nacional), y los desdichados hijos de Nicolás II, bajan lenta y majestuosamente por la gran escalinata del museo, hacia la salida, como bajaron todos los animales del arca en donde los refugió Noé.
Le costó al director encontrar a un cameraman que durante los noventa minutos de la filmación pudiera llevar la pesada cámara, específicamente concebida para esta película. Por fin eligió a uno, un hombre fuerte y con mucha experiencia en desafíos de esta clase, y luego Sokurov se quejó en alguna entrevista de que fuera alemán, él hubiera preferido uno ruso, que, según dijo, se hubiera adaptado mejor al espíritu de la materia narrada.
El año pasado se le dedicó una retrospectiva a Sokurov en Londres. Él no asistió. Desde dos años antes se había retirado del cine. En el año en que empezó la actual guerra había estrenado su última película, Skazka, o sea cuento de hadas, donde presentaba paseando y conversando por un ambiente nuboso, trasmundano, a Stalin, Churchill, Hitler y Mussolini, y la película fue prohibida. Hizo unas declaraciones críticas contra Putin. Tengo entendido que se le prohibió salir del país. El caso es que entonces anunció que daba por concluida su carrera cinematográfica. Tenía 71 años, ahora tendrá 74.
Esa renuncia o inmersión en el silencio casa muy bien con su filmografía, y paradójicamente habla de la situación actual con más elocuencia que cualquier discurso.